viernes, 29 de mayo de 2020

IFK Göteborg, El Último Campeón Proletario (Capítulo Final)


La vuelta fue sólo alegría. Ni bien se iniciaba el juego, cuando Holmgren tocó hacia adentro con Karlsson y éste abrió haca Corneliusson, quien, entrando pegado a la línea de banda, a la altura del área chica, se despachó un cañonazo con comba que dio en el medio del travesaño. Tras cartón, nuevamente, Tord Holmgren tomó el balón en mitad de la cancha, hizo un cambio de ritmo por el centro del campo y en la media luna del área, le cedió la pelota a Coreliusson, el que, con un pase digno de un contorsionista, se la devolvíó al internacional sueco, quien, ante la salida de Sampere, se la “cacheteó” sutilmente con la izquierda, y mandó el balón al fondo de las redes, decretando el 1 a 0 parcial, comenzando a sellar el paso de los “Kamraterna” a las semifinales.

¿El resto? Los “Ángeles” se dedicaron a manejar el resultado, jugando con la presión de los españoles por acortar las cifras. La “guinda de la torta”, la puso Stig Fredriksson, el lateral izquierdo de los locales, el que, al minuto 59’, cambió por gol una falta penal, resolviendo la llave a favor del IFK y entregándole, por primera vez en la historia, el paso a las semifinales de un campeonato de clubes europeos a un equipo sueco.

De hecho, y hasta ahí, ningún equipo nórdico (Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Finlandia), había logrado pasar de los octavos de final, por lo que la algarabía no sólo inundaba las calles de Gotemburgo, sino que también la de todo Suecia, nación que veía como la posibilidad de hacerse con la gloria que les había sido esquiva durante tanto tiempo, mas el escollo de este penúltimo peldaño no era coser y cantar. Para nada.

Al frente, se les plantaba el 1.FC Kaiserslautern, que había clasificado a la justa como el cuarto mejor equipo de la Bundesliga el año anterior, estaba peleando palmo a palmo junto al Hamburgo SV, el 1.FC Koln  y el Bayern Munich, el campeonato germano; asustaba con su tridente de ataque conformado por Hans-Peter Bruegel, Norbert Eilenfeldt y Friedhelm Funkel, y que había se había hecho un lugar entre los cuatro mejores del certamen,  eliminando al Real Madrid de José Antonio Camacho y de Carlos Alonso Gonzalez, “Santillana”, a quienes había vapuleado por 5 a 0 en Alemania.

La prensa europea, y sobre todo la germana, se sobaba las manos: en la otra llave, el Hamburgo SV se había emparejado con el FK Radnički Niš yugoslavo, un cuadro menor del fútbol balcánico, por lo que la posibilidad de una final cien por ciento alemana, tal como hace dos años, cuando el Borussia Mönchengladbach y el Eintracht Fráncfort definieron al mejor de esta misma competencia (ganaron los de Frankfurt debido al gol de visita).

El sorteo determinó que el primer partido se jugara en Alemania, en el Fritz-Walter Stadion

de Kaiserslautern, arena que estalló a sólo minutos de iniciado el encuentro, cuando el delantero de “Die Roten Tieufel” (Diablos Rojos), se pusieron en ventaja a los 9’, luego del gol del cañonero  germano, Erhard Hofeditz. Las peores pesadillas de los suecos se hacían realidad. Apenas empezado el juego, ya estaban abajo el marcador, pero este equipo estaba hecho de esfuerzo, de ganas, de empuje. Los “Obreros de Gotemburgo” no se daban por vencidos, y así, a punta de amor propio, Dan Corneliusson, el puntero izquierdo de la temida máquina que Sven-Goran Eriksson había aceitado, puso el empate final, cuando el reloj marcaba el minuto 29’ de la primera fracción.

El IFK Göteborg daba un paso gigante para hacerse con un lugar en la final. Contra todo pronóstico, toda vez que el  1.FC Kaiserslautern, salvo el primer encuentro de la copa, donde ganó por la mínima al Akademik Sofía de Bulgaria, goleó a absolutamente todos los demás rivales que se les enfrentaron en el Fritz-Walter Stadion: 4 a 0 al Spartak de Moscú, 4 a 1 al SC Lokeren de Bélgica y 5 a 0 al Real Madrid. Los “Ángeles” estaban a un pequeño paso de pelear por la gloria.

La vuelta se jugó el 21 de abril de 1982, en el Ullevi de Gotemburgo con más de 40 mil personas en las gradas, quienes presenciaron el partido más ajustado que había tenido que enfrentar el conjunto sueco en el torneo, todo debido a la impericia de los locales por concretar las oportunidades que se creaban.

