jueves, 27 de diciembre de 2012

Paul Breitner, El Kaiser Rojo




(Artículo aparecido en www.futbolypasionespoliticas.com)

Su talento futbolístico era indudable. Su carácter controvertido inclasificable. Sin duda uno de los grandes iconos de los 70. Nacido en Baviera en la década de los 50, creció en una Alemania dividida. Desde muy pronto destacó en el fútbol y ya con 19 años formaba parte del equipo del Bayern Munich. Empezó jugando atrás, un lateral defensivo que se incorporaba con peligro. Pero su participación sumaba. En 4 años hizo 17 goles y ganó tres Bundesliga y la primera Copa de Europa del conjunto alemán. Ese año, coronó su espectacular campaña participando en el Mundial que se celebraba en su país y venciéndolo. Breitner agrandó su leyenda y su personalidad, cuando perdiendo 0-1 frente a la Holanda de la naranja mecánica liderada por Cruyff, sin estar entre los lanzadores habituales, cogió el balón y convirtió el penal que establecía el empate. No era su primer éxito internacional, dos años antes, con apenas 20, había ganado también la Eurocopa.


Pero ese año 1974, un Paul Breitner que ya se definía como maoísta, mostraba interés por ideas progresistas y se declaraba admirador del Che Guevara o de Ho Chi Minh, a la vez que lucía un peinado a lo afro y una frondosa barba, sorprendía de nuevo por salirse de la normalidad. Anunciaba que abandonaba Alemania para fichar por el Real Madrid y renunciaba a la Selección Alemana. Además se despedía del Bayern con duras palabras... y encima recalaba en el Madrid. El club blanco, al que siempre se asoció con Franco, que todavía gobernaba el país pese a su frágil salud acogía un maoísta en sus filas. Breitner daba muestras de su excentrismo.

Bajo la Mirada de Mao
En la capital de España cambió su juego convirtiéndose en un futbolista de centro del campo con llegada. Y el Real Madrid también salió beneficiado conquistando dos ligas. Aún así, en un régimen autoritario como el franquista, ese futbolista rebelde, librepensador resultaba incomodo. Más cuando se hizo público que Breitner aportó 500.000 pesetas de la época a unos obreros que se encontraban en huelga.

El tercer año su juego se resintió y la directiva blanca siguió acogiendo con estupefacción y desconfianza al Kaiser Rojo... en plena Transición, con una situación todavía confusa de hasta donde llegaría, con terrorismo, partidos y sindicatos en fase de legalización, ruido de sables, el Madrid tildó a Breitner de conflictivo y prefirió rescindirle el contrato y darle luz verde a regresar a Alemania.

Tras un año en el modesto Eintrach Banchweisgg, volvió a su casa al Bayern de Munich donde actuó 5 campañas más antes de colgar las botas aquejado de una lesión. En ese tiempo, agrandó su palmarés con dos ligas más. Y agrandó su fama de conflictivo, nadador contra corriente y rebelde del fútbol. Aceptó regresar a la Selección y volvió a renunciar a ella. Se autoexcluyó de participar en el Mundial de Argentina, pero si tomó parte en el de España. La Alemania Federal alcanzaría la final frente a Italia, pero esta vez el triunfo se escaparía. Aún así Breitner anotó en la Final, y pasaría a ingresar en un reducidisimo club de futbolistas que han marcado en más de una final del Mundial junto a Pelé, Vavá y Zidane.


Defendiendo a Alemania Federal en España 82`
En su despedida, la FIFA organizó un homenaje que enfrentase a un combinado de jugadores mundiales. Sin duda, algo reservado a los grandes. Pese a que su vida dentro y fuera del campo siempre fue considerada como inclasificable. Sorprendió su marcha a la España franquista, sorprendieron sus continua idas y venidas de la Selección, sorprendió cuando aceptó 150.000 marcos por afeitarse su prominente barba para un anuncio de espuma de afeitar...

Paul Breitner nunca logró deshacerse de esa etiqueta de pensador extraño, impredecible, inclasificable, siempre sorprendiendo, siempre nadando a contracorriente... Incluso en 1998 la Federación Alemana llegó a anunciar su contratación como Seleccionador, pero, según se comenta, una revuelta de los propios trabajadores federativos acabó haciendo que se revocase su nombramiento a las pocas horas.

Ahora, Breitner, desde una posición más envejecida, con un mundo bastante diferente al de los 70, no oculta aunque si suaviza su discurso, ocupa su tiempo como ojeador del Bayern Munich y ejerce de columnista en Alemania. Sin duda, un espécimen de futbolista ya extinto y muy difícil de recuperar.


domingo, 23 de diciembre de 2012

Alianza Lima y Colo Colo, Un Solo Corazón




Las relaciones entre Perú y Chile durante los últimos 130 años no han sido las más prósperas. Una infausta guerra,  que desgarró miles de familias tanto allá como acá, sirvió para enemistar a dos países que nacieron como hermanos. El poder político y el poder económico de ambos lados hizo que los pueblos, en Lima, Arequipa, Santiago o Concepción, se enfrascaran en un trágico enfrentamiento que al final sólo benefició a los intereses de los más poderosos, manteniendo a los más humildes, a uno y otro lado de la frontera, en la misma y eterna pobreza, y les impusiera un odio mutuo que se ha mantenido durante el tiempo sin tener el más mínimo sentido.

Sin embargo, y aunque suene a frase cliché, el fútbol une, y por más enemistad, antipatía, rencor u hostilidad exista, siempre habrá un motivo que utilice el balompié para hermanar a quienes parecen irreconciliables: Este es el caso de Alianza Lima y Colo Colo.

Ni que el azar se hubiese coordinado para hacer a sus historias más comunes que muchas otras, ambos clubes nacieron al alero de gente humilde. El “Cacique”, forjado por el espíritu revolucionario e inconformista de sencillos profesores. Y los “Íntimos”,  fraguados en respuesta a la exclusión que vivían los negros, mestizos y pobres en tierra de los Incas. Ambos, representantes puros y genuinos del alma de sus respectivos pueblos.

Sin embargo aquello, hay un hecho que forjó para la eternidad la hermandad de estos dos cuadros y que se erige hasta hoy como una de las muestras de apoyo y fraternidad en la historia del fútbol mundial: “La Tragedia de Ventanilla”.

