jueves, 27 de agosto de 2020

Apología a David: El Luis Cruz Martínez Campeón de Copa Chile 1962


Con cuarenta ediciones a cuesta, la Copa Chile es, sin dudas, una de las competiciones más entrañables de nuestro fútbol.

Si bien no tiene la tradición ni el prestigio de la FA Cup inglesa, la antigüedad de la Scottish Cup, la masividad de participantes de la Copa del Rey ni la trascendencia de la Copa Perú (que entrega el ascenso directo a la élite del fútbol incaico al campeón), la Copa Chile le ha abierto una posibilidad cierta de tocar la gloria a equipos cuyo presupuesto y tal vez su historia no se lo permitirían.

Con Colo Colo dominando a sus anchas el palmarés de dicho torneo, con 12 títulos a cuestas (los Albos le sacan una ventaja considerable a Universidad de Chile, que tiene 5 copas, Universidad Católica, que exhibe 4, y Santiago Wanderers, que presume 3, por nombras sólo algunos de los campeones), la Copa Chile tiene un ganador del que no se habla mucho y el cual vale la pena recordar, más aún, si éste es el único vencedor de dicha justa que se ha quedado con el trofeo siendo un elenco amateur: el Club Deportivo Luis Cruz Martínez de Curicó, que se alzó con el galardón en la versión de 1962.

Esta es su historia...

Fundado en 1905 en honor al héroe patrio, Luis Cruz Martínez, subteniente del Ejército Chileno que se volviera eterno en la mítica Batalla de la Concepción, en el marco de la Guerra del Pacífico, el "Ele U", como entrañablemente le conocen en Curicó, deambuló casi seis décadas en el fútbol aficionado de la Región del Maule, con mayor o menor éxito, hasta que en 1962, la Asociación Central de Fútbol, ente rector del balompié chileno que antecedió a la actual ANFP, decidió extenderle una invitación para participar de la Segunda División aquella temporada, hecho que le permitiría, también, disputar la Copa Chile, que en ese año llevaría el nombre de Copa Preparación.

El primer escollo del "Ele U" fue Lister Rossel, (el actual Club de Deportes Linares), un rival del nivel del Cruz Martínez y que le permitiría a los curicanos saber de qué madera estaban hechos.


El debut del "Ele U" en la Copa Chile quedó fijado, entonces, para el domingo 15 de abril de 1962 en el Fiscal de Linares. La ciudad de las tortas, enloquecida por el suceso, no dudó en apoyar a su club y 600 forofos del cuadro azur acompañaron al elenco que dirigía técnicamente el paraguayo Oviedo Casartelli a Linares para hacerle el aguante al Cruz Martínez en su estreno oficial en el balompié profesional y su periplo traería suerte. 


Bernardo Leyton

Formando con Carlos Bustos en portería;  Alejandro Calderón, Jovino Faúndez y Luis Farías en la zaga; Manuel Ribó y Hernán Verdugo, en el mediocampo y con Luis Ponce,  Alejandro López, José Antonio Baum, Bernardo Leyton y Mario Riquelme en delantera, el "Ele U" saltaba al gramado del Fiscal de Talca para comenzar a cimentar el primer peldaño que lo llevaría al selecto grupo de clubes campeones en el fútbol chileno.

Y la tarea resultó a la perfección: a los 18' minutos de juego, Mario Riquelme abría la cuenta para los curicanos y seis minutos después, ponía el segundo. Finalmente, Bernardo Leyton aseguraría el triunfo promediando el segundo tiempo, sellando la victoria para el Luis Cruz Martínez y su paso a la siguiente ronda. Jofre haría más decoroso el traspié para los linarenses, poniendo el 3 a 1 final al minuto 70'.

El júbilo en Curicó fue total. La gente se volcó a las calles de manera espontánea, reuniéndose en la Plaza de Armas de la ciudad para recibir y vítorear al plantel que horas antes les había entregado un histórico triunfo.

