jueves, 30 de abril de 2020

Jorge Robledo, Una Estrella Olvidada (Segundo Capítulo)






Su desempeño, y con tan sólo 23 años, le abrió el apetito a Walter Wintrbottom, director técnico de la Selección de Inglaterra, que disputaba las clasificatorias para la Copa del Mundo que se desarrollaría en 1950 en Brasil. Cuenta la leyenda que “Walter el Magnifico”, como se le conocía al técnico británico, lo citó a una prenómina del seleccionado anglosajón, hecho que ilusionó a “George”, pero que se transformaría en amargura cuando le aseguraron que por haber nacido en Chile no podría disputar el Mundial con el combinado de los “Tres Leones, cuadro que se había ganado un lugar en la mayor cita del balompié, tras quedarse con el Torneo Interbritánico, una competición que se desarrolló de manera amistosa en las islas británicas durante cien años (1884 a 1984), que contaba con la participación de los seleccionados de Inglaterra, Irlanda del Norte, Escocia y Gales, y que en aquella ocasión (1949), entregó pasajes al Mundial a quien se quedara con la copa.

Los 11 goles marcados por Robledo en la temporada 49/50, llamaron la atención de Anibal

Pinto, un periodista chileno que advirtió a la Asociación Central de Fútbol (la antecesora de la ANFP), del desempeño de “George” para que fuera “fichado” por la Selección de Chile, combinado que también diría presente en la justa en Brasil.

Las gestiones se le encargaron al Embajador de Chile en el Reino Unido, Manuel Bianchi Gundián, quien debía gestionar ante la FIFA la ascendencia chilena de Robledo, además de convencer al propio  jugador de que defendiera la camiseta de la “Roja” en el mundial brasileño. Jorge aceptó jugar por Chile y el ente rector del fútbol también dio la venia para que jugase con la selección sudamericana. Ahora, faltaba convencer al Newcastle para que liberara al futbolista, una tarea a todas luces difícil, toda vez que Robledo se había transformado en pieza fundamental de las “Urracas”. Finalmente, la ACF tuvo que desembolsar 30 mil libras esterlinas por el “préstamo” de Robledo (en dinero de hoy, más de 600 mil dólares) para que el Newcastle cediera a “George” a la Selección, monto que se apuró en abonar, ya que exigían rumores ciertos de que “Pancho” estaba siendo sondeado por los propios ingleses para que se nacionalizara.

Jorge Robledo era una completa incógnita para el medio futbolístico chileno, sin embargo, su pergaminos, era que no, pudieron más, siendo titular en los tres encuentros que alcanzó a disputar Chile como miembro del Grupo B del Mundial, donde se enfrentó a España, Inglaterra y Estados Unidos.

El primer encuentro, y por esas cosas del destino, puso frente a frente a Chile e Inglaterra. Robledo volvía a verse las caras con viejos conocidos, entre ellos, a varios con los que disputó el cetro de goleador de la English League One de la temporada 49/50, tales como Stan Mortensen, del Blackpool; o Jackie Milburn, su “partner” en la delantera del Newcastle, y junto a quien habían marcado el 70% de los goles de las “Urracas” en dicho torneo.

Lamentablemente, Robledo tuvo que resignarse con ver como Inglaterra se quedaba con el triunfo. Las 30 mil almas que llegaron al Maracaná, vieron como la selección británica doblegaba, no sin bastante dificultad, a un obstinado conjunto chileno, tal y como lo remarca la prensa de la época, con goles de Mortensen a los 39’ minutos del primer tiempo y de Wilf Mansión, a los 51’ del encuentro. Chile había dejado una buena impresión, sobre todo en los pies del “Gringo” Robledo.

El siguiente encuentro de Chile fue ante España, que había clasificado a la justa en Brasil de manera invicta, producto de una goleada por 5 a 1 a Portugal en España y de un empate a 2 goles ante lo “Lusitanos” en Lisboa, y que había dado cuenta de EEUU por 3 a 1 en su debut en la Copa del Mundo.

El partido, tal y como el frente a Inglaterra, mostró un juego chileno más que llamativo, destacando la actuación de Jorge Robledo como los puntos altos de la “Roja” sudamericana. “La actuación de Ramallets (portero hispano), verdaderamente magnífica durante todo el encuentro, y sus intervenciones bajo los maderos de la puerta, como al salir de ellos para jugarse la cara en una colada impresionante de Robledo”, publicaba el periódico catalán Mundo Deportivo. Finalmente, la suerte no acompañó a Chile, cuadro que cayó derrotado por 2 a 0,  producto de los goles de Estanislao Basora y Telmo Zarra.

El último encuentro de una “Roja” ya eliminada, fue ante EEUU, que había derrotado a Inglaterra por la mínima en la fecha anterior. Fue ahí, lamentablemente en el partido final y cuando ya no había más posibilidad que limpiar el honor, que el fútbol de los dirigidos por Alberto Buccicardi se mostró en su máxima expresión, dando cuenta de los norteamericanos por un expresivo 5 a 2, y marcando el debut de Jorge Robledo en las redes con la camiseta de Chile.

Justamente, fue Jorge Robledo quien abrió los fuego a los 18’ minutos del primer tiempo, cuando conectó de cabeza un centro preciso desde el sector izquierdo. Le habían bastado dos encuentros oficiales con la camiseta de Chile para marcar su primer gol y entrar en la historia linda de la selección, como uno de los 24 jugadores nacionales que han marcado uno o más goles en una Copa del Mundo. La victoria se completaría con los goles de Fernando Riera, Andrés Priero y Atilio Cremaschi en dos ocasiones, más los descuentos de Gino Mariani y John Souza.