Eriksson, con su “Fútbol Champán”, basaba la estrategia de los “Obreros” en un mediocampo bien poblado, con buen toque del balón y con transiciones rápidas que buscaban crearle oportunidades a una ofensiva con Torbjörn Nilsson como eje de ataque, y con Holmgren y Corneliusson como punteros incisivos. Así, y casi rasguñando el final del primer tiempo, vino el gol de los locales, cuando el reloj marcaba el minuto 42’.

La presión de los “Kamraterna” era tal que cada balón dividido encontraba a la zaga rival al menos con un par de jugadores suecos encima. De esta forma, un pelotazo hacia tres cuartos de cancha, fue pivotedo por Corneliusson. El balón fue controlado por Tommy Holmgren de espalda al arco y a   unos quince metros de la entrada del área. Con un “sudamericano” movimiento de cadera, se sacó de encima a su marcador, el que estuvo a punto de pincharle el esférico cuando iba entrando a zona de definición.

En el área, Holmgren “maradoneó” y nuevamente con sólo un movimiento corporal, descoloró a los dos defensores que le perseguían, haciéndose el espacio necesario para poder rematar sin mayor oposición, sacó un latigazo con la pierna izquierda que fue abriéndose hacia el palo derecho del portero sueco del Kaiserslautern, Ronnie Hellström, decretando el 1 a 0 parcial y el júbilo de la afición local.

La tarea estaba prácticamente lista: se había empatado en Alemania y poco antes de irse al descanso el IFK Göteborg ya estaba en ventaja. El objetivo, ahora, era jugar con el nerviosismo germano, manejar la pelota y aprovechar la rapidez de sus puntas para buscar la cabeza bendita de Nilsson que sellara su destino rumbo a la final, mas el fútbol es caprichoso y le tenía un final de infarto a los suecos, pues al minuto 57’, Reiner Geye silenció a todos los que estaban en el Ullevi, poniendo la paridad en el marcador y la incertidumbre en las gradas. Los 90’ minutos, finalmente, terminaron igualados. 1 a 1 en Alemania, 1 a 1 en Suecia. Todo se definiría en el tiempo extra en un final de infarto.

Doce minutos tuvieron que transcurrir del tiempo extra para que la bruma que se había apoderado de la definición pudiera disiparse. Nilsson recibió un sutil pase con ventaja y a la entrada del área le dio un pequeño toque, intentando acomodarse para entrarle con un zapatazo, sin embargo, apenas el balón se alejó de su pie derecho, el defensor alemán que venía en su marca, lo desplazó levemente, contacto necesario para que Törbjorn trastabillara y cayera en el corazón del área. El juez de la brega, el soviético Romualdas Yushka, no lo dudó y pitó penal. Era la oportunidad que tenían los “Kamraterna” para ponerse en ventaja y comenzar a sellar su paso a la final.

Stig Fredriksson, un lateral nacido de las entrañas del Göteborg y designado por Eriksson
para ser el dueño de los penales, tomó el balón, lo acomodó en el punto penal, miró fijamente a su compatriota, el portero sueco de los alemanes, y corre en búsqueda de la gloria. Hellström, el guardameta del  1.FC Kaiserslautern intenta desconcertarle dando unos pasos a la izquierda y, justo antes que el lateral patee, se lanza hacia la derecha, adivinándole la trayectoria, sin embargo, el balón va tan bien pateado y con tanta fuerza, que el manoteo del guardameta se vuelve estéril, el defensor nórdico había convertido el gol.

La parte final de la prorroga se marcha con “Die Roten Tieufel” en demanda del arco local, y con los locales aguantando el chaparrón. Dos minutos después de cumplido el tiempo pactado en el tiempo extra, el árbitro señalaba la mitad del campo y pitaba el final del encuentro. Por fin un equipo de Suecia se metía en una final continental. Era momento de reivindicar a la gloriosa Selección Sueca que había rasguñado la inmortalidad, pero que había sucumbido a la supremacía de Pelé y compañía, hacía poco más de veinte años. La oportunidad estaba sobre la mesa y había que aprovecharla.

Al frente estaba el Hamburgo SV, que venía animando la Bundesliga los últimos 4 años, ostentando 2 títulos en la última triada de campeonatos. Estaba a un par de puntos de levantar el bicampeonato germano, y exhibía 4 jugadores en la nómina teutona que disputaría la Copa del Mundo España 82’, donde compartiría el Grupo B de la justa, con Austria, Argelia y…Chile.

El cuadro superprofesional del Hamburgo SV frente a los semiaficionados del IFK Göteborg. El fútbol moderno frente al fútbol romántico definían la segunda parte de la gloria en Europa, había un sólo lugar en el empíreo y todo comenzaría en Gotemburgo.