El siguiente escollo que se cruzaba en el camino del "Ele U" era Ñublense, cuadro que el año anterior había rasguñado el ascenso a Primera División, que contaba entre sus filas a José Borello, campeón con Boca Juniors el 54' y con la Selección Argentina de la Copa América de 1955, y que había dejado en el camino a Rangers de Talca por 2 a 1.

El sorteo, esta vez, favoreció a los curicanos y el partido único, formato en que se disputó el torneo aquel año, se jugó en el Estadio La Granja, el domingo 22  de Abril y ante 2.509 espectadores que dejaron una recaudación de 1.460 Escudos.

En un duelo parejo hasta decir basta, el Cruz Martínez fue quien tuvo las mejores opciones para quedarse con el triunfo en los 90 minutos, sin embargo, el empate, negando a romperse, se estiró hasta en los dos tiempos suplementarios que se jugaron para desequilibrar el lance. Así, todo se definió desde los doce pasos.

Las reglas en aquel tiempo no eran como las actuales, donde no se repite el mismo jugador pateando hasta que hayan ejecutado un tiro todos los futbolistas que entraron en juego durante el partido, por lo que hubo más de alguno que se repitió frente al arco, siendo Urquiola, en el caso de los chillanejos, y Leyton, por parte del “Ele U”.

Bernardo Leyton, un jugador de una pegada exquisita y que recaló en Curicó tras defender a Audax Italiano, fue el encargado de abrir la cuenta para el “Ele U”, mientras que Urquiola equiparó para Ñublense, escena exacta que se repitió en la segunda tanda. Todo lo definía, entonces, el “Negro” Leyton, quien, con un zurdazo furibundo, metió al Luis Cruz Martínez en los cuartos de final de la Copa Chile y le entregó, hasta el momento, el logro más importante de los curicanos en su novel historia. Pero iban por más…

En cuartos, el rival, sí o sí, sería un cuadro de Primera División, por como se habían definido las demás llaves y, lo que le sumaba una dificultad aún mayor, todos los posibles contrincantes (Universidad Católica, Unión Española, Audax Italiano, Palestino, Santiago Wanderers, Everton y Santiago Morning -con la sola excepción de O’Higgins-), se jactaban de haber sido campeones del fútbol chileno, un “cuco” al que el “Ele U” no lo intimidaría.

El sorteo no fue muy benigno con los curicanos, emparejándolos con Unión Española, un histórico del balompié chileno, que cargaba ya con dos títulos nacionales y que había sorteado con facilidad las dos fases anteriores (derrotando 3 a 1 al Valparaíso Ferroviarios y 3 a 0 al Green Cross), sin embargo, el lance, al menos, se volvería a jugar en el Estadio La Granja, lo que le daba el plus de contar con el aliento de su hinchada.

En otro match de dientes apretados, ambos elencos no se dieron tregua y firmaron un 0 a 0 que obligó a definir todo en tiempo suplementario. Mas no pasaría mucho tiempo para que el triunfo decidiera allanarse hacia el lado del “Ele U”, cuando, y apenas a los 4’ minutos del primer lapso extra, Bernardo “Negro” Leyton provocó el jolgorio de las galerías en La Granja y el festejo en toda una ciudad, anotando el primero, victoria que se afianzaría a los 10’ del segundo tiempo adicional, cuando Mario Riquelme selló un 2 a 0 histórico, que le daba un triunfo trascendental y catapultaba a los azules a una semifinal inédita para sus anales y para el fútbol de la Región del Maule.

El Diario La Prensa de Curicó informaba que el triunfo abrochado por el Cruz Martínez, aquel domingo 29 de abril de 1962, infundió un clamor tal en la afición del “Ele U”, que la hinchada, tras el pitazo final, encendió antorchas para festejar el éxito y homenajear a sus jugadores que “con clase, con excelente estado físico y con honestidad y vergüenza deportiva”, tal como graficaba el medio curicano, habían conseguido la victoria y el paso a las semifinales.