Terminaba así la primera experiencia de Jorge Robledo con la Selección Chilena, prueba que a todas luces había resultado satisfactoria, puesto que se alzó como una de las figuras

del combinado nacional y había logrado encajar un gol, justamente para lo que lo habían traído desde Inglaterra, y característica que abrió el apetito de varios clubes chilenos que comenzaron a manejar los hilos para traerlo a Chile para defender los colores de sus respectivos equipos, pero no nos adelantemos tanto.
 

De vuelta en Inglaterra, y en la temporada (1950/51) con el Newcastle, Robledo se volvió un inamovible de la oncena “Magpies”, participando en 38 de los 42 encuentros de la League División One, marcando 18 tantos, y donde destacan el triplete en dos fechas consecutivas que le marcó al Blackpool y al Liverpool, sufriéndolo también el Huddersfield (1), Bolton Wanderers (1), Stoke City (1), Sheffield United (2), Derby County (1), Charlton (2) y Wolverhampton (2).

Punto a parte fue su actuación en la FA Cup del 51’, donde las “Urracas” se proclamaron campeones. En dicho torneo “George” participó de los ocho encuentros que llevaron al Newcastle a levantar el trofeo, marcando en tres ocasiones: 2 al Stoke City y 1 al Bury, y alzándose como el primer chileno (y tal vez sudamericano) en levantar una copa en Inglaterra.

miércoles, 29 de abril de 2020

Jorge Robledo, una Estrella Olvidada




(Primera parte)
 
Si a cualquier chileno, ducho en la historia del balompié criollo, se le preguntara por el edén futbolístico nacional, sin dudas, encumbraría en ese Olimpo a la bendita “generación dorada”, que tiñó de gloria la camiseta roja, tras una centuria de fracasos. Los nombres de Arturo Vidal, Claudio Bravo, Charles Aránguiz, Gary Bedel o Alexis Sánchez (por nombrar sólo a algunos), saltarían a la palestra vertiginosamente. En ese firmamento, habría un espacio también para Elias Figueroa, Iván Zamorano y Sergio Livingstone. Para Leonel Sánchez, Luis Eyzaguirre, Alberto Quintano, y Jorge Toro. Para Carlos Casely y el gran Francisco “Chamaco” Valdés, que duda cabe.

Sin embargo, la memoria colectiva del balompié, y la de la literatura futbolera también, ha sido ingrata y caprichosa con un nombre que merece también engrosar la historia linda del futbol nacional: Jorge Robledo Oliver, el “Gringo”, como lo motejaron quienes disfrutaron con sus goles y los títulos con Colo Colo, en Chile, o “Pancho”, como cariñosamente lo bautizaron en Inglaterra, donde, a punta de dianas, se metió en el corazón de los hinchas del Newcastle United.

Hijo de Aristides Robledo, un contador que se ganaba la vida llevándole los números a una

mina salitrera pérdida en el árido norte chileno de propiedad de una acaudalada familia inglesa; y de Elsie Oliver, oriunda de Yorkshire del Sur, casi en el corazón de Inglaterra, y que, tras el colapso económico que significó para toda Europa la Primera Guerra Mundial, viajó a Sudamérica a probar suerte como institutriz, Jorge Robledo Oliver nació un 14 de Abril de 1926 en Iquique.

La novel familia, al poco andar comenzó a agrandarse y al cabo de unos cuantos años, el pequeño Jorge ya jugueteaba con su hermano Eduardo y con el pequeño Walter, repartiendo sus días entre la brisa de Iquique y la mustia pampa, sin embargo, el calor del hogar se apagaría tan rápido como se había multiplicado: el declive económico mundial producido por el crac de Wall Street en 1929, repercutió con ímpetu en la industria salitrera nacional, haciendo que muchas oficinas tuvieran que cerrar sus puertas para siempre, entre ellas, la mina donde los padres de Jorge se ganaban la vida.

Así, no les quedó más opción que cruzar el Atlántico y probar suerte en Inglaterra, mas la familia que se asentaría en el número 97 de Barnsley Road, en West Melton, no estaría completa. Aristides “desapareció del mapa”, y Elsie tuvo que bregar sola con Jorge, Eduardo y Walter, laborando como dependienta de un almacén en su Yorkshire natal.

La relación de Jorge con Chile se cortaría por más de dos décadas y crecería como un joven inglés, repartiendo sus días entre las minas de carbón en, donde trabajaba junto a su hermano Eduardo, y la práctica del fútbol, destrezas que desarrollaba en las inferiores del Huddersfield Town FC, el rival de toda la vida del Barnsley, ciudad donde Elsie Olivier y sus tres hijos se habían radicado.

Allí, comenzó su idilio con las redes, destacando en las competencias amateurs en las que los “Terrier” fogueaban a sus juveniles, eso, hasta que en 1943, cuando, y con tan sólo 17 años, el Barnsley le ofreció un contrato para formar parte de la plantilla de jugadores de los “Traviesos” que disputaría en esos convulsionados años lo que se conocería como al “Wartime League”, modalidad que adoptó el fútbol en Inglaterra debido al desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, para darle continuidad al balompié y entregar algo de distracción en medio de aquellos tumultuosos y tristes años.

En los seis años que defendió la camiseta del Barnsley, y que le significaron disputar partidos en la máxima categoría de Inglaterra, en la FA Cup y también en la segunda división Jorge Robledo disputó 114 partidos oficiales, marcando 47 goles, toda una proeza, teniendo en cuenta que los marcó entre los 17 y los 22 años. Todo esto, hizo que el poderoso Newcastle United, que bregaba por reverdecer laureles, pusiera sus ojos en él e intentara ficharlo para la temporada que se avecinaba.