La prensa local, como queriendo torcer el destino a favor de los “Kamraterna”, mostraba insistentemente en la televisión la imagen de la figura de los “Dinosaurier”, el delantero Horst Hrubesch, pieza clave del campeonato germano en la Eurocopa del año 80’, inamovible del combinado teutón que participaría un par de semanas después en el Mundial de España, y que cargaba con 5 goles en la actual Copa UEFA, pasando de un pequeño hincha que le pedía un autógrafo, en una muestra del fútbol de la fama, el ego y el dinero, tan alejado de los ideales que, sin quererlo, habían llevado al club de sus tierras a estar a un paso de tocar la gloria.

Gotemburgo acogió la primera final con un día lluvioso de principio a fin. Las nubes negras que a primeras horas del día se posaron sobre los cielos del puerto y el agua que comenzó a caer, presagiaban una jornada difícil para los locales. Era tal el aguacero, que por momentos se pensó en suspender el encuentro, sin embargo, la cercanía con el comienzo del Mundial en España, que iniciaría poco más de un mes después del cotejo, hizo que éste se jugara a como diera lugar y así, ante 42.548 mil espectadores, se comenzó a disputar la primera finalísima.


La tromba que se desataba en el cielo, se trasladó también al campo de juego, con un monopolio del juego y las posibilidades de inaugurar el marcador concentradas en el IFK Göteborg. Tal vez fueron las condiciones de la cancha, que efectivamente estaba convertida en un barrial, las que amagaron el virtuoso juego alemán. Tal vez fueron las ganas de darle vuelta mano a todos quienes creían que el Hamburgo SV tenía la copa en el bolsillo. El caso es que las mejores ocasiones siempre corrieron del lado de los suecos.

Ni bien comenzaron las acciones, Tord Holmgren apretó la salida de la defensa alemana, robó el balón, tocó con Corneliusson, éste le abrió un balón con ventaja hacia la izquierda y Holmgren se despachó un centro venenoso, el que tuvo que ser manoteado por el meta visitante, Uli Stein, ante la amenaza inminente de un cabezazo sueco. La fanaticada local se sobaba las manos. Los “Kamraterna” estaban jugando con el corazón y así, éste David tenía posibilidad de vencer a Goliat.

Con cada llegada local, la figura del portero del Hamburgo SV se iba acrecentando. Primero, ahogo un derechazo de Corneliusson. Luego, fue el turno de sofocar una posibilidad de Nilsson, luego de que Ruben Svensson metiera un ponzoñoso pase de 60 metros y que necesitó de una salida de Steín al borde del área grande para evitar el gol.

Así, y si bien las mejores ocasiones de gol estaban en los pies del buen fútbol de los “Obreros de Gotemburgo”, la férrea defensa alemana y, sobre todo, la soberbia actuación de su cuidavallas, les negaban una y otra vez el gol, un gol que les regalara la victoria y que les permitiera ir con algún tipo de ventaja a definir todo allí, a las orillas del Elba.

Cuando el campo de juego ya se había vuelto un desastre, la lluvia lo había empapado
todo y las piernas de los suecos ya no aguantaban un ataque más, llegó el premio: El reloj marcaba el minuto 87’, cuando una pelota casi sin intención lanzada por Tord Holmgren, fue despejada hacia el centro del campo por el medio alemán, Caspar Memering con la buena suerte para los locales que encontró la cabeza de uno de ellos, quien la devolvió al área germana con un peligroso testazo que fue pivoteado por Glenn Hysén, el zaguero central de los “Kamraterna”, que en la anterior jugada había subido a cabecear un córner, testarazo que pilló desprevenida a la zaga del Hamburgo SV, distracción que aprovechó Holmgren, el mismo que había iniciado todo con un inocente cabezazo, para esperar que la pelota bajara, le quedara cómoda y con un derechazo bendito, pusiera el 1 a 0 final para los “Obreros de Gotemburgo” y la primera opción para quedarse con la copa.

El triunfo era justo, toda vez que el mayor desgaste lo hicieron los suecos y, lo más destacable, el mejor juego y las mejores ocasiones, sin embargo, para la prensa europea en general, y la alemana en particular, el partido de vuelta sería diferente y los goles, los abrazos y la copa estarían reservados para los “Dinosaurier”.

La brega quedó programada para el 19 de Mayo de 1982 y se disputaría en el Volksparkstadion de Hamburgo, donde 57.312 espectadores esperaban intimidar a los dirigidos por Sven-Göran Eriksson y su fútbol champán, y entregarle al fútbol alemán su cuarta copa en aquella competición.