La gloria estaba a un partido y los dirigidos por Casartelli no iban a perder la oportunidad de quedar para siempre en la historia linda del fútbol chileno, viniera quien viniera y jugaran donde jugaran. La vida había que jugarla en el siguiente partido porque la final, si es que lograban hacerse con un lugar en ella, se quedaría de su lado porque ahí pondrían el corazón.

El destino quiso emparejarlo con Santiago Wanderers, un rival que se había hecho con un lugar entre los cuatro mejores del certamen a “pura suerte”, pues había avanzado las últimas dos rondas por sorteo. Sí, leyó bien: por sorteo, pues ante Unión La Calera, en la Segunda Fase, y ante Everton, en Cuartos, los partidos habían sido tan disputados, tan equiparados, tan nivelados, que habían terminado en tabla en los 90’, los dos suplementarios y en la tanda de tres penales que habían definido las bases del torneo como regla para dirimir en caso de paridad, por lo que el azar le había ofrendado un cetro en la Semifinal, cotejo que pretendían ganar a como diera lugar para ratificar el título que había levantado en la misma justa, pero el año anterior.

La lid quedó fijada para el domingo 13 de Mayo y el partido se jugaría, nuevamente, porque el sorteo así lo quiso, en el Estadio La Granja, con más de 3 mil espectadores que agotaron las entradas que se pusieron a la venta, todo un récord para la ciudad y para el torneo mismo de aquel año, pues dicha concurrencia se metía en el podio como la tercera de mayor aforo en lo que corría de Copa, tras los 5.521 que habían presenciado el triunfo de Coquimbo por 3 a 0 sobre Deportes La Serena, y  los 4.291, también en la Cuarta Región, que presenciaron el triunfo a domicilio que le propinó Palestino a los “Piratas”, en el marco de la Segunda Fase.

Adolfo Reginatto fue el encargado de pitar aquella tarde y Bustos; Calderón, Faúndez y Farías; Ribó y Verdugo; Guajardo, Hurtado, Baum, Leyton y Riquelme, los elegidos por Ovidio Casartelli para saltar a la cancha a pelear su lugar en la final ante el Decano del fútbol chileno.

El juego, tal y como los últimos que había disputado el “Ele U”, se desarrolló ajustadísimo, con pierna fuerte, balón dividido y un nerviosismo que se apoderó de jugadores e hinchas. Ninguno de los dos cuadros se atrevían a arriesgar mucho, pensando en que cualquier error podía significar el adiós del certamen, por lo que el empate fue el resultado que dejó el juego tras el fin de la primera fracción, sin embargo, el Cruz Martínez estaba para hacer historia y lo demostraría en el epílogo.

Corría el minuto 53’ y Luis Farías, defensor del cuadro curicano, avanzó con el balón por el sector izquierdo y ante el “apriete” de Eugenio Méndez, puntero derecho de Wandereres, le metió un túnel a “Pastelito”  y con la pelota limpia, a su total merced, le metió un pase perfecto a Héctor Guajardo quien, a la entrada del área, y con un furibundo zapatazo, le incrusta la pelota al otro palo a Juan Olivares, portero “Caturro”, decretando el primer y único gol del partido, dándole los boletos al “Ele U” a la finalísima, desenlace donde ya lo esperaba la UC.

El rival, era el más difícil de los que habría podido tocarle al Cruz Martínez. Católica era el actual campeón de Primera y se había ganado su lugar en la final barriendo 6 a 1 a Deportes Colchagua en la Primera Fase, ganándole en la tanda de penales a San Antonio Unido (que había eliminado a Colo Colo), boleteándo a Santiago Morning por 4 a 2 en Cuartos de Final, y metiéndose en el último cotejo, luego de ganarle por 4 a 3 a  O’Higgins.