Y le resultó difícil. Aún cuando fueran los “Magpies”, uno de los clubes más populares de Inglaterra, con una de las hinchadas más fieles de todas las islas británicas, y que, hasta el momento de viajar a Oakwell a rogarle a Jorge que se calzara la camiseta blanquinegra, exhibía cuatro títulos de primera división, tres FA Cup y una FA Charity Field, los que solicitaban sus servicios a cambio de lo que hoy serían casi 1 millón de dólares, “George”, como le conocían en Yorkshire, se las puso difícil: se iba al St.James Park sólo si también contrataban a Eduardo, su inseparable hermano, que arrastraba a su haber una temporada exacta en el Barnsley. Los “Town” aceptaron su solicitud.

Comenzaba así a cimentar lo que con los años daría vida a una leyenda, mito que no sólo se narraría ahí, junto al Río Tynes, también en toda Inglaterra, y en también en Chile, mas no nos adelantemos todavía.

El debut de Jorge Robledo con la camiseta listada del Newcastle United no tardó en llegar y así, con veintidós años a cuestas, hizo su debut con la camiseta de los “Magpies”, en la vigésimo novena fecha de la England Football League 1948/1949, en el encuentro en que los “Town” derrotaron por 2 a 0 al Charlton Athletic, en un St. James Park lleno hasta las banderas (se registró una asistencia de 56.143 espectadores), y en medio de la brega por hacerse con el título, lucha que llevaban golpe a golpe junto al Portsmouth, el Manchester United y el Derby County.

El primer gol con la camiseta de los “Magpies”, vino en su tercer encuentro. El Newcastle recibía al Sunderland, buscando no perderle pisada al puntero, y en un estadio colmado con más de 58 mil espectadores, “George” le dio el triunfo a las "Urracas", en un encuentro que terminó 2 a 1.

Desde su estreno y hasta que acabó la temporada 48/49, Jorge Robledo no salió más de
la alineación titular, disputando los últimos quince partidos que restaban para que terminara el campeonato, y alzándose, habiendo jugado poco más del 30% del total de los encuentros, como el segundo goleador del equipo con 6 anotaciones, tras la leyenda de las “Urracas”, Jackie Milburn, que en dicha temporada anotó 20 goles.

La temporada 49/50, y donde el Newcastle terminó la liga en la quinta posición (resignándose a ver como el Portsmouth se alzaba como bicampeón), “Pancho” Robledo, como lo habían bautizado sus compañeros, vio acción en 30 de los 42 partidos que se disputaron, marcando 11 goles (Portsmouth, Everton, Manchester City, Sunderland, Birmingham (x2), West Bromwich, Charlton, Fulham, Huddersfield y Arsenal). Comenzaba así, a cimentarse el flirteo entre las “Urracas” y el extrovertido delantero chileno, romance que no tardaría en volverse eterno.



martes, 28 de abril de 2020

Cuando el Celtic le tocó la oreja a la Lazio por su amor a Mussolini




Cada 28 de abril, Italia celebra el día de la Liberación contra el Fascismo, mismo día en que Benito Mussolini, el siniestro dictador italiano era ajusticiado por partisanos comunistas en la ciudad de Giulio, tras ser descubierto camuflado como soldado alemán, intentando escapar hacia Alemania.

En octubre recién pasado, y en el marco de la fase de grupos de la Europa League, se enfrentaban la Lazio de Italia frente al Celtic de Escocia por la cuarta fecha del Grupo E, en un encuentro que se jugó dentro y fuera de la cancha.

Por todos es conocida la predilección que tiene gran parte de la hinchada de la Lazio por las ideas fascistas y la reivindicación que hacen éstos de Mussolini y su gobierno. Es más, dentro de la propia cancha, la Lazio se ha "dado el gustito" de tener entre sus filas a jugadores de la talla de Paolo di Canio, declarado fascista y que exhibe orgulloso un tatuaje con la sigla DUX, el término latino del que deriva la palabra "Il Duce", como se le conocía a Mussolini.

Di Canio, incluso, se dio el lujo de, tras anotarle a la Roma (el clásico rival de Le Aquile) correr hacia los "Irriducibili", los tifosi ultraderecha de la Lazio, levantando su mano diestra para hacer el saludo fascista, ante el delirio de la fanaticada.

El Celtic, en tanto, tradicionalmente se ha asociado a la comunidad católica en Escocia, compuesta por inmigrantes irlandeses, haciendo alusiones al IRA, el Ejército Republicano Irlandés, así como de reivindicar la causa separatista (es preciso recordar que Escocia 


pertenece al Reino Unido).

Por todo esto, no era extraño esperar que los encuentros entre ambos equipos tuvieran el condimento perfecto para partidos inolvidables. Y así fue: en el partido jugado en Escocia, el encuentro comenzó a jugarse en las calles, cuando los tifosi italianos se pasearon por el vías que llevan al Celtic Park, entonando canciones fascista y haciendo el saludo nazi, y poco antes, en el centro de Glasgow, habían desplegado una pancarta gigante que rezaba "Honor a Benito Mussolini". La bravata de los romanos no quedaría impune.

 

La respuesta de los hinchas del Celtic no se hizo esperar. Antes de comenzar el encuentro,"The Green Brigade", la facción más radical del cuadro escocés, homenajeó a las Brigate Rosse, organización italiana que, durante los años 70', y mediante la acción armada, pretendían imponer el marxismo en Italia, y entre cuyas operaciones se cuenta el secuestro y asesinato del primer ministro italiano, Aldo Moro.