Equipo "Íntimo" que falleció en Ventanilla
1987 se presentaba como el año preciso para que Alianza Lima volviese a recuperar el sitial de honor que había extraviado durante el último tiempo en el fútbol peruano. Tras nueve años de fracasos, donde, y además, debió soportar que sus eternos rivales, Universitario y Sporting Cristal, se coronaran campeones, el elenco "Intimo" había conformado un plantel de jerarquía para pelear el Campeonato Descentralizado y volver a gritar campeón.

Y en esa dirección iba, pues en la fase final del torneo se encontraban como líderes, producto de 10 victorias, 4 empates y tan sólo 3 derrotas, hasta que sobrevino la tragedia.

El 8 de diciembre de aquel año, los “Blanquiazules” debieron viajar a la amazonia peruana para enfrentar a Deportivo Pucallpa. Llegaron a la selva, jugaron y con solitario gol de Carlos “Pacho” Bustamante, sellaron una importantísima victoria que los mantenía firmes en el liderato del Descentralizado de aquel año. Tras eso, y para regresar de inmediato a Lima, los “Íntimos” contrataron un charter de la Marina de Guerra del Perú para que los llevara de vuelta. Todo bien hasta ahí, sin embargo, cuando la nave estaba a minutos de aterrizar, la torre de control perdió todo contacto con ella. Y no volvería a recobrarlo.

Hinchada del Alianza
Intentando aterrizar, el piloto del Fokker F-27, había perdido el control de la máquina y tras un choque del alerón con una montaña del sector, se había precipitado al mar en la localidad de ventanilla, algunos kilómetros al norte de Lima. El fatídico accidente dejaba un saldo nefasto de 43 personas, entre las que se contaba el primer equipo completo de Alianza Lima, el cuerpo técnico de los “Grone”, el trío referil que había impartido justicia en el partido en Pucallpa. Cuatro dirigentes y ocho barristas, más siete integrantes de la tripulación. Solo el piloto había salvado con vida.

La tragedia prontamente dio la vuelta al mundo. Bobby Charlton, insignia del Manchester United y que había sobrevivido a un accidente aéreo donde murió gran parte del plantel de los “Diablos Rojos”, se mostró conmovido y le envió todo el apoyo al club limeño. Peñarol, que disputaría la Copa Intercontinental, y en honor a los fallecidos, jugó su encuentro ante el Porto con crespones negros. No obstante, el gesto más hermoso de fraternidad y solidaridad fue el de Colo Colo, elenco que conmovido por la tragedia, ofreció a los “Íntimos”, cuatro jugadores, un arquero, un defensa, un mediocampista y un delantero, para que pudieran reconstruir el equipo y seguir luchando en lo que quedaba de campeonato, además de ofrecer un partido amistoso a jugarse en Matute para recaudar dinero que fuese en ayuda de las familias de las víctimas.

Así, el portero José Letelier, el defensa Parko Quiroz, el volante Francisco Huerta y el ariete René Pinto,  cargaron sus maletas y partieron a derrochar apoyo y hermandad a Perú para defender los colores de Alianza Lima. Desde ese preciso instante, la historia de ambas escuadras se fundía en una unión inquebrantable y duradera.

Las muestras de cariño para los colocolinos que partieron a solidarizar con el club hermano, no se hicieron esperar. Recibidos como figuras, se fueron metiendo, a punta de esfuerzo, en el corazón de la fanaticada “Blanquiazul”, convirtiéndose en héroes ante tan hermoso gesto.

Hoy, la amistad que une a ambas escuadras es envidiable. Común es ver en las galerías de Matute a más de algún hincha con la enseña de Colo Colo. Y en varias ocasiones han sido los hinchas del “Cacique” los que han ido a apoyar en masa a Alianza Lima cuando visita Chile. Una relación fecunda que se ha plasmado incluso en un muro en las cercanías del Estadio Alejandro Villanueva de Lima, donde y en medio de los escudos del “Popular” y de los “Íntimos”, se puede leer “Un Solo Corazón”.

Así, la cruenta desgracia, que significó dolor y llanto, sembró una semilla de hermandad que traspasó las rencillas del pasado, superó el paso del tiempo y vinculó para siempre a dos instituciones fieles representantes de sus respectivos pueblos.

Equipo del Alianza con los chilenos en la oncena titular

domingo, 16 de diciembre de 2012

Los Chollima, la Selección Norcoreana Que Quiso Conquistar el Planeta Fútbol


Cada Mundial de Fútbol comienza con el favoritismo de las mismas selecciones de siempre: Brasil, Argentina, Alemania, Italia o Inglaterra. Sin embargo, con el correr de los partidos siempre aparece un combinado que comienza a reunir las miradas, acaparar los aplausos y aglutinar las preferencias de cara a la definición del título. Checoslovaquia, Suecia o Hungría son ejemplos de que en las primeras justas también ocurría esto mismo. Y es imposible olvidar lo ofrecido por Bélgica, Camerún,  Bulgaria, Corea del Sur, Ghana o Uruguay, más recientemente. Sin embargo, hay un seleccionado que llamó la atención por su ordenado, pero vistoso juego, que emocionó a toda la fanaticada y que logró hacerse con un lugar dentro de las revelaciones en la mayor lid del balompié alrededor del mundo, y que por motivaciones políticas pretende pasarse por alto: Esta es la historia del Seleccionado de Corea del Norte en Inglaterra 66'.

Mediados de la década del 60', y en la Península de Corea poco más de diez años habían pasado desde que la cruenta guerra fratricida desmembrara una nación que durante los siglos había permanecido unida, pero que el afán mercantilista había dividido, irreconciliado y enemistado hasta llevarla a un punto de total antagonismo que amenazaba con retomar la beligerancia en cualquier momento. Así, y hacía el septentrión del Paralelo 38º, se desarrollaba bajo la Ideología Juche, la República Democrática Popular de Corea. Coqueteando con el estalinismo, las autoridades norcoreanas se encontraban aplicando sesudos planes económicos que le permitían a la nación encontrarse en franca expansión económica. La industria pesada, así como la construcción de gran infraestructura y el desarrollo de la agricultura, tenían a la nación mirando con optimismo el futuro.

Además, y como ha sido la tónica en las administraciones de corte socialista, las autoridades norcoreanas habían impulsado y fomentado la actividad física entre sus compatriotas. Situación a la que el fútbol no estuvo ajeno. Así, y apostando todo en un deporte que siempre apasionó a dicha nación, tanto las autoridades políticas como las autoridades deportivas pusieron todo el empeño para que dicho deporte diera que hablar tras sus fronteras. Y así ocurrió. Se aproximaba una nueva versión de la Copa Mundial de la FIFA, a jugarse en Inglaterra, y Corea del Norte no encontró mejor vitrina para mostrar su evolución con la pelotita en los pies, Así, inscribió a su combinado para pelear por un lugar en la máxima cita futbolera.

69 selecciones se matricularon para disputar un lugar en la copa y la FIFA decidió asignar los cupos a través de las zonas geográficas. Así, en Europa 32 equipos disputarían 9 plazas; en Sudamérica 9 combinados pelearían por los 3 lugares; Norteamérica, Centroamérica y el Caribe bregarían por un sitio, mientras que África y Asia en conjunción con Oceanía, lucharían por medio cupo respectivamente.

Esta situación irritó a la Federación Africana, la que desestimó competir. Así, el medio cupo de dicha federación se sumaría al que disputaban en conjunto asiáticos y oceánicos, por lo que el ganador de dicha liguilla aseguraría un cupo directo a Inglaterra 66'. No obstante aquello, los problemas y desavenencias no concluyeron ahí. Sudáfrica, no solidarizó con la postura africana y solicitó a la FIFA participar en las eliminatorias en Asía, hecho que fue aceptado. No obstante, y ante el hecho manifiesto de la Asociación de Fútbol Sudafricana de presentar oncenas solo compuestas por blancos, fue desafiliada, hecho que se mantuvo por casi un cuarto de siglo.

Así, entonces, Corea del Norte, Australia y Corea del Sur intervendrían por el único cupo. No obstante, y a pocos días de que se iniciaran los encuentros, los surcoreanos manifestaron que adherían a la postura africana y que no participarían de la disputa. Más que  solidaridad, era una bofetada a sus vecinos del norte, intentando con eso boicotear la participación de la República Democrática Popular de Corea e instar a que la FIFA a que declarara nula la clasificatoria Asiático-Oceánica. No obstante, el ente con sede en Zurich no accedió a sus peticiones y mantuvo firme dichas eliminatorias, las que ahora solo dirimirían Australia y la ya nombrada Norcorea.

Con diferencia de tres días, los dos partidos se llevarían a cabo en la ciudad camboyana de Phnom Penh, escenario neutral y equidistante de ambas naciones en juego. Y todo sería una fiesta para los orientales. Con una goleada de 6 a 1, producto de los goles de Pak Doo-Ik y On Sung-Hwi, en una ocasión, y de Pak Sung-Jing y Han Bong-Jin en dos ocasiones, más el descuento australiano de Scheinflug, la clasificación norcoreana era casi un hecho.

En el partido de vuelta, era cuestión de ratificar lo mostrado tres días atrás para hacerse con un boleto hacia Inglaterra. Y así fue. Un sólido 3 a 1, producto de los dos tantos de Kim Seung-Il en dos ocasiones, y de Pak Sung-Jin, más el descuento de los isleños, que nuevamente corrió por parte de Scheinflug, la República Popular Democrática de Corea decía presente por primera vez en una cita mundialista. Con un global de 9 a 2, más de algo quería demostrar en las islas británicas.

Seleccionado Norcoreano reconociendo el Estadio Ayresome Park

Con un lugar en el Mundial, la tarea ahora era confiar en que les tocase un grupo accesible, no obstante, el haber quedado encasillado en la última grilla del sorteo, le hizo esperar un grupo dificilísimo. Y así fue, pues quedaron emparejados con Chile, Italia y Unión Soviética. Un más que duro grupo, pero que le permitiría a los "Chollima", como fueron bautizados en su país, el demostrar para lo que verdaderamente estaban hechos.

Avecindados en la ciudad de Middlesbrough, los Norcoreanos sabían que su estadía en Inglaterra no sería fácil. Hacía algunos años, Gran Bretaña había apoyado fervientemente la lucha de Corea del Sur ante su patria en la Guerra de Corea. De hecho, tanto rechazo generó su presencia, que a nivel dirigencial se planteó la posibilidad de no tocar su himno ni ondear su bandera. Inclusive, llegó a especularse el hecho de que la Foreing Oficce no les permitiera el visado para ingresar a Inglaterra. No obstante, primó la cordura y se les permitió el ingreso con la condición de que su himno nacional no fuese entonado en los partidos que disputase.

Los fieros comunistas de ojos rasgados, como los presentaban los ingleses, distaron mucho del grupo de pequeños y ligeros jóvenes que arribaron a la eminentemente industrial Middlesbrough. Allí, la población, de marcada clase obrera, simpatizó inmediatamente con los norcoreanos, quienes, con una sonrisa fácil y sobretodo con su humildad, fueron cautivando a toda la ciudad.

La relación de la ciudad con el seleccionado "Chollima" se vio aún más profundizada tras su debut en la Copa. Al frente tenían a la poderosa Unión Soviética, que contaba entre sus filas con el mejor arquero de la época, la "Araña Negra", Lev Yashin, y con las figuras rutilantes de Valeri Voronin e Ígor Chislenko. E hicieron valer su supremacía. Con un contundente 3 a 0, los "Soviéticos" se imponían a los norcoreanos, pero el juego en equipo, la velocidad y la preciosidad de sus pases hizo que la afición local se sintiera aún más representada por los menudos orientales que vestían de rojo.

En el encuentro siguiente, los "Chollima" convocaron a 16 mil personas a presenciar el cotejo ante Chile, otro rival de peso, que cargaba con un tercer lugar en el mundial inmediatamente anterior y que contaba entre sus figuras con Leonel Sánchez, uno de los goleadores de la justa anterior.

Norcoreanos y Soviéticos frente a frente en Middlesbrough

Y vaya que les resultó difícil. A los 26' minutos de partido, Rubén Marcos anoto de penal el primer gol del encuentro. Pero los norcoreanos no bajaron los brazos y faltando sólo sesenta segundos para que culminara el cotejo, el delantero Pak Seung-Zin, marcó la igualdad que le permitía seguir soñando con su paso a los cuartos de final.

El siguiente lance, sin dudas, sería el más complicado. Si querían ratificar el buen juego y meterse por primera vez en fases decisivas, debían vencer a la poderosísima Italia que, con Gianni Rivera y Alessandro Mazzola, pretendía meterse en cuartos de final, tras 30 años de ausencia.

En un encuentro friccionado, donde no se dieron ventajas, los norcoreanos comenzaron a sacarlas cuando el primer tiempo ya acababa. Pak Doo-Ik, marcaba el único tanto del partido y la clasificación de la República Popular Democrática de Corea a la ronda de cuartos de final. Tanto le dolió la eliminación a los "Azurros" que en Italia Doo-Ik se volvió una figura de culto, al cual denominaron "el Dentista", debido al dolor que les causó por el tanto que los eliminaba.

Momento exacto en que Pak Doo-Ik vence a Albertosi

En el país comunista se ofreció la victoria como el triunfo de la colectividad por encima del individuo, y así los subscriben los jugadores entrevistados en el documental. Pero irónicamente, sería la mayor individualidad de aquellos tiempos la que acabaría definitivamente con el sueño norcoreano.

En cuartos, el rival sería Portugal, que venía comandado por el histórico Eusebio. Los “Lusos” habían comandado el grupo C del certamen, ganando sus tres encuentros y propinándole un 3 a 1 certero a Brasil, equipo defensor del título, con el que quedaban eliminados de la justa inglesa.

No obstante aquello, el hecho de haber vencido a Italia les entregaba las armas necesarias para hacerle partido a Portugal y quedarse con el encuentro. Además, contaban con una fervorosa barra, compuesta por muchos de los habitantes de Middlesbrough, los que en masa -se calcula que unos  3 mil aficionados- los acompañaran hasta Liverpool para apoyarlos en su lance ante los “Lusitanos”.

Y el apoyo sirvió. En un primer tiempo espectacular, el elenco adiestrado por Myung Rye-Hyun, se imponía por 3 goles contra 1 a los portugueses. Al minuto de juego, Pak Seung-Zin, abría la cuenta. Veinte minutos más tarde, Lee Dong-Woon aumentaba las cifras. A los 25' Yang Seung-Kook ponía la sorpresa y el 3 a 0 transitorio, no obstante Eusebio, y en dos ocasiones, descontaba para su seleccionado, poniendo la cuota de incertidumbre para la parte final.

Yoon Kyung Oh y Coluna, capitán de Norcorea y Portugal, respectivamente
De “tu a tu” se presagiaba el segundo tiempo, pero, y ante la perplejidad de los más de 50 mil simpatizantes que se dieron cita en el Goodison Park de Liverpool, el elenco asiático que entro la etapa de desenlace, distó mucho del que ofrecía espectáculo en los encuentros anteriores.

A los 56', empató la "Pantera Negra". Y fue él mismo quien puso el transitorio 4 a 3. En ese instante, se pensó un repunte norcoreano, tal como lo hiciera ante Chile. Sin embargo, y a tan sólo diez minutos del final, José Augusto decretó el 5 a 3 definitivo y el final del sueño de los "Chollima" en Inglaterra.

A su regreso, fueron recibidos como héroes en Pyongyang. Muchos siguieron ligados al fútbol, intentando poner nuevamente a Corea del Norte en el concierto internacional, hecho que casi logran para el mundial de 1982, ya con varios jugadores menos de los que habían participado el 66’, pero en la penúltima ronda cayeron ante China y no pudieron repetir la hazaña de hacía dieciséis años.

Lo hecho por la República Popular Democrática de Corea, fue por años la mejor presentación de un elenco asiático en la historia de la Copa del Mundo. De hecho, tuvieron que pasar 36 años para que alguien pudiera igualarla. Esta vez, fue su vecino del sur, los que pudieron igualar y superar dicha performance, quienes, y en el certamen celebrado dentro de sus fronteras         -Corea-Japón 2002-, y con más de alguna ayuda arbitral, se quedaron con el cuarto lugar de la cita.

Finalmente, tuvieron que pasar 44 años para que Corea del Norte volviera a jugar un mundial. Fue en Sudáfrica 2010, pero, y pese a las expectativas, el elenco “Chollima” dejó bastante que desear,  perdiendo sus tres encuentros, marcando tan solo un gol y haciendo que la figura de aquel equipo modesto, pero aguerrido, se engrandeciera aún más y se volviera un mito.


lunes, 10 de diciembre de 2012

El Pasado Franquista de Unión Española





Con seis títulos a cuesta, Unión Española es uno de los clubes más importantes e históricos del fútbol chileno. Con tradición en buen fútbol, la camiseta “Roja” ha sido defendida por ilustres futbolistas nacionales como Alberto “Tito” Fouillioux, Atilio Cremaschi, Hugo Rubio o Francisco “Chamaco” Valdés, así como extranjeros que han dejado una huella en nuestros pastos, entre los que se encuentran Eladio Zárate, Jorge Américo Spedaletti o José María Buljubasich, por nombrar algunos.

Notables han sido muchos de sus títulos, como por ejemplo del 51’, cuando tras terminar el año empatados con Audax Italiano -su más enconado rival-, y en definición infartante, lo derrotó por la cuenta mínima con gol de Mario Lorca. O el del 73’, cuando apenas perdió un partido y le sacó siete puntos de ventaja a Colo Colo, su más cercano perseguidor, y que aquel año había sido finalista de la Copa Libertadores de América.

Tras la cordillera, los “Hispanos” también han tenido memorables presentaciones, siendo la más destacada, la final de la Libertadores disputada en 1975, cuando terminó como subcampeón continental, luego de definir en tres encuentros el torneo ante Independiente de Avellaneda.

Sin embargo, hay otra parte en la historia del cuadro “Rojo” un poco más oculta y que se contrapone a esa que hace que a la mayoría de los futboleros les resulte entrañable, querible, el equipo al cual todos adheriríamos si no vibráramos con los colores de alguno de los denominados grandes. Pero tras esas páginas de buen fútbol, de las tardes familiares  y de disfrute que ofrece el Santa Laura, se esconde una memoria que muchos ni siquiera conocen y, tras enterarse, no se enorgullecerán.

Plantel Estelar de Unión Española en 1937

Nacido al alero del Centro Español en 1897, el elenco como se conoce hoy en día, surgió tras la fusión de las instituciones  brotadas de dos asociaciones de inmigrantes españoles: el Centro Español de Instrucción y Recreación, y la Unión Deportiva Española, ocurrida los primeros días de diciembre de 1935.

Por aquellas fechas, España vivía momentos de tensa convulsión. Al Gobierno había llegado hacia algunos años el Frente Popular, coalición conformada por Comunistas, Socialistas y Sindicalistas. La situación se había polarizado a tal extremo que las desavenencias ocurridas al otro lado del Atlántico, habían traspasado dicha barrera y se habían asentado aquí en Chile también.

Las disputas se transformaron en pan de cada día en los círculos que aglutinaban a los españoles avecindados en Chile, situación que se vio aún más profundizada, cuando en España tropas del Ejército, comandadas por el general Francisco Franco y apoyadas por diversos grupos políticos que iban desde nacionalistas, pasando por la Iglesia Católica,  y hasta grupos fascistas, se levantaron en armas contra el Gobierno del Frente Popular, dando inicio a la cruenta Guerra Civil.

Rápidamente, la mayoría de los inmigrantes que simpatizaban con Unión Española adscribieron a los postulados de quienes se habían sublevado en la Madre Patria. El hecho se sustenta en que la mayoría de aquellos habían forjado un buen pasar en el país y se codeaban con las clases dominantes de nuestro país, todas, obviamente, contrarias a los ideales liberales, progresistas y de justicia social que elevaban los Republicanos.

Como punto a parte, hay que mencionar que , y en total contraposición con lo que ocurrió con Unión Española,  el Club Deportivo Social y Cultural Iberia, elenco de raigambre popular, compuesto por inmigrantes españoles empobrecidos y proletarios que suscribían las ideas que en España estaban siendo aplastadas, se identificó plenamente con la Segunda República Española que la camiseta azul-grana de los “Cuervos” fue adoptada en honor a los colores del Fútbol Club Barcelona, escuadra símbolo de la “Ciudad Condal”, último bastión Republicano en ser derrotado por las tropas de Franco.

Pero volviendo al tema que nos convoca, fue tanta fue la identificación con Franco de parte de las autoridades de Unión Española, que en abril de 1939, y tras establecerse la administración franquista en España, se llevó a cabo una celebración en el Estadio Santa Laura, a modo de festejo por la victoria Nacionalista. Esa misma situación se replicó también en el reducto de Plaza Chacabuco el 18 de Julio de ese mismo año, con el objeto de celebrar el "Día del Alzamiento Nacional", fecha que conmemoraba la rebelión iniciada tres años antes por tropas fascistas lideradas por el "Generalísimo". En aquellas ocasiones, los asistentes embanderaron con la enseña ibérica el coliseo y ofrecieron recepciones y bailes en honor a los sublevados.

Francisco Franco, Dictador Fascista Español
Tanta fue la polarización que se vivió aquí, que las pugnas sobrepasaron el ámbito propio de la colonia hispana en el país. En medio de la Guerra Civil Española, asumió como Presidente de la República de Chile, Pedro Aguirre Cerda, militante del Partido Radical que llegó al Gobierno como el candidato del Frente Popular,  mixtura prácticamente igual que la que había llegado al poder en España y que ahora se veía envuelta en un enfrentamiento bélico.

Esta situación desembocó en que simpatizantes del FRAP se enfrascaran en disputas con hinchas de Unión Española, hechos que tuvieron como momento de mayor efervescencia el año 1939, misma data en que los Nacionalistas se hacían con el poder en España.

Según consta en periódicos de la época, durante los partidos que animaba Unión Española el espectáculo no estaba en la cancha, sino en las gradas. Y sí, pues a las desastrosas presentaciones que ofrecía el elenco “Rojo” se le unían las trifulcas que animaban los hinchas que adscribían a los equipos que enfrentaban a los “Hispanos”. Así, los insultos, las pifias y hasta las agresiones eran pan de cada día, identificando al club aquí en Chile, con el avance franquista en la Madre Patria.

A tanta llegó la presión, que en el campeonato del 39', y ante la animadversión que generaba en el público, Unión Española decidió jugar sus partidos bajo el nombre de Central, a manera de evitar los resquemores y las críticas. El primer partido debió enfrentarlo ante Colo Colo, elenco que lo derrotó inapelablemente por 4 a 2. No obstante, lo que más llamó la atención de aquel cotejo no fue el resultado, sino el comportamiento de los jugadores y, por sobretodo, el de la fanaticada, la que al igual que los partidos anteriores, se deshizo en silbatinas, abucheos y reproches a los "Rojos".

La situación, tanto para dirigentes, como para jugadores, se volvió insostenible,  por lo que los mandamases “Hispanos” decidieron, y a modo de resguardar la integridad de sus jugadores y simpatizantes, retirarse de toda competencia deportiva que se llevase a cabo el año 1939, aduciendo que "la determinación se había tomado en vista de que se le quería asignar a la Unión Española un carácter político del que carece por completo, pues se limita única y exclusivamente a una labor deportiva, ajena a cuanto se aparte de este aspecto”.

La situación decantó al año siguiente. La Segunda República había sido aplastada por completo y Francisco Franco gobernaba a sus anchas, por lo que ni las burlas y protestas  tendrían mucho efecto. Unión volvía al ruedo, pero con una merma considerable en lo que a fútbol se refiere, puesto que sus máximas figuras, y ante el receso autoimpuesto, se habían alejado del club, recalando en las demás instituciones que componían el balompié criolllo.
Escudo de la Unión Española, basado en el Águila de San Juan

No obstante, los coqueteos con la Dictadura de Franco no concluyeron ahí. Según informaciones aparecidas en páginas del propio club,  a mediados de la década del 40’, y cuando el “Generalísimo” ya gobernaba a sus anchas en España,  los dirigentes del elenco “Hispano” decidieron crear un escudo que fuera exhibido con orgullo en las camisetas del club y que se convirtiera en estandarte de la institución.

La efigie escogida: el Águila de San Juan, figura asociada al evangelista, que había sido utilizada por los Reyes Católicos dentro de su escudo de armas y que fue rescatada del olvido por Francisco Franco, quien intentó a través de aquel símbolo, ensalzar los valores patrios y el nacionalismo español.

Ante las críticas, la dirigencia “Hispana” aseguró que la utilización de aquel emblema obedecía, ni más ni menos, que a la motivación de mantenerse a tono con la simbología del régimen que en esa época se vivía en la Madre Patria. Un guiño abierto a la administración franquista, y que con el correr del tiempo se iría olvidando hasta desaparecer casi por completo de la memoria futbolística del país.

Elenco de Unión Española de mediados del 40'. Ya se puede apreciar el escudo en la camiseta del arquero.

sábado, 8 de diciembre de 2012

El Euskadi, La Selección Vasca que Desafió a Franco




Corría 1937 y el levantamiento fascista contra la Segunda República Española se asentaba a punta de sangre y fuego por toda la península. La situación era funesta: más de la mitad de España estaba en manos de los alzados, la muerte reinaba en todas partes,  y el hambre junto a  la escasez de alimento coronaban un panorama aciago para el pueblo digno.

Nada ni nadie se salvaba del azote criminal de Franco y  de sus repugnantes socorros  mandados por Hitler y Mussolini. Así, y ante tanta crueldad, el novel Gobierno Vasco, encabezado por José Antonio Aguirre, y fiel a la República, decidió poner a salvo de la barbarie a miles de niños, víctimas inocentes del conflicto. Apoyados por gobiernos extranjeros, miles de infantes -se estima que más de 30 mil- se embarcaron rumbo a destinos tan disímiles, tales como Francia, Bélgica, Inglaterra, Rusia, Dinamarca o México.

Unido a esto, y con la intención de generar ayuda económica para los propios pequeños, el mismo Aguirre meditó la idea de enviar por el mundo a lo mejor del fútbol de Euskadi, reuniendo a los más excelsos jugadores de toda la región. Sin embargo, y a poco andar de la idea, se decidió reclutar a los valores que alguna vez hubiesen vestido y sentido los colores del Athletic Club de Bilbao, por considerar a este club como el mayor y mejor exponente del fútbol vasco.

Isidro Lángara, máxima figura del Euskadi
Era finales de marzo de 1937 y se presentaron en San Mamés una plantilla de jugadores incomparable, difícil de superar en su talla humana y deportiva. Los mejores exponentes del equipo campeón de la Liga justamente el año anterior, reforzados por Luis Regueiro, que venía de sendas actuaciones por el Real Madrid; Serafín Ahedo, insignia del Betis, penúltimo campeón de España antes que se suspendiera el torneo; y de un imprescindible: Isidro Lángara, goleador en el 34', 35' y 36', defendiendo los colores del Real Oviedo, y quien, cuando estalló el conflicto, no dudó en tomar las armas para defender al Frente Popular, enrolándose en el bando republicano.

El ilustre conjunto estaba encabezado por Pedro “Perico” Vallana, jugador a esa época retirado y que ostenta el rótulo aún de ser el único futbolista español en haber participado en tres Juegos Olímpicos, quien las ofició como el director técnico del equipo, quien, además de adiestrar a sus discípulos, debió de encargarse de confeccionar el uniforme que ocuparía dicha selección, además de Ricardo Irezabal, vicepresidente de la Federación Española y Manuel de la Sota, presidente del Athletic, y al que el Gobierno vasco encomendó la tutela de la expedición.

Con pocas "pilchas", pero con un corazón henchido por saber que lo que hacían trascendería en la historia y, por sobre todo, que su ejemplo empequeñecía aún más la repugnante actuación de los fascistas, los 23 héroes partieron a París, lugar donde comenzaría una de las odiseas más dignas de que tenga cuenta la historia del balompié a nivel mundial.

El sábado 24 de abril de 1937, la Selección de Euzkadi arriba a la estación de tren París-Austerlitz, en la capital gala, siendo recibidos por Rafael Picabea, diputado por Guipúzcoa y delegado del Gobierno Vasco. El tiempo corría rápido y los refugiados vascos alrededor del mundo tampoco podían esperar. En la jornada siguiente, jugarían el primer partido de la gira ante el Racing de Paris, sin embargo, toda la delegación insistió en visitar la Tumba del Soldado Desconocido, ubicada bajo el Arco del Triunfo, que representa a todos los soldados fallecidos durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial, y depositaron allí la Ikurriña, la célebre bandera tricolor vasca.

A la jornada siguiente, y como estaba presupuestado, el Euskadi, como comenzaron a llamarle a dicha selección,  y nada más que en el Estadio Parque de los Príncipes, tendría su primer apretón ante el Racing Club de Francia, último campeón del torneo galo, y que se vio reforzado con lo mejor del fútbol francés. Pero, y ni siquiera los socorros futbolísticos venidos desde toda Francia, fueron suficiente para que los locales pudieran hacerle frente a los vascos, pues, y con una inapelable actuación de Isidro Lángara, quien marcó los goles del encuentro, el Euzkadi se impuso por 3 a 0, cosechando sus primeros aplausos.

La algarabía aún no abandonaba al ilustre conjunto vasco, cuando, a la mañana siguiente, las radios de toda Europa, a excepción, por cierto, de las emisoras franquistas en España, emitían la trágica noticia de que la Legión Cóndor, encabezada por el general nazi al servicio de Franco, Wolfram von Richthofen, bombardeaba la emblemática ciudad de Guernica, enclavada en el corazón del País Vasco y considerada su capital cultural e histórica, quitándole la vida a más de 300 civiles.

Dicha aberración caló hondo en la legación vasca, sin embargo  y como homenaje a las víctimas de aquel episodio, se juramentaron ganar su próximo encuentro. Y así fue. Con una mágica demostración de fútbol, el Euzkadi barrió con el Olympique de Marsella, derrotándolo por 5 a 1, y reduciendo en parte el dolor que les significaba estar lejos de su tierra y enterarse, además, de la terrible situación que vivía su pueblo a manos del cáncer fascista.

La revancha con el Racing de París fue otro éxito, ganando por 5 a 2. Los partidos siguientes en Francia fueron otras tantas actuaciones triunfales. En Toulouse, en su tercer partido con el Racing empató a dos tantos. Europa entera se interesa por este equipo sensacional, además de admirarse por la labor humanitaria que desarrollaban para con su pueblo: Jóvenes de un país en guerra, dando patadas al balón para dar pan a los niños y compatriotas exiliados.

Tras las sendas actuaciones ofrecidas en Francia, el equipo encabezado por “Perico” Vallana recibe ofrecimientos en Checoslovaquia, Polonia y Rusia para disputar partidos y recaudar fondos. Así, y con toda la ilusión, partieron en su periplo por Europa del Este, siendo su primera parada la hermosa ciudad de Praga, donde se enfrentaría a la Selección de Checoslovaquia y a un combinado de equipos de "La Ciudad Dorada", como solía llamársele a la capital checoslovaca.

No obstante la expectativa, la admiración y el júbilo que generó el Euzkadi en Praga, el periplo por Checoslovaquia no fue cien por ciento placentero. En su primer partido ante la selección de aquel país, el combinado vasco, a pesar de demostrar gran calidad, cayó por un estrechísimo marcador de 2 a 1. Luego, y enfrentando a un surtido de los mejores futbolistas de Praga, volvió a ser derrotado, esta vez por 3 a 2. Sin embargo, esto no fue lo que más dolor le causó a la "Selección Histórica", pues una  falsa información franquista enviada a toda Europa, tildándolos de "Comunistas",  fue el hecho que les traería más de un dolor de cabeza en los días venideros.

Tras dejar Checoslovaquia, el conjunto vasco tomó rumbo a Polonia. Ahí, viajaron primeramente a Katowice, capital carbonífera del mundo, donde jugarían ante el seleccionado polaco,  al cual derrotó por un ceñido 5 a 4. La revancha, se llevaría a cabo pocos días después, pero esta vez en la capital de aquella república: Varsovia. Una vez arribados a la capital, el “mote” con que Franco había catalogado a la gira de esos verdaderos patriotas, se había regado por las calles de la “Ciudad Siempre Invencible” y llegado a oídos de la policía varsoviana, ente que les malogró su estadía en aquella ciudad y complotó para que el encuentro de revancha no se jugara.

Con la intención de mostrarle al pueblo polaco que si bien su acción tenía un trasfondo político, su misión única era la de recolectar dinero y enviárselos a sus compatriotas dispersos, de manera obligatoria,  por gran parte de Europa y Latinoamérica, el  seleccionado de Euskadi  se acercó, uno de los domingos en que estuvo en Polonia, a  una iglesia para oír la misa, como queriéndoles mostrar a sus celadores que los comunistas también comulgaban.

Recibimiento del Euskadi a su llegada a Moscú

Tras su triste paso por Polonia, el pequeño grupo vasco olvidó rápidamente los momentos amargos vividos en este último país y se dirigió en tren rumbo a Rusia. Allí esperaban recibir todo el apoyo de la gente, galerías repletas de gente queriendo ver su juego y apoyar su cruzada, sin embargo, jamás imaginaron que recibirían el homenaje más emocionante de todo su heroico periplo.

El recibimiento en Moscú fue grandioso. Las autoridades y el pueblo aclamaron a los vascos. Con ramos de flores, entregados por bellas muchachas rusas, la delegación fue hospedada en el Hotel Metropol, quizás el albergue más importante de toda Rusia, donde se prepararon para enfrentar su primer partido en las tierras de Iosif Stalin, frente, nada más y nada menos, que al Lokomotiv, último campeón de la Liga Soviética, al cual vencieron por un lapidario 5 a 1 en un estadio abarrotado por 90 mil espectadores.

Luego del partido vendría el momento más emotivo en esta travesía cargada de conmociones, tristezas y optimismo, pues a pocos kilómetros de la capital soviética se había instalado un campamento de refugiados vascos, el que tenía como gran particularidad el de estar compuesto íntegramente por niños. La delegación de Euskadi no perdió tiempo en ir a visitarlos y, con un gran entusiasmo, más de quinientos infantes, venidos de todos los rincones de Euzal-Herria, y que salvaguardando sus vidas del horror de la guerra, habían de marchar a las frías estepas rusas.

Aquella tarde fue memorable. Los niños pudieron ver de cerca de todos sus ídolos y deleitarlos enfrentándose a un grupo de chicos rusos que también llegó a compartir de tan memorable velada, en un entretenido partido de fútbol. Destacaron entre los impúberes dos de exquisita técnica: Paco Angulo, que con el tiempo se convertiría en médico del Athletic Club de Bilbao, y  de Ruperto Sagasti, quien, y al poco tiempo, se convertiría en uno de los punteros más insignes del Dinamo de Kiev y del Spartak de Moscú y que, posteriormente, se transformara en el director de todas las escuelas rusas de fútbol.

Posteriormente, y tras esa maravillosa sorpresa,  la delegación vasca siguió con sus compromisos a la largo y ancho de la Unión Soviética. Dos contra el Dynamo de Moscú, donde registró dos victorias. Luego se trasladó a Leningrado, donde igualó ante el Dynamo de aquella ciudad. Tras visitar la Ciudad de Lenin, también se dirigieron a Kiev, Minsk y Tiflis, ganando en todas sus presentaciones. El último partido en tierras soviéticas los enfrentó, nuevamente, ante el Spartak, cuadro con el cual tuvo su primer y único traspié en su incursión en la URSS.

Al marcharse de Moscú, una mala nueva golpeó duramente al seleccionado: la caída de Bilbao a manos de las tropas franquistas. La desesperación de saber poco y nada de sus familias, además de enterarse de la pérdida de innumerables vidas tentó al grupo a volverse a España, sin embargo el Gobierno Vasco les rogó que siguieran dando patadas al balón, para poder seguir dando pan a los niños que seguían exiliados. Y aceptaron el ruego con una disciplina encomiable.

Tomaron sus maletas y vía Leningrado, se dirigieron a Finlandia y desde allí a Noruega, donde disputaron algunos partidos. Tras visitar Oslo, se trasladaron a Dinamarca, donde jugarían dos partidos más, con victorias vascas inapelables. Luego de su estadía en tierras danesas, el Euzkadi se volvió a Francia, donde, y a algunos kilómetros de Paris, instalaron su residencia en el pequeño pueblo de  Barbizon.

Una vez instalados en Francia, y dejando de lado por un instante el fútbol, el Euzkadi tuvo tiempo de pensar y meditar lo que ocurría en Bilbao y en España. La guerra no tenía para cuando terminar y muchos de ellos temían por la suerte que corrían sus familias. Esta situación motivó la deserción de más de algún jugador, mientras que otros, con la convicción firme que desde lo que sabían hacer mejor podían ayudar a quienes sufrían el flagelo del conflicto que desgarraba la patria, comenzaron a analizar la arriesgada tarea de cruzar el Atlántico para seguir con la gira, pero esta vez en América.

Los directivos y jugadores del Euzkadi estudiaron con mimo y detalle el programa, países y partidos a jugar en América, a la vez que se prometían no abandonar la expedición, aún a costa de cualquier fichaje personal. Había que seguir y seguirían Solamente había una premisa: continuar. Entonces surgió dentro del equipo Euzkadi una gran solidaridad y empeño. Prueba de ello es que en América nadie se dejó deslumbrar ni atraer por tentadores fichajes, hasta que se disolvió el equipo. Es imagen de que la selección vasca fue mucho más que un equipo de fútbol.

Poco menos de un mes de arribados a Barbizon, las cartas ya estaban echadas: Partían a América. Se dirigieron al puerto El Havre y a bordo del trasatlántico Ile de France, partieron hacía Nueva York, de ahí a La Habana, posteriormente a Veracruz y finalmente a Ciudad de México, donde tenían agendado una serie de encuentros ante equipos aztecas. Allí el Euzkadi se enfrentó a cuadros de  Orizaba, Guadalajara, México e incluso a la Selección Nacional Mexicana. El palmarés no pudo ser más positivo y brillante: vencieron en los diez partidos jugados, incluido contra el combinado nacional.

Tras su victorioso paso por México, país amigo del País Vasco y de la Segunda República Española, el Euzkadi recibió un ofrecimiento ineludible: desde Sudamérica, y nada más que desde Argentina, los cinco equipos más importantes de aquel país los convidaban a enfrentarse a ellos. La fama de lo que estaban haciendo había traspasado las fronteras de Europa y se regaba a lo largo de toda América. Racing Club de Avellaneda, San Lorenzo de Almagro, River Plate, Independiente y Boca Juniors querían ver y disfrutar del maravilloso espectáculo que el Euzkadi ofrecía en cada partido.

Y había que cumplir con el compromiso sureño, acudiendo a disputar una serie que había sido selectivamente programada por los cinco grandes clubes argentinos. Pero al arribar a Buenos Aires, en medio de una extraordinaria expectación, se encontraron con la cruda realidad y desilusión, pues las maniobras maquiavélicas de personalidades españolas, impidieron la celebración de los juegos contratados. No hubo manera de jugarlos, pues los tentáculos del sistema franquista habían sido certeramente dirigidos.

José Iraragorri, Insigne Delantero Vasco
De retorno a México, el cuadro vasco hizo una escala en Chile, para desde allí embarcarse hacia tierras aztecas. Las ganas de seguir reuniendo fondos, los hicieron jugar un encuentro en Valparaíso, contraviniendo las órdenes de la Federación Nacional de Chile, que también había caído en la trama facciosa, pues el presidente de aquel combinado guardó el telegrama oficial que le impedía disputar aquel encuentro y sólo lo hizo público una vez realizado el partido. Y es que las fama del buen fútbol que mostraba el Euzkadi ya no tenía límites. Al final, el cotejo también fue ganado por los peninsulares.

Luego de que se truncaran la serie de cotejos que sostendrían en Buenos Aires debido a los comentarios malintencionados venidos desde España, el combinado  vasco regresó a México, sin embargo, antes cruzó el Mar Caribe para aterrizar en Cuba. Allí, se enfrentó al Centro Gallego de la Habana, cuadro al que doblegó por 2 goles contra cero, y, posteriormente, se midió ante la Selección Cubana de Fútbol, escuadra a la que barrió por un apabullante 6 a 0, poniendo fin a su gira por Latinoamérica.

Una vez de regreso en México un ofrecimiento imposible de rechazar les llegó de parte de las autoridades del fútbol azteca: jugar el campeonato nacional del balompié mexicano. Como un equipo más, el combinado de Euskadi pelearía palmo a palmo la corona de campeón de aquel fútbol con equipos de la talla de el América, el Real Club España, Necaxa o el poderoso Reforma, equipos que regían el deporte rey en esos años en la tierra de Pancho Villa.

La invitación fue imposible de refutar. Corría el año 1938 y en España la guerra seguía desmembrando al país. Las tropas franquistas tenían bajo su mando a tres cuartas partes del país. Bilbao y el País Vasco habían caído bajo las garras fascistas y el bando republicano concentraba sus esfuerzos de contrarrestar los ataques falangistas parapetados en Cataluña y Castilla-La Mancha. En definitiva, el futuro para la madre patria se veía más que oscuro y los españoles desperdigados por el mundo necesitaban aún más la ayuda que podía enviarles ese montón de soñadores que les permitía tener el pan cada día.

La presentación del cuadro vasco en ese campeonato fue sencillamente espectacular. Terminaron segundos tras el Asturias, contabilizando siete triunfos, un empate y cuatro derrotas, y cosechando un punto menos que el cuadro que se coronaría campeón, alzando a Isidro Lángara, Pedro Regueiro y  José Iraragorri como puntales y figuras de la competición.

Una vez concluido el campeonato, y al resolverse la cruenta guerra civil en España con el triunfo del fascismo, el cual se enquistaría por casi cuatro décadas bajo una terrible dictadura a manos de Francisco Franco, el Euskadi decide disolverse.   Los equipos argentinos seguían con interés las actuaciones de los jugadores vascos y empezaron los fichajes: Zubieta, Lángara, Emilín e Irarragorri, por San Lorenzo de Almagro; Blasco, Cilaurren, Aedo y Areso, a River Plate. Otros se calzaron las camisetas de distintos clubes mexicanos. Y algunos, como los hermanos Regueiro, se alejaron del fútbol para iniciar negocios en México. En definitiva, el místico, carismático y espectacular equipo que luchó por su patria y por su gente llegaba a su fin.

Atrás quedaban más de dos años de sufrimientos, alegrías y sacrificio. De luchar en el frente, en la retaguardia, en el mar. También en el exilio. De luchar con pocas armas, dando el pecho, con valentía y hasta con los pies. Había que seguir y se seguiría. Era una consigna clavada en hasta en la médula. En el corazón. Más que nunca, Euskadi tenía que vivir, y seguiría viviendo. Y hubo un Gobierno vasco joven y con garra, que no olvidó a nadie. Fueron los niños los primeros; fueron los ancianos y los sin techo; fueron también los que sufrían y tenían muertos. Se salvó la juventud y quedó la semilla. El grito se había dejado oír en Europa y el mundo. Sin armas ni secuestros. Sin amenazas ni rescates. Con un balón de fútbol y mucho sacrificio, el Euzkadi le mostró a todos que los sueños, el amor por el próximo, los ideales y por sobre todo el sacrificio en torno a un balón, valían más que toda la maquinaria de guerra espuria y despreciable con que Franco y sus secuaces aniquilaron su patria.