La final se definió para desarrollarse en Santiago, en el Estadio Independencia, reducto donde Universidad Católica las oficiaba de local antes de marcharse a San Carlos de Apoquindo, y quedó fijada para el domingo 20 de mayo de 1962.

Curicó enloqueció con la posibilidad de levantar la copa. Cerca de 2 mil hinchas partieron desde aquella ciudad para hinchar por el “Ele U” en Santiago. Doce buses salieron desde la ciudad de las tortas con rumbo a la capital. Dos más se les unieron en San Fernando, mientras que una cantidad similar hizo lo propio en tren. Finalmente, serían más de veinte los buses que, desde la Estación Mapocho, punto de encuentro de los forofos curicanos, partirían hacia el coloso de Independencia para presenciar la gloria.

El Luis Cruz Martínez apelaría a todo por quedarse con el título. Sabían, estaban conscientes que al frente tenían al mejor cuadro del fútbol chileno. Que si los partidos que habían disputado antes habían sido difíciles, éste sería titánico, sin embargo, las finales están hechas para ganarlas y los dirigidos por Casartelli  lo habían mentalizado desde que iniciaron su participación en el torneo.

La primera estrategia del “Ele U” fue cerrarse atrás, sin pudor en defender hasta con seis hombres, para impedir cualquier posibilidad de que la UC les creara daño. ¡Y le resulto! pues controló el partido y se atrevió a adentrarse en campo “Cruzado”, con un par de arranques de Baum y Hernán Verdugo, y sería éste el que desataría los delirios de la parcialidad curicana.

Corría el minuto 29’ de juego cuando Verdugo tomó el balón. Avanzó entre el mediocampo de la “Franja” y cuando se aprestaba a meterse al área, vio de reojo que el arquero de Católica estaba unos pasos adelantado, por lo que no dudó en meter un taponazo caprichoso que se le soltó a Francisco “Atila” Fernández, facturando la apertura de la cuenta, la algarabía de los azules y la incredulidad de la hinchada “Cruzada”.

Sergio Bustamante, juez de la brega, pitó con fuerza y apuntó hacia la mitad de la cancha. Concluía la primera fracción y la sorpresa en Independencia y también en Curicó era mayúscula: el “Ele U”, y con claridad, estaba imponiéndose sobre la UC, ante todos los pronósticos, y quedaban sólo 45 minutos para que la gloria le diera la mano al Luis Cruz Martínez.

Al reinicio del lapso final, la estrategia curicana fue la misma de iniciado el match: defender a como diera lugar la ventaja y apostar a algún contraataque que pudiera sellar un triunfo histórico. Católica, por su parte, y con cinco delanteros, fue una tromba que punzaba constantemente la estantería del “Ele U”, levantando la figura de Carlos Bustos, guardametas azul, como una de las grandes figuras del juego.

Así, tanto va el cántaro al agua que se quiebra, que a los 13’ minutos del segundo tiempo, Fernando Ibañez  cambió por gol una falta penal, determinando un empate que, hasta lo que corría del juego, resultaba más que justo, sin embargo, las risas, el éxito y la fiesta no estaban organizadas para ser celebradas en Santiago.

Ni bien el Cruz Martínez había reiniciado desde la mitad de la cancha, cuando Mario Riquelme recibió con ventaja, se fue en demanda del arco y puso el 2 a 1 que le entregaría la copa al “Ele U”, sellando a fuego una jornada histórica. Universidad Católica sintió el golpe y fue incapaz de reaccionar, resignándose a ver cómo su rival gritaba campeón.

El Club Deportivo Luis Cruz Martínez, con casi 60 años de historia, tocaba el cielo, lo hacía contra todo pronóstico, ante el mejor de los rivales y de augusta forma: yendo al frente cuando había que hacerlo, metiendo pierna fuerte cuando era menester, defendiendo si es que era necesario. La gloria estaba ahí, al alcance de la mano y valía cualquier forma de alcanzarla, abrazarla y llevársela consigo.

El “Ele U” era campeón. David había vencido a Goliat.





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