Para aquello, los escoceses extendieron una bandera verde gigante con una estrella roja, símbolo de las Brigate Rosse. Para intentar disimular el homenaje, ocuparon el color verde, tono característico del Celtic y lo acompañaron de la frase "Brigate Verde", como también se le conoce a parte de la hinchada escocesa.

No conforme con eso, y ya iniciado el encuentro, desplegaron en la parte alta de la tribuna Norte una pancarta que decía "Your Fear Is Here", tu miedo está aquí, para dejar caer dos imágenes gigantescas de Mussolini y su amantes, Clara Petacci, colgados de cabeza, tal como lo hicieron los partisanos, tras haberlos ajusticiado.



El plato fuerte vendría en la cancha misma. Hasta el minuto 67', la Lazio estaba quedándose con el triunfo, tras gol de Manuel Lazzari a los 40' del primer tiempo, sin embargo, Ryan Christie (a los 67') y Christopher Jullien, faltando un minuto para que acabara el encuentro, le dieron el triunfo al Celtic.

El partido de vuelta, entonces, se presentaba como una revancha en todo sentido, sin embargo, la gloria estaba reservada para sólo uno.

Dos semana después, la Lazio recibía al Celtic en el Olimpico de Roma. El partidos fue catalogado de alto riesgo y se esperaba el arribo de más de 9 mil hinchas escoceses.


Como preámbulo, dos hinchas del Celtic fueron apuñalados la madrugada anterior al encuentro y sus atacantes fueron tifosi de la Lazio. Todo un aperitivo.

Ni bien empezado el encuentro, Ciro Immovile abrió el marcador. La Lazio tomaba ventaja y apelaba a la localiza y a su gente para quedarse con un triunfo que les permitiera seguir en la persecución del Celtic, líder del grupo, sin embargo, y a pocos minutos de que terminara el primer tiempo, James Forrest marcaba la igualdad.

Los tifosi romanos no encontraron mejor forma de descargar su ira que comenzar a cantar contra Jules Ntcham, mediocampista del Celtic, profiriendo insultos racistas, toda vez que el jugador francés tiene sus orígenes en Camerún. Ntcham devolvería la mano.

Y así fue. En el quinto minuto de descuento, y tras una equivocación en la salida de la Lazio, Odsonne Édouard abrió para Ntcham y éste, con un derechazo furibundo le dio la clasificación al Celtic y dejó al conjunto italiano bailando con la eliminación.

No conforme con eso, Ntcham tenía el golpe final a los trasnochados hinchas laziales, pues en la celebración, dio una voltereta,quedando de cabeza, en un gesto que los tifosi romanos tomaron como una alusión a la ejecución de Mussolini. 


 

Bozidar "Bosko" Petrovic: Cuando Los Ideales Se Hacen Carne





Lo común en un futbolista es que una vez colgados los botines su siguiente paso sea calzarse el buzo de técnico y dirigir algún equipo. Otros, seducidos por las luces y las cámaras, que desvíen sus caminos y tras un micrófono las oficien de relatores o periodistas. Los menos, que marchen a sus casas a vivir de los frutos que les significó su actuar, rememorando de cuando en cuando las glorias pasadas. Sin embargo, extraño resulta cuando su alejamiento obedece a ideales, más cuando éste ocurre temprano, teniendo todavía años y méritos para alzarse como una estrella.

Bozidar Petrovic entra en esta última categoría. Nacido el 7 de abril de 1911 en Bela Palanka, pequeña ciudad en el sureste de lo que fuera Yugoslavia, muy cerca de la frontera con Bulgaria, desde pequeño mostró habilidades con el balón pegado al pié, sin embargo, y por expresa petición de sus padres, dejó de lado la pelota -momentáneamente- y se dedicó a los estudios. Así, y con brillantes calificaciones, ingresó a estudiar derecho a la Universidad de Belgrado, el centro educativo más prestigioso de lo que en aquella época se conocía como el Reino de Yugoslavia. Allí, y junto a su ejemplar comportamiento como estudiante, floreció su veta política.

Petrović  con la camiseta del FK Vojvodina
Motivado por las injusticias que se vivían en su país, "Bosko" se sintió atraído por las ideas liberales, de justicia social y de unidad del pueblo que esgrimía Filip Filipovic, líder de político yugoslavo, y se unió al Partido Comunista de aquella nación, que permanecía en la clandestinidad, ilegalizado por la administración nacionalista que regía los destinos de aquel país balcánico.

Allí, Petrovic forjó la conciencia y el amor al prójimo que años más tarde le haría tomar la decisión más trascendente de su novel vida.Tras terminar sus estudios y graduarse de abogado, Petrovic, ávido de aprender nuevos conocimientos, se enroló en la Real Fuerza Aérea de Yugoslavia. Como cadete de la clase 16º de la escuela de pilotos del Primer Regimiento del Aire, es enviado a Novi Sad, al norte de lo que hoy es Serbia. Allí, entre instrucciones de vuelo y sesudos manuales, volvió a aparecer en su camino la pasión que durante toda la vida le había quitado el sueño: El fútbol.

El FK Vojvodina de la ciudad yugoslava de Novi Sad, le ofreció integrarse a su plantilla y "Bosko" no lo dudó. "Vieja Dama", como se le conoce al club por ser una de las instituciones más antiguas de lo que hoy es Serbia,  estaba en búsqueda de jugadores para participar del campeonato regional de aquella localidad , por lo que apenas lo supo se inscribió. Su buena técnica  y la habilidad con el balón le permitieron quedar en el equipo y ganarse de inmediato un lugar de titular en la oncena. Por ahora, la política y por sobre todo el derecho podían esperar.