El mundo del fútbol, la prensa, los hinchas y hasta más de algún jugador del IFK Göteborg, pensaban que la tarea de los suecos era titánica y que levantar el trofeo era prácticamente una quimera. De hecho, en las afueras del estadio hamburgués, podían verse banderines con la leyenda “Hamburgo, Campeones de la UEFA 1982”. Cuenta la leyenda que Eriksson cogió una banderola y la exhibió en el camarín minutos antes de que su equipo saltara a la cancha. Fue el último empujón para que los nórdicos salieran a matar en aquella histórica final.

Lo de aquella noche fue una tromba y uno tras otro se sucedían los embates suecos a la portería de Stein, que ya comenzaba a ser la figura del Hamburgo SV, tal cual el encuentro de ida, sin embargo, la apertura del marcador vino tras un casi gol de los locales que fue despejado por la zaga nórdica. El balón fue despejado hacia la mitad de la cancha, siendo interceptado por Tord Holmgren, éste, cambió hacia la izquierda con un pelotazo cruzado a las espaldas del zaguero germano Manfred Kaltz, que fue le quedó con ventaja al puntero izquierdo de la visita Tommy Holmgren (hermano de Tord), quien controló y mandó un zurdazo peliagudo al corazón del área chica. Stein, que hasta ahí había sido superlativo, dudó en salir a quedarse con la bola, situación que aprovechó Dan Corneliusson para conectar de derecha y mandar la pelota al fondo del arco y poner el 1 a 0 parcial, virando el destino hacia el lado de los “Kamraterna”.

El golpe del IFK fue mortal y los alemanes no pudieron sobreponerse en lo que restó del primer tiempo. Es más, los pupilos de Eriksson tuvieron al menos un par de ocasiones más para estirar las cifras, mas la mala puntería y los manotazos de Stein lo impidieron. Quedaban sólo 45 minutos. Cuarenta y cinco minutos para abrazar el éxito y la cuenta de ahorra estaba de su parte.

En la segunda fracción, el capítulo volvió a repetirse. Los teutones no daban pié con bola y
los jugadores suecos no lograban asegurar las ocasiones, eso hasta que el reloj marcaba el minuto 62’. El mediocampo del Göteborg malogró una salida local, pinchando una pelota que resultó en un exquisito pase que dejó con ventaja a la estrella del equipo, Torbjörn Nilsson, que corrió 30 metros con el balón pegado al pié y con una marca férrea, pero estéril marca. El cañonero corrió hacia el sector izquierdo del área, empujando a que el portero alemán se cerrara sobre su palo derecho, en una excelsa estrategia, pues con sutileza le cambió la pelota hacia el vertical zurdo, haciendo imposible la estirada de Stein y decretando el 2 a 0 para los “Obreros de Gotemburgo”. La champán podía comenzar a descorcharse.

Tres minutos después, Bernd Wehmeyer no tuvo más remedio que derribar un embate de Nilsson que se metía en el área. El árbitro inglés de la brega, George Courtney no dudó, señalando penal. Stig Fredriksson, el encargado de cambiar por gol todos los penales del Göteborg en la copa, hizo lo que sabía hacer, regalándole el 3 a 0  al cuadro sueco. Ahora, sólo faltaba que el reloj corriera para poder gritar campeón. Y así fue.

Courtney pitó con fuerza y apuntó hacia el centro del campo, decretando el partido, la serie y la copa para el IFK Göteborg, Por primera vez en la historia, un club de Suecia se quedaba con una competición oficial en Europa y quienes lo hacían, era un grupo de futbolistas que debían complementar su labor como futbolistas con diversos oficios para poder ganarse el pan. El fútbol de novela, ese que se juega con el corazón, que deja la vida por la camiseta, el del origen, el auténtico, le daba una bofetada al balompié de los billetes, las estrellas y los números azules.

El IFK Göteborg, el humilde IFK Göteborg inscribía con letras doradas su nombre en la historia linda del fútbol y todo en los pies, en los laboriosos, esforzados y valientes pies de los obreros futbolistas de Gotemburgo.



sábado, 23 de mayo de 2020

Jorge Robledo, Una Estrella Olvidada (Penúltimo Capítulo)




Para el año 56’, “George” tenía dos desafíos por delante: volver a llevar a Colo Colo a la gloria a punta de goles, y seguir demostrando que podía ser una carta válida para la Selección de Chile, que tenía por delante el Campeonato Panamericano de Fútbol y una edición extraordinaria del tradicional Campeonato Sudamericano.

Para el Sudamericano, que se disputó en Uruguay entre fines de enero y mediados de febrero, Jorge Robledo pidió no ser convocado, pues sentía que no estaba en la mejor forma física y futbolística para ser un aporte a la “Roja” y, por sobre todo, porque llevaba siete años sin tener descanso. El mítico Julio Martínez, lo entrevistó para Revista Estadio, donde dejó de manifiesto que su ausencia en la justa obedecía únicamente a razones físicas: “Yo podría ir a Montevideo. Energías tengo y voluntad me sobra. Pero mi cuerpo hace rato que pide un descanso, y un sudamericano no es la mejor manera de reparar calorías. Llevo siete temporadas completas sin parar. Desde agosto del 48, he jugado 422 partidos. He transpirado en tres continentes, América, África y Europa. Quiero un descanso y lo necesito, porque ya me voy acercando a los treinta años y deseo jugar mucho más todavía”, le sinceraba a JM.

Lamentablemente, Jorge Robledo se perdió una oportunidad importante para seguir marcando a fuego su idilio con las redes y su flirteo con la Selección, pues Chile, terminó en un admirable segundo lugar, luego de doblegar a Paraguay y Perú, golear por un contundente 4 a 1 a Brasil, y caer ante Argentina y Uruguay, alzando como principal figura a Enrique “Cua Cua” Hormazábal, antes de viajar a tierras charrúas había firmado su paso a Colo Colo, y que se había matriculado con cuatro tantos, alzándose, junto a Óscar Míguez, leyenda uruguaya, como el máximo goleador del certamen.

Tras un merecido descanso, “George” ya se sentía en condiciones de ser un verdadero

aporte para la “Roja”, liderando la nómina, en la que también estaba Misael Escuti, Jaime Ramírez, Enrique Ormazábal, y Leonel Sánchez, que viajaría a Ciudad de México para disputar el Panamericano, un torneo parecido al que ganó Chile el año 2015, pues se disputó con selecciones de norte, centro y Sudamérica, y que ya exhibía una edición cuatro años antes, que había consagrado a Brasil como campeón.

Todo estaba preparado para que Chile repitiera lo hecho unas semanas antes en Uruguay, sin embargo, nada fue como se esperaba. La "Roja", apenas rescató un empate en el certamen (un 2 a 2 ante Perú), cayendo ante Brasil (1-2), Costa Rica (1-2),  Argentina (0-3), y ante el anfitrión, México (1-2). La performance de Jorge Robledo, lamentablemente no fue la mejor. De hecho, Luis Tirado, DT del combinado nacional, no lo consideró dentro de la oncena titular para el partido ante los “Transandinos”.

Aquel año, entonces, fue para el olvido con la camiseta de Chile para “George”. La insólita “mancha”, se aplacó sólo con una notable actuación en el último partido que disputó la Selección aquel año, cuando enfrentó ante 33 mil personas a la Selección de Checoslovaquia en el Estadio Nacional. Allí, Jorge Robledo fue la figura rutilante del encuentro, aportando con dos goles para un triunfo redondo por 3 a 0 ante los centroeuropeos (el tercer tanto correría por parte de “Cua Cua”), pero que se convertirían, lamentablemente, en los últimos que marcó con la camiseta de la “Roja”.

El rumbo, ahora, se enfocaba en Colo Colo y la necesidad de bajar su séptima estrella y apostaba sus fichas a un mediocampo y una delantera sencillamente de lujo, formada por un novel Mario Moreno, Atilio Cremaschi, Jaime Ramírez, Jorge Robledo, y el “chiche” que exhibían los “Albos” para esa temporada: Enrique Ormazábal, que venía de romper vallas con la camiseta de Chile y Santiago Morning, y por el cual los dirigentes del “Cacique” habían pagado 6 millones de pesos de la época, ganándole la “pulseada” a Universidad de Chile, Palestino y Boca Juniors.

Sin ser la máquina goleadora del 53’ y teniendo que bregar por la punta con Santiago Wanderers y Magallanes gran parte del Campeonato, Colo Colo vislumbró pronto que el campeonato podía ser suyo, pues si bien la lucha con “Caturros” y “Carabeleros” fue cierta, las diez fechas consecutivas en que los “Albos” no conocieron derrota, pavimentaron el camino para gritar nuevamente campeón.

Finalmente, a falta de dos fechas para el final, los dirigidos por el uruguayo Enrique Fernandez Viola, y luego de empatar a un tanto ante Santiago Wanderers en el Nacional (el gol colocolino fue marcado por Jorge Robledo), se proclamaron campeones del torneo, exhibiendo 17 victorias, 4 empates y 5 derrotas. Anotando 60 goles y encajando 34.

Como bien lo plantea Edgardo Marín en “La Historia de los Campeones (1933-1991)”, Colo Colo “recuperaba a Jorge Robledo”, toda vez que había exhibido un pobre desempeño con la Selección a principios de año y un inicio algo dubitativo en el torneo nacional, pero había enmendado el rumbo, volviéndose pieza clave de la alineación titular del “Cacique” participando en 25 de los 26 partidos que disputaron los “Albos” aquella temporada, y alzándose como el segundo goleador del equipo con 12 tantos, tras Atilio Cremaschi (que marcó 13 dianas), producto de sus tantos ante Palestino, Green Cross y Santiago Wanderers, en una oportunidad, O’Higgins, Magallanes y Santiago Morning en dos ocasiones, y Universidad de Chile en tres oportunidades.

El año 57’, partió, tal como los dos anteriores, con Jorge Robledo defendiendo a la Selección de Chile en una nueva versión del Campeonato Sudamericano, el que esta vez se desarrollaría en Lima. Chile, llegaba con un vicecampeonato en la edición anterior, pero con una paupérrima actuación en el Panamericano de Fútbol, en México, donde había terminado en una decepcionante último lugar.

Robledo había viajado a la capital peruana con la incertidumbre de no haber extendido su vínculo con Colo Colo, por lo que,  y tal como lo plantea Revista Estadio “se ha mostrado taciturno (…) pues el piloto albo no ha renovado con el cuadro popular” lo que, probablemente, repercutió en su desempeño en el campeonato. De hecho, a último minuto, no pudo ser incluido en el debut de Chile en el certamen, juego que los enfrentó contra Brasil, luego de presentar un cuadro febril.Para la historia quedará que la “Roja” cayó por 4 a 2 ante la “Verdeamarelha”.

El desempeño de Chile fue misérrimo: Cayó por la mínima ante Perú, por 0 a 2 ante

Uruguay y por 6 a 2 ante Argentina, que a la postre se proclamó campeón; empató a 2 tantos ante Ecuador, match donde tampoco estuvo presente “George”,  y sólo pudo derrotar a Colombia por un estrecho 3 a 2, terminando en el penúltimo lugar, el que, además, se vio aún más empañado por los actos de indisciplina que rodearon el periplo nacional en Perú. Se cerraba así el penúltimo paso de Jorge Robledo con la Selección Chilena, venían ahora, los capítulos finales de su idilio con la camiseta de Colo Colo.

Sin embargo, aquella temporada no fue muy auspiciosa ni para los “Albos” ni para el propio Robledo, pues Colo Colo terminó el torneo en la octava posición, a 9 puntos de Audax Italiano, quien se coronaría como campeón, ganando apenas 10 partidos y cayendo en 11 ocasiones. “George”, en tanto, vio acción en 17 partidos, marcando apenas en dos ocasiones, ante San Luis, en la quinta fecha, y ante los “Itálicos”, en el penúltimo encuentro. Desconcertante desde todo punto de vista, toda vez que los tantos por temporada en los últimos 9 años de Robledo se contaban con ambas manos.

Entre medio de la disputa del torneo nacional, la Selección de Chile tuvo que disputar las clasificatorias al Mundial de Suecia 1958, eliminatorias donde Chile quedó emparejado con Argentina y Bolivia, para disputar un cupo en la máxima justa del balompié a nivel de selecciones, sin embargo, tal y como fue el desempeño en el Sudamericano de inicios de año, la performance de la “Roja” también fue para el olvido, ganándole sólo a los “Altiplánicos” en Santiago por un estrecho 2 a 1, y cayendo acá y allá ante Argentina (0-2 y 4-0), y perdiendo 3 a 0 ante los bolivianos en a altura de La Paz.

Se cerraba así un nuevo ciclo de Jorge Robledo, esta vez con la Selección Chilena, etapa que le permitieron defender en 31 oportunidades la camiseta de la “Roja”, disputando una Copa del Mundo, dos Clasificatorias Mundialistas, un Panamericano y tres Campeonatos Sudamericanos, marcando 8 tantos, uno a Estados Unidos en Brasil 50’, tres a Perú, uno en la Copa del Pacífico 53’ y dos en el Sudamericano del 55’, uno a Paraguay en las Clasificatorias a Suiza 54’, uno a Ecuador en el Sudamericano del 55, y dos a Checoslovaquia, en un amistoso disputado en el Estadio Nacional, en agosto del 56’.


(Continuará)

martes, 19 de mayo de 2020

IFK Göteborg, El Último Campeón Proletario (Segunda Parte)



En los treintaidosenos de final, la primera fase de la copa, el sorteo le ponía a los “Kamraterna” la posibilidad de enfrentarse a monstruos del balompié europeo, tales como  el Real Madrid, el Ipswich Town, último campeón del torneo, o el Inter de Milán, mas el destino futbolístico quiso que el debut fuera ante el FC Haka, uno de los equipos más importantes de Finlandia, pero un cuadro más que menor en el concierto europeo.

Y así fue, pues dieron cuenta de los finlandeses por un global contundente: 7 a 2, ganando a domicilio al Haka por 3 a 2, y goleándolo por un expresivo 4 a 0 en Gotemburgo, partido en el que ya a los 27’ minutos de la primera fracción lo ganaban por un placido 3 a 0.

La segunda ronda les plantó un desafío mayor, pues al frente tenían al SK Sturm Graz, subcampeón austriaco, y que había derrotado al CSKA de Moscú, luego de haber ganado por la mínima en Austria y caer por 2 a 1 en la capital soviética, donde el gol como visitante que marcó el croata Božo Bakota, le permitió acceder a la ronda de los dieciséis mejores.

La llave se presentaba como un mero trámite para el IFK Göteborg, toda vez que el Graz había accedido apenas por haber marcado un gol en calidad de visita, y porque el sorteo determinó que el partido de vuelta se jugara en Gotemburgo, sin embargo, los lances había que jugarlos primero.

El primer partido, se jugó en un Liebenauer Stadium lleno hasta las banderas y, al parecer eso, intimidó a los suecos, pues promediando el primer tiempo, y producto de los goles de Zvonko Breber a los 14’, y de Richard Niedercacher, a los 22’, ya perdían el partido. Törbjorn Nilsson, descontó faltando nueve minutos para que terminara la primera parte y, luego de un café cargado de parte de Sven-Göran Eriksson en el entretiempo, nuevamente Nilsson le entregó el empate definitivo. El paso a los dieciseisavos de final estaba a las puertas y lo definían jugando en casa.

Sin embargo, los austriacos no se la pondrían fácil nuevamente. Ante un Gamla Ullevi lleno

hasta las banderas, los dos equipos no se hicieron daño en el primer tiempo, por lo que hubo que esperar hasta la parte final para apreciar buen juego, fricción, goles y uno de los partidos más memorables de los que ofreció aquella versión de la Copa UEFA.

Apenas iniciado el segundo tiempo, los "Kamraterna" se pusieron en ventaja con el gol de Torm Holmgren al minuto 47'. Kurt Stendal consiguió el empate para el Graz, promediando el segundo tiempo. Luego, Nilsson volvió a poner en ventaja a los suecos a los 75', provocando la algarabía de una afición que no contaba con que, faltando ocho minutos para el final, Bakota pusiera un 2 a 2 que desataría sus peores pesadillas.

Mas, y a un minuto del final, el defensa Stig Fredriksson, cambió por gol una falta penal y le entregó el partido la serie y la clasificación a unos inéditos octavos de final para su historia, superando lo hecho por el Malmö FF, que había caído en los treintaidosavos de final en la Copa UEFA de la edición1979/80’, cuando se despidió del campeonato por un global de 5 a1, luego de caer como visitante por 4 a 0 ante el Feyenoord holandés, y empatar a 1 tanto en Suecia; e igualando la actuación del Östers IF en la edición 76/77 del mismo torneo, cuando  fue eliminado por el FC Barcelona, luego de un expresivo global de 8 a 1, luego de caer 0 a 3 como local y 5 a 1 en Cataluña.

Conforme avanzaba el campeonato, la posibilidad de toparse con cuadros con más espaldas y más laureles se volvía una certeza para los “Obreros de Gotemburgo”, sin embargo, el emparejamiento volvió a ser benevolente con “Los Ángeles”, poniéndole enfrente al Dinamo București, un cuadro menos complicado que el Real Madrid, el Sporting de Portugal, el Feyenoord de Rotterdam o el Hamburgo alemán, que todavía seguían en competencia, sin embargo, la llave tampoco era “tirar y abrazarse”, pues los “Câinii Roșii” (perros rojos) de Bucarest, se habían metido en la ronda de los dieciséis mejores, luego de dejar en el camino al PFC Levski Sofía por un global de 4 a 2 (3 a 0 en Rumania y 1 a 2 en Bulgaria), y había dado cuenta, nada más y nada menos, que del Internazionale de Giuseppe Bergomi y Alessandro Altobelli, luego de empatar a 1 tanto en el Giuseppe Meazza, y derrotar  en el Stadionul Dinamo por 3 a 2 , y en tiempo suplementario.

El primer encuentro se jugó en Suecia y fue todo para los locales. A los 27’ minutos, Tommy Holmgren conectó un centro desde el borde del área y con un sobrio cabezazo, puso el 1 a 0, marcador que se alargó cinco minutos después, con otro tanto de  Nilsson. La tarea ya estaba prácticamente lista en su primer capítulo. Reiniciado el segundo tiempo, a los 51’ minutos, Nilsson dijo presente por segunda vez, decretando el 3 a 0 y el los primero tres puntos de la serie para el IFK Göteborg. El descuento rumano, llegó al minuto 64’, en los pies de Gheorghe Mulțescu, entregándole el sazón que necesitaba la serie en el partido de regreso.

La vuelta se jugó dos semanas después en la capital rumana. Los locales tenían la obligación de ganar el partido y por una diferencia de dos goles si querían quedarse con un lugar en cuartos de final, sin embargo, Törbjorn Nilsson, el “chiche” de los nórdicos, y que después paseó sus goles por el FC Kaiserslautern alemán y el PSV Eindhoven, silenció a todo el Stadionul Dinamo, cuando a los 23’ minutos del primer tiempo puso el 1 a 0 final, con el que el IFK Göteborg alcanzó un inédito lugar entre los ocho mejores clubes del torneo.

La fiesta era total en Suecia. Por primera vez, un cuadro de aquel país se metía entre los

mejores de una competición europea en casi treinta años de torneos de clubes oficiales en el Viejo Continente. Destacable, además, porque los "Kamraterna" hacía sólo un par de años jugaban en segunda división, y, lo mejor de todo, porque es era un grupo de jugadores que repartía su tiempo  entre patear un balón y desarrollando diversos oficios para llevar el pan  a la mesa, los que se plantaban de igual a igual con clubes completamente profesionales y les pintaban la cara.

Para los hinchas y para la prensa el IFK Göteborg ya había campeonato en sus corazones, pero había más.

En Cuartos de Final los esperaba el Valencia CF, el primer rival de fuste que se le ponía enfrente. Los españoles venían de un cuarto lugar en la Liga hispana y de haber dado cuenta del Bohemian Praha de Checoslovaquia, el Boavista FC portugués y del Hajduk Split de Yugoslavia, y que amenazaba a las aspiraciones suecas con la dupla goleadora  conformada por el austríaco, Kurt Welzl, y el danés Frank Arnesen.

El Luis Casanova de Valencia recibió el primer partido de la serie, en un encuentro que se jugó el 3 de marzo de 1982. El cuadro “Che” exhibía un mediocampo y una delantera de temer, ostentando 4 victorias y 10 goles en seis encuentros e hizo gala de aquello, pues a los 6 minutos Arnesen se despachó un tiro libre desde 40 metros que hizo imposible la estirada de Wernersson, adelantando en las cifras a los españoles.

Los abrazos no terminaban en las gradas, cuando Ruben Svensson pinchó con la pierna derecha una pelota perdida que se paseaba en el área del Valencia, luego de una serie de cabezazos tras un córner. Los “Ángeles” empataban el encuentro y, lo mejor de todo, encajaban un gol de visita. Dos minutos más tarde, y aprovechando una desinteligencia de la saga española, Nilsson agarró la pelota en tres cuartos de cancha, se fue en demanda del arco rival y, ante la salida del portero, José Manuel Tempere, se la picó con sutileza y la mandó al fondo de las mallas, adelantando a los suecos. El partido se cerró  a los 18’ minutos del primer tiempo, cuando nuevamente el delantero Arnesen cambió por gol una falta penal. De ahí en adelante, las defensas de cada elenco fueron las protagonistas de la brega, las que, finalmente, firmaron un empate dos tantos y le entregaba la primera opción a los “Obreros de Gotemburgo” de avanzar de fase.


(Continuará)

lunes, 18 de mayo de 2020

IFK Göteborg, El Último Campeón Proletario (Primera Parte)




Hoy en día, el sinónimo por antonomasia del fútbol es dinero. Con una industria que, según un estudio de la consultora Delloite, movió dineros por sobre los 500 Mil Millones de dólares en el mundo entero, cifras tan colosales que se comparan con el PIB (el valor monetario de todo lo producido por un país en un año) de naciones como Chile, Hong Kong o Suiza, y superior al de prácticamente todos los países de África.

En el caso de los sueldos de los futbolistas, las cifras son igual de dantescas: la suma de lo que ganan los 10 jugadores con los salarios más altos alrededor del mundo (Alexis Sánchez ocupa el octavo lugar) durante un año, supera los 400 millones de dólares, una cifra tan monumental, que duplica las ganancias que tuvo la Scudería Ferrarri, el año recién pasado.

Así, y en las divisiones de elite, por supuesto, es singular que un futbolista tenga que compatibilizar su desempeño como jugador con alguna otra actividad, primero, porque la profesión ya no lo permite, debido a que los sueldos superan, sin ningún duda, la media de sueldos de cualquier país, y, lo más importante aún, pues por la exigencia física y mental que el fútbol requiere.

No obstante esto, no hay que echar mucho atrás en la bobina de la historia del fútbol para encontrar ejemplos de jugadores que tuvieron que ajustar las patadas al balón con algún otro trabajo. James Vardy, internacional inglés, figura con el Leicester City, campeón de la Premier League el 2016, trabajó como obrero en una empresa de piezas ortopédicas antes de fichar por el FC Halifax Town, equipo de la quinta división británica, y que le abrió las puertas para convