martes, 28 de abril de 2020

Bozidar "Bosko" Petrovic: Cuando Los Ideales Se Hacen Carne





Lo común en un futbolista es que una vez colgados los botines su siguiente paso sea calzarse el buzo de técnico y dirigir algún equipo. Otros, seducidos por las luces y las cámaras, que desvíen sus caminos y tras un micrófono las oficien de relatores o periodistas. Los menos, que marchen a sus casas a vivir de los frutos que les significó su actuar, rememorando de cuando en cuando las glorias pasadas. Sin embargo, extraño resulta cuando su alejamiento obedece a ideales, más cuando éste ocurre temprano, teniendo todavía años y méritos para alzarse como una estrella.

Bozidar Petrovic entra en esta última categoría. Nacido el 7 de abril de 1911 en Bela Palanka, pequeña ciudad en el sureste de lo que fuera Yugoslavia, muy cerca de la frontera con Bulgaria, desde pequeño mostró habilidades con el balón pegado al pié, sin embargo, y por expresa petición de sus padres, dejó de lado la pelota -momentáneamente- y se dedicó a los estudios. Así, y con brillantes calificaciones, ingresó a estudiar derecho a la Universidad de Belgrado, el centro educativo más prestigioso de lo que en aquella época se conocía como el Reino de Yugoslavia. Allí, y junto a su ejemplar comportamiento como estudiante, floreció su veta política.

Petrović  con la camiseta del FK Vojvodina
Motivado por las injusticias que se vivían en su país, "Bosko" se sintió atraído por las ideas liberales, de justicia social y de unidad del pueblo que esgrimía Filip Filipovic, líder de político yugoslavo, y se unió al Partido Comunista de aquella nación, que permanecía en la clandestinidad, ilegalizado por la administración nacionalista que regía los destinos de aquel país balcánico.

Allí, Petrovic forjó la conciencia y el amor al prójimo que años más tarde le haría tomar la decisión más trascendente de su novel vida.Tras terminar sus estudios y graduarse de abogado, Petrovic, ávido de aprender nuevos conocimientos, se enroló en la Real Fuerza Aérea de Yugoslavia. Como cadete de la clase 16º de la escuela de pilotos del Primer Regimiento del Aire, es enviado a Novi Sad, al norte de lo que hoy es Serbia. Allí, entre instrucciones de vuelo y sesudos manuales, volvió a aparecer en su camino la pasión que durante toda la vida le había quitado el sueño: El fútbol.

El FK Vojvodina de la ciudad yugoslava de Novi Sad, le ofreció integrarse a su plantilla y "Bosko" no lo dudó. "Vieja Dama", como se le conoce al club por ser una de las instituciones más antiguas de lo que hoy es Serbia,  estaba en búsqueda de jugadores para participar del campeonato regional de aquella localidad , por lo que apenas lo supo se inscribió. Su buena técnica  y la habilidad con el balón le permitieron quedar en el equipo y ganarse de inmediato un lugar de titular en la oncena. Por ahora, la política y por sobre todo el derecho podían esperar.

Con el Vojvodina, Bozidar Petrovic comenzó  un coqueteo que se convertiría en amor al cabo de dos años. En 1934, "Bosko" se coronó campeón de la liga de Novi Sad con la camiseta "Albirroja", derrotando en la final al FK Macva Sabac. En aquella temporada, y en una presentación brillante, la "Vieja Dama" arrasó con un rivales, ostentando 10 triunfos, 1 empate y apenas una derrota. El título del torneo regional le valió el pase directo para disputar el campeonato estatal, donde también sorprendió con 4 victorias e igual número de derrotas. Con dicha cosecha, el "Firmasi" terminó en el segundo lugar del nacional, ubicándose solamente  detrás del BSK Borča.

Novi Sad estaba en éxtasis. Su club se codeaba con los mejores de Yugoslavia y entre sus figuras se alzaba Bozidar "Bosko" Petrovic, el letrado e idealista muchacho que había cambiado los libros y las consignas por darle patadas a un balón. Con 22 años, el mundo del fútbol le abría las puertas y el SK Jugoslavija, el cuadro más importante de la liga local, le ofrecía defender sus colores. Petrovic no lo pensó dos veces y aceptó la oferta de "Los Rojos".

Ya en Belgrado, las buenas nuevas volvieron a tocar su puerta. La Selección de Yugoslavia, que había sido cuarta en el Mundial de Uruguay cuatro años antes, lo nominaba para que disputara un amistoso en Paris ante la Selección de Francia, que venía de disputar la Copa del Mundo de Italia 1934. El pleito, disputado en el Estadio Parque de los Príncipes, terminó favoreciendo a los "Galos" por un estrecho 3 a 2 y "Bosko" fue reemplazado al promediar la segunda fracción, recibiendo la ovación de las 37 mil personas que repletaron el coliseo parisino.