Con el Vojvodina, Bozidar Petrovic comenzó  un coqueteo que se convertiría en amor al cabo de dos años. En 1934, "Bosko" se coronó campeón de la liga de Novi Sad con la camiseta "Albirroja", derrotando en la final al FK Macva Sabac. En aquella temporada, y en una presentación brillante, la "Vieja Dama" arrasó con un rivales, ostentando 10 triunfos, 1 empate y apenas una derrota. El título del torneo regional le valió el pase directo para disputar el campeonato estatal, donde también sorprendió con 4 victorias e igual número de derrotas. Con dicha cosecha, el "Firmasi" terminó en el segundo lugar del nacional, ubicándose solamente  detrás del BSK Borča.

Novi Sad estaba en éxtasis. Su club se codeaba con los mejores de Yugoslavia y entre sus figuras se alzaba Bozidar "Bosko" Petrovic, el letrado e idealista muchacho que había cambiado los libros y las consignas por darle patadas a un balón. Con 22 años, el mundo del fútbol le abría las puertas y el SK Jugoslavija, el cuadro más importante de la liga local, le ofrecía defender sus colores. Petrovic no lo pensó dos veces y aceptó la oferta de "Los Rojos".

Ya en Belgrado, las buenas nuevas volvieron a tocar su puerta. La Selección de Yugoslavia, que había sido cuarta en el Mundial de Uruguay cuatro años antes, lo nominaba para que disputara un amistoso en Paris ante la Selección de Francia, que venía de disputar la Copa del Mundo de Italia 1934. El pleito, disputado en el Estadio Parque de los Príncipes, terminó favoreciendo a los "Galos" por un estrecho 3 a 2 y "Bosko" fue reemplazado al promediar la segunda fracción, recibiendo la ovación de las 37 mil personas que repletaron el coliseo parisino.

Selección de Yugoslavia  de 1930

De regreso, se unió de lleno a los entrenamientos con el Jugoslavija, elenco que tras el receso del fútbol el año anterior, pretendía dejar atrás los casi diez años que llevaba sin ser campeón. No obstante, y aún cuando destacó entre las principales figuras del equipo, Bozidar  Petrovic no pudo alzarse con el título, conformándose con ver como el BSK Beograd se coronaba campeón, sumando apenas dos puntos más que "Los Rojos".
Sus soberbias actuaciones le significaron que el campeón -el BSK- se fijara en él y lo reclutara para la siguiente temporada. “Los Románticos”, como se le conoce al equipo belgradense, y como preparación para el torneo que comenzaría en julio, se trasladaron a Paris para animar una serie de amistosos.

En la “Ciudad de la Luz”,  Petrovic  fue invitado a probar distintos tipos de aviones, por lo que decidió terminar ahí su relación con el fútbol y mantenerse en Paris pilotando dichas naves. Y sería allí donde el destino nuevamente lo pondría en una encrucijada: en España, tropas fascistas se levantaban contra la Segunda República Española, dando inicio a una feroz Guerra Civil. "Bosko" no lo pensó dos veces y haciéndose eco de su sentimiento internacionalista y su filiación marxista, partió a ponerse a las órdenes de la Fuerza Aérea de la República Española, aprovechando su expertiz como piloto de combate.

Debido a la problemática situación que vivía España, Petrović debió ingresar al país con un pasaporte falso facilitado por una de las tantas organizaciones comunistas que allí existían. Así, arribó el día de Navidad de 1936 a dicho país, bajo el nombre del ciudadano español Fernando García.

Bandera de las Brigadas Internacionalistas
Una vez en España, fue destinado a la Escuela del Aire de Albacete para recibir un breve curso de capacitación que duró casi un mes. Tras aquello, se enrolo en el Grupo André Malraux, que llevaba el nombre del novelista y político francés que tras el inicio del conflicto consiguió movilizar bombarderos, cazas y aparatos de escolta, así como tripulación para dichas aeronaves.

Su primera misión fue la defensa costera de la Base Aérea de Manises, en las cercanías de la ciudad de Valencia, que por esos años, y debido al asedio que sufría Madrid de parte de los sublevados, las ofició de capital de la República Española. En eso se mantuvo durante varios meses hasta que el 14 de febrero de 1937 fue alcanzado por la aviación enemiga, hecho que le hizo capotar y terminar herido.

Tras un tiempo en el hospital, Petrovic fue reubicado en la Segunda Escuadrilla del Grupo 12 conocido como "Katiuskas". En dichos aviones, el ex futbolista yugoslavo llevó a cabo varias misiones, bombardeando diversos objetivos fascistas. Sin embargo, y tal como en el fútbol, cuando tomaba el balón, encaraba a los rivales y se marchaba en demanda del gol, "Bosko" necesitaba más adrenalina, por lo que le solicitó a sus superiores el entrar en combate.

Esta situación, le significó ser enviado a la Escuela de Alta Velocidad El Carmolí, ubicada en Cartagena, en la Región de Murcia. Ahí, y durante dos meses, aprendió a pilotar los modernos aviones de fabricación rusa Polikarpov I-15, conocidos durante la contienda como "Chatos". Estos aeroplanos, diseñados para el combate aéreo contra otras naves, significaron un gran apoyo para las fuerzas republicanas, debido a su maniobrabilidad y rapidez, ocasionándole numerosas bajas al bando enemigo.

Pilotos Yugoslavos en España

Una vez aprendidos todos los conocimientos necesarios, Bozidar se incorporó a la Primera Escuadrilla de "Chatos", comandada por el capitán soviético, Iván Yeriomenko, y la cual estaba compuesta, además de los dos pilotos antes mencionados, por aviadores rusos, dos estadounidenses y dos austríacos. Este escuadrón, fue enviado al frente aéreo que se encargó de la Defensa de Madrid. Allí, y enfrentándose a los aviones de la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria, aeronaves enviadas por Hitler y Mussolini, respectivamente, para apoyar a los sublevados, "Bosko" se destacó inmediatamente como un hábil piloto, puesto que a los pocos días de haberse unido al frente de batalla, derribó su primer avión.

Así, el 2 de junio de 1937, y sobre la Sierra de Guadarrama, cordón montañoso que cruza Madrid, Segovia y Ávila, Petrovic tumba un Fiat C.R.32, caza biplano de la Aviazione Legionaria, en el marco de la Batalla de Madrid. Producto de su buen desempeño y el de su escuadrón, fue reubicado cerca de Algete, unos kilómetros al noreste de la capital española, donde se desarrollaba la Batalla de Brunete.

Polikarpov I-15, avión pilotado por "Boško"
Fue ahí, donde "Bosko"  alcanzó su consagración como un piloto de fuste, alzándose como un “As de la Aviación” -condecoración reconocida mundialmente y que se le otorga a los pilotos que acreditaron el derribe de al menos cinco aviones- y  donde también logró la inmortalidad. En poco más de un mes de combate, el piloto, futbolista, abogado y comunista yugoslavo, abatió seis aeronaves enemigas, entre las que se encontraban un bombardero alemán Dornier Do 17, conocido como "Lápiz Volador", tres Fíat C.R.32 italianos, y un Messerschmitt Bf 109 alemán, siendo el primer piloto en la historia en derribar un avión del tipo de aquel caza alemán.

Sin embargo, la mañana del 12 de julio de 1937 Petrovic se convirtió en mito. Aquella calurosa mañana de verano en España, "Bosko" junto a otro compañero derribó un bombardero ligero alemán, Heinkel He 111. Por la tarde, y en el marco de un cruento combate aéreo sobre la localidad de Villanueva de la Cañada, ubicada a unos 30 kilómetros de Madrid, el piloto yugoslavo se apresuró en cubrir a Ivan Yeriomenko, capitán de su escuadrilla, y derribó otro aeroplano de la Aviazione, sin embargo, dicha maniobra le significó quedar al alcance del avión sublevado al mando de Miguel García Pardo, quien lo derribó. El Polikarpov I-15 de Petrovic se estrelló, muriendo instantáneamente a un par de meses de haber cumplido los 26 años.

El joven estudiante que se había erigido como un gran abogado. El amante del fútbol que tocó la gloria con el  FK Vojvodina y la Selección Yugoslava. El idealista que había luchado por los derechos de los más indefensos. El piloto internacionalista que acudió al llamado de una patria amenazada por el fascismo, terminaba su vida defendiendo sus ideales. La llama furibunda de su extraordinaria vida se extinguía, sin embargo su fulgor no se apagaba.

El ejemplo magnánimo de su lucha se regaba por España, por su patria, por el mundo y por la memoria de todos los que creemos y queremos una sociedad más justa, más igualitaria y más bella. Y así lo entendieron en innumerables partes, sin embargo,  tuvieron que pasar años para que la proeza del oriundo de Bela Palanka se conociera a lo largo y ancho del orbe, y fuese reconocida.

Estadio del Partizan de Belgrado
El secretismo con que trató todo lo que oliera a Republicano, bando finalmente derrotado por Franco y sus esbirros, demoró en que el arrojo de aquel joven se difundiera, pero ni siquiera aquello fue suficiente. A 22 años de su sacrificio, el 23 de mayo de 1959, la Asociación de Fútbol de Yugoslavia colocó una placa conmemorativa en su honor en el Estadio del Club Partizan de Belgrado, reducto donde por muchos años disputó sus encuentros de local el seleccionado yugoslavo.

Asimismo, el gobierno de Jozip Broz Tito, Primer Ministro de Yugoslavia, instauró que en las ciudades de BelgradoNovi Sad e Ivanjica, ciudad natal de sus padres, sendas calles llevaran su nombre para que su ejemplo y su nombre jamás fuesen olvidados.

Finalmente, tras el advenimiento de la democracia en España, y a casi setenta años de iniciado el conflicto, el Congreso de los Diputados de aquella nación decidió otorgarle a los Brigadistas Internacionalistas, entre los que se incluía Božidar “Bosko” Petrovic, la nacionalidad española por gracia, en reconocimiento a la labor y el arrojo que todos ellos tuvieron para defender una nación que les era ajena, pero que defendieron con ahínco y vehemencia, como si les perteneciera.

Hoy, los restos de "Bosko", al igual que los de tantos otros "Internacionalistas", descansan en una fosa común en las inmediaciones de Brunete, pues las tibias leyes españolas han impedido que, de manera certera y diligente, se puedan reabrir, exhumar y reconocer a quienes ahí se encuentran sepultados, para darles un digno, honroso y respetable enterramiento.
Aviadores Republicanos 


Bert Trautmann: de Soldado Nazi a Ídolo del Manchester City




El período de Entreguerras fue caótico para Alemania. El repunte económico que había vivido tras el término de la Gran Guerra -conocida tras 1945 como Primera Guerra Mundial- se vio violentamente truncado luego de que en 1929 se desatara la "Gran Depresión", una severa crisis económica que afectó a todo el orbe. Así, las quiebras masivas de comercios y bancos más la imposibilidad del Estado Alemán de cancelar sus compromisos y obligaciones, desembocó en una recesión que significó que alrededor de 6 millones de personas estuvieran sin empleo -algo así como el 20% de la fuerza laboral-, y dio pie a una creciente tensión social que fue "caldo de cultivo" para que las ideas nacionalsocialista que propugnaba Adolf Hitler sedujeran al pueblo germano, dando origen a todo lo que se vivió después.

Fue en este contexto que vino al mundo en Bremen, Bernhard Trautmann, un espigado arquero alemán que entraría en la historia linda del Manchester City con sus actuaciones entre los años 50' y 60', siendo uno de sus emblemas más importantes, exhibiendo una Copa FA y, tras Alan Oakes, Joe Corrigan y Mike Doyle, elevándose como el cuarto jugador que más veces ha defendido la camiseta de los "Citizens", con 545 encuentros.

No obstante aquello, y retrocediendo algunos años en el tiempo, la vida de Trautmann no fue siempre color de rosas. Debido al desempleo que sufría su padre, Bernhard vivía de pedir limosna en las calles y de saciar su hambre en los comedores comunitarios que pululaban en Alemania a finales de la República de Weimar, sin embargo, esta situación no le significó un impedimento para que pudiera desarrollar su veta deportista.

Hitler y niños miembros de la Jungvolk
Así, "Bert" se enroló en el club Blaus and Weiss y en la Asociación Cristiana de Jóvenes, lugares donde demostró grandes aptitudes en el atletismo, el handball y también el fútbol, más, y imbuido completamente en lo que significó la vorágine nacional-socialista en la Alemania de Hitler, Trautmann se enroló en la Jungvolk, la sección de las Juventudes Hitleriana para los niños de entre 10 y 14 años, para posteriormente pasar a formar parte de las Hitlerjugend, propiamente tal.

Allí estaba cuando se desató la Segunda Guerra Mundial por lo que se enroló como paracaidista en la Luftwaffe para, y según sus propias palabras, “defender la tierra de sus padres”. Primero, fue enviado a Polonia donde las ofició como operador de radio hasta a finales de 1941, fecha en la que fue enlistado en el 35º pelotón en Dnepropestrovsk, Ucrania, unidad que participaba activamente de la Operación Barbarroja, nombre en clave con que Hitler y sus aliados habían motejado a la maniobra con la que pretendían invadir la Unión Soviética.

Allí, y debido al crudo invierno soviético, la escuadra de alemana se dedicó a desarrollar una especie de guerrilla, atacando por sorpresa a las unidades rusas, hechos donde Trautmann se destacó valientemente, por lo que fue ascendido a cabo. Pero las felicitaciones y reconocimientos no durarían mucho. En una de las tantas operaciones, "Bert" fue apresado por el Ejército Rojo, mas su astucia le permitió  escapar. Por tamaña acción, fue ascendido a sargento y condecorado con la Cruz de Hierro de Primera Clase, galardón reservado para los hombres del Ejército de Tierra, incluida la infantería aérea, destacamento a la que pertenecía Trautmann, y de las SS-Armadas que realizaran 4 actos de coraje.


Luego, fue trasladado al Frente Occidental, específicamente a Francia, donde las huestes Aliadas hacían mella entre las posiciones germanas. Aquí, volvió a caer en manos enemigas, esta vez siendo apresado por la Resistencia Francesa, pero una vez más volvió a escapar para reintegrarse nuevamente a las filas de la Luftwaffe, esto hasta el año 1944, data en la que, previendo que la victoria alemana era prácticamente imposible, desertó y decidió volver a su Bremen natal para comenzar una nueva vida, aún cuando sabía que los alemanes lo buscarían por traidor y los aliados por considerarle un enemigo.

Fallschirmjäger, paracaidistas alemanes
No obstante, jamás alcanzó a llegar a la ciudad bañada por las aguas del Río Weser, pues en su camino fue tomado prisionero por tercera vez, ahora por tropas estadounidenses, sin embargo, una vez más volvió a escapar. Se echó a correr con tan mala suerte que en su huída se topó de frente con una patrulla británica de la que no pudo ni quiso escapar, pues estaba consciente de que la guerra estaba llegando a su fin. Así, fue trasladado a un campo de prisioneros en Bélgica, país donde permaneció un año en reclusión.

Luego, fue transpuesto a Inglaterra, a la localidad de Essex, donde los interrogatorios lo llevaron a ser catalogado como un prisionero "Clase C", es decir, que había sido instruido desde pequeño con el pensamiento Nazi, por lo tanto, un nazi a la más alta escala. Tras su estadía en Essex y luego de nuevos interrogatorios, fue clasificado como "Clase B" siendo reubicado en la prisión de Marbury Hall, en Norwich. Finalmente, en 1947 comenzó a cimentarse la historia que lo catapultaría a la historia del fútbol inglés en general y al corazón de la hinchada del Manchester City, en particular.

En aquel año, Bernhard fue trasladado a Ashton in Markerfield, una localidad a medio camino entre Manchester y Liverpool, y donde se pasaba los días jugando al fútbol contra los demás prisioneros y también contra los guardias. Primero, comenzó jugando de mediocampista, demostrando grandes aptitudes, sin embargo, y tras sufrir una lesión, comenzó a desenvolverse como arquero, posición que lo encumbraría a la gloria.

Al momento del cierre de campo de prisioneros, Bernhard Trautmann se vio en la encrucijada de regresar a Alemania o comenzar una nueva vida en Gran Bretaña. Primó la segunda opción, pues una oferta de trabajo en una granja y el anonimato en un país ajeno le entusiasmaron más.

En eso estaba, cuando el pequeño club St. Helens Town se interesó en ficharlo. Con los "Santos" derrochó buenas actuaciones, llegando inclusive a clasificar a su escuadra a la final de la Copa George Mahon, la liga de la primera división del fútbol del condado de Liverpool.

Su buen cometido hizo que varios equipos de la Premier League inglesa posaran sus ojos en él, sin embargo, el 7 de octubre de 1949, y con 26 años, se decidió por defender los colores del Manchester City, elenco que estaba preparando un plantel poderoso que peleara por el título del fútbol británico, luego de temporadas zigzagueantes en años anteriores.

La noticia de su fichaje por parte de los "Ciudadanos" se regó por Manchester, tanto así que muchos aficionados del City se opusieron a que un ex soldado nazi integrara las filas del equipo de sus amores, tanto así que durante los entrenamientos llegaban fanáticos con pancartas que pedían su salida, no obstante, cuando vieron las condiciones que tenía la nueva adquisición, los prejuicios y las aprensiones comenzaron a disiparse.

El debut fue ante el Bolton Wanderers y el cotejo hizo que los pocos que aún lo criticaban terminaran por aceptarlo, pues su actuación fue simplemente brillante. Así, Trautmann se había echado al bolsillo a la mitad de Manchester, pero aún faltaba superar los abucheos del resto de Inglaterra, pero faltaba poco.

El 27 de agosto de 1947, "Bert" regresaba a Londres, ya no sobrevolándolo como durante la guerra, sino vestido de corto y esperando que a punta de atajadas y achiques, dejar atrás las burlas, las pifias y las desaprobaciones de las parcialidades rivales. Y así fue. De hecho, tan formidable habría sido su actuación que ambas hinchadas lo habrían despedido con ovaciones una vez concluido el cotejo.

Trautmann en la final de la FA Cup 55'-56'
Aquel año, el City mostró mucha irregularidad y terminó perdiendo la categoría, sin embargo, tras doce meses en la segunda división, retornó a la Football League –antecesora de lo que hoy conocemos como Premier League- para comenzar a vivir una de sus etapas más brillantes, llegando a la final de la Copa FA en la temporada 54’-55’, y logrando quedarse con la corona del mismo torneo al año siguiente, con Trautmann como la gran figura. De hecho, aquella temporada -55’-56’- “Bert” fue distinguido como el mejor jugador de la Football League, galardón que volvió a revalidarlo un alemán en pastos ingleses recién después de cuarenta años, cuando Jürgen Klinsmann lo recibiera defendiendo los colores del Tottenham Hotspurs.

Bernhard abandona el campo visiblemente afectado
En aquel partido ante el Birmingham, Bernhard se transformó en un mito. Faltaban quince minutos para que el encuentro culminara y los “Ciudadanos” ganaban cómodamente el cotejo por un marcador de 3 a 1. Los “Blues” buscaban con todo acercar las cifras. En eso estaban, cuando Trautmann, "buceó" a ras de pasto para arrebatarle el balón al delantero del Birmingham, Peter Murphy, con tan mala suerte que la del goleador fue a dar directamente a su cuello. "Bert" quedó a mal traer, pero logró arrebatarle el balón. Ya no podían hacerse más cambios, por lo que el meta alemán siguió jugando adolorido y con el cuello a la miseria, sin embargo, eso no fue impedimento para que pudiera, nuevamente, ahogarle el grito de gol al propio Murphy.

Tras el encuentro, Trautmann aseguró que jugó la parte final del cotejo "en una especie de niebla" que le producía el dolor. Asimismo, el Principe Felipe, encargado de entregar las medallas a los campeones, admitió que Bernhard tenía el cuello torcido cuando le tocó entregarle la condecoración al alemán. Finalmente, y tras una serie de exámenes, se le diagnosticó que cinco de sus vértebras estaban dislocadas y una partida en dos, por lo que se perdería lo que restaba de torneo y toda la temporada siguiente.

Bert recibendo el reconocimiento
Tras la lesión, "Bert" jugó regularmente una temporada más, la del 57'-58', sin embargo, siguió alternando con la titularidad hasta la temporada 63'-64', tras la cual, se trasladaría al Wellington Town, club con el que jugaría tan sólo dos encuentros para colgar los botines definitivamente.

Con 15 temporadas defendiendo al Manchester City, Trautmann se convirtió en uno de los emblemas de los ciudadanos, de hecho, una escultura en su honor adorna los pasillos del Museo de los "Citizens" en la ciudad inglesa, además de engrosar el Salón de la Fama del Museo Nacional del Fútbol de Inglaterra.

Tras dejar la práctica del fútbol, Trautmann se calzó el buzo de entrenador, dirigiendo al Stockport County de Inglaterra  y al Preußen Münster de Alemania, equipos de menor cuantía en lo que al balompié se refiere, así como a adiestrar a los seleccionados de Myanmar, Tanzania, Liberia y Pakistán, sin mayores éxitos.

Finalmente, se retiró para siempre del fútbol en 1988 para crear la fundación que lleva su nombre y que se dedica al fomento de las relaciones entre el Reino Unido y Alemania. Asimismo, viajó a vivir sus últimos días a España, específicamente a La Llosa, en Valencia, lugar donde falleció el 19 de julio de 2013 con 89 años a cuesta y una historia digna de una película.