Selección de Yugoslavia  de 1930

De regreso, se unió de lleno a los entrenamientos con el Jugoslavija, elenco que tras el receso del fútbol el año anterior, pretendía dejar atrás los casi diez años que llevaba sin ser campeón. No obstante, y aún cuando destacó entre las principales figuras del equipo, Bozidar  Petrovic no pudo alzarse con el título, conformándose con ver como el BSK Beograd se coronaba campeón, sumando apenas dos puntos más que "Los Rojos".
Sus soberbias actuaciones le significaron que el campeón -el BSK- se fijara en él y lo reclutara para la siguiente temporada. “Los Románticos”, como se le conoce al equipo belgradense, y como preparación para el torneo que comenzaría en julio, se trasladaron a Paris para animar una serie de amistosos.

En la “Ciudad de la Luz”,  Petrovic  fue invitado a probar distintos tipos de aviones, por lo que decidió terminar ahí su relación con el fútbol y mantenerse en Paris pilotando dichas naves. Y sería allí donde el destino nuevamente lo pondría en una encrucijada: en España, tropas fascistas se levantaban contra la Segunda República Española, dando inicio a una feroz Guerra Civil. "Bosko" no lo pensó dos veces y haciéndose eco de su sentimiento internacionalista y su filiación marxista, partió a ponerse a las órdenes de la Fuerza Aérea de la República Española, aprovechando su expertiz como piloto de combate.

Debido a la problemática situación que vivía España, Petrović debió ingresar al país con un pasaporte falso facilitado por una de las tantas organizaciones comunistas que allí existían. Así, arribó el día de Navidad de 1936 a dicho país, bajo el nombre del ciudadano español Fernando García.

Bandera de las Brigadas Internacionalistas
Una vez en España, fue destinado a la Escuela del Aire de Albacete para recibir un breve curso de capacitación que duró casi un mes. Tras aquello, se enrolo en el Grupo André Malraux, que llevaba el nombre del novelista y político francés que tras el inicio del conflicto consiguió movilizar bombarderos, cazas y aparatos de escolta, así como tripulación para dichas aeronaves.

Su primera misión fue la defensa costera de la Base Aérea de Manises, en las cercanías de la ciudad de Valencia, que por esos años, y debido al asedio que sufría Madrid de parte de los sublevados, las ofició de capital de la República Española. En eso se mantuvo durante varios meses hasta que el 14 de febrero de 1937 fue alcanzado por la aviación enemiga, hecho que le hizo capotar y terminar herido.

Tras un tiempo en el hospital, Petrovic fue reubicado en la Segunda Escuadrilla del Grupo 12 conocido como "Katiuskas". En dichos aviones, el ex futbolista yugoslavo llevó a cabo varias misiones, bombardeando diversos objetivos fascistas. Sin embargo, y tal como en el fútbol, cuando tomaba el balón, encaraba a los rivales y se marchaba en demanda del gol, "Bosko" necesitaba más adrenalina, por lo que le solicitó a sus superiores el entrar en combate.

Esta situación, le significó ser enviado a la Escuela de Alta Velocidad El Carmolí, ubicada en Cartagena, en la Región de Murcia. Ahí, y durante dos meses, aprendió a pilotar los modernos aviones de fabricación rusa Polikarpov I-15, conocidos durante la contienda como "Chatos". Estos aeroplanos, diseñados para el combate aéreo contra otras naves, significaron un gran apoyo para las fuerzas republicanas, debido a su maniobrabilidad y rapidez, ocasionándole numerosas bajas al bando enemigo.

Pilotos Yugoslavos en España

Una vez aprendidos todos los conocimientos necesarios, Bozidar se incorporó a la Primera Escuadrilla de "Chatos", comandada por el capitán soviético, Iván Yeriomenko, y la cual estaba compuesta, además de los dos pilotos antes mencionados, por aviadores rusos, dos estadounidenses y dos austríacos. Este escuadrón, fue enviado al frente aéreo que se encargó de la Defensa de Madrid. Allí, y enfrentándose a los aviones de la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria, aeronaves enviadas por Hitler y Mussolini, respectivamente, para apoyar a los sublevados, "Bosko" se destacó inmediatamente como un hábil piloto, puesto que a los pocos días de haberse unido al frente de batalla, derribó su primer avión.

Así, el 2 de junio de 1937, y sobre la Sierra de Guadarrama, cordón montañoso que cruza Madrid, Segovia y Ávila, Petrovic tumba un Fiat C.R.32, caza biplano de la Aviazione Legionaria, en el marco de la Batalla de Madrid. Producto de su buen desempeño y el de su escuadrón, fue reubicado cerca de Algete, unos kilómetros al noreste de la capital española, donde se desarrollaba la Batalla de Brunete.

Polikarpov I-15, avión pilotado por "Boško"
Fue ahí, donde "Bosko"  alcanzó su consagración como un piloto de fuste, alzándose como un “As de la Aviación” -condecoración reconocida mundialmente y que se le otorga a los pilotos que acreditaron el derribe de al menos cinco aviones- y  donde también logró la inmortalidad. En poco más de un mes de combate, el piloto, futbolista, abogado y comunista yugoslavo, abatió seis aeronaves enemigas, entre las que se encontraban un bombardero alemán Dornier Do 17, conocido como "Lápiz Volador", tres Fíat C.R.32 italianos, y un Messerschmitt Bf 109 alemán, siendo el primer piloto en la historia en derribar un avión del tipo de aquel caza alemán.

Sin embargo, la mañana del 12 de julio de 1937 Petrovic se convirtió en mito. Aquella calurosa mañana de verano en España, "Bosko" junto a otro compañero derribó un bombardero ligero alemán, Heinkel He 111. Por la tarde, y en el marco de un cruento combate aéreo sobre la localidad de Villanueva de la Cañada, ubicada a unos 30 kilómetros de Madrid, el piloto yugoslavo se apresuró en cubrir a Ivan Yeriomenko, capitán de su escuadrilla, y derribó otro aeroplano de la Aviazione, sin embargo, dicha maniobra le significó quedar al alcance del avión sublevado al mando de Miguel García Pardo, quien lo derribó. El Polikarpov I-15 de Petrovic se estrelló, muriendo instantáneamente a un par de meses de haber cumplido los 26 años.

El joven estudiante que se había erigido como un gran abogado. El amante del fútbol que tocó la gloria con el  FK Vojvodina y la Selección Yugoslava. El idealista que había luchado por los derechos de los más indefensos. El piloto internacionalista que acudió al llamado de una patria amenazada por el fascismo, terminaba su vida defendiendo sus ideales. La llama furibunda de su extraordinaria vida se extinguía, sin embargo su fulgor no se apagaba.

El ejemplo magnánimo de su lucha se regaba por España, por su patria, por el mundo y por la memoria de todos los que creemos y queremos una sociedad más justa, más igualitaria y más bella. Y así lo entendieron en innumerables partes, sin embargo,  tuvieron que pasar años para que la proeza del oriundo de Bela Palanka se conociera a lo largo y ancho del orbe, y fuese reconocida.

Estadio del Partizan de Belgrado
El secretismo con que trató todo lo que oliera a Republicano, bando finalmente derrotado por Franco y sus esbirros, demoró en que el arrojo de aquel joven se difundiera, pero ni siquiera aquello fue suficiente. A 22 años de su sacrificio, el 23 de mayo de 1959, la Asociación de Fútbol de Yugoslavia colocó una placa conmemorativa en su honor en el Estadio del Club Partizan de Belgrado, reducto donde por muchos años disputó sus encuentros de local el seleccionado yugoslavo.

Asimismo, el gobierno de Jozip Broz Tito, Primer Ministro de Yugoslavia, instauró que en las ciudades de BelgradoNovi Sad e Ivanjica, ciudad natal de sus padres, sendas calles llevaran su nombre para que su ejemplo y su nombre jamás fuesen olvidados.

Finalmente, tras el advenimiento de la democracia en España, y a casi setenta años de iniciado el conflicto, el Congreso de los Diputados de aquella nación decidió otorgarle a los Brigadistas Internacionalistas, entre los que se incluía Božidar “Bosko” Petrovic, la nacionalidad española por gracia, en reconocimiento a la labor y el arrojo que todos ellos tuvieron para defender una nación que les era ajena, pero que defendieron con ahínco y vehemencia, como si les perteneciera.

Hoy, los restos de "Bosko", al igual que los de tantos otros "Internacionalistas", descansan en una fosa común en las inmediaciones de Brunete, pues las tibias leyes españolas han impedido que, de manera certera y diligente, se puedan reabrir, exhumar y reconocer a quienes ahí se encuentran sepultados, para darles un digno, honroso y respetable enterramiento.
Aviadores Republicanos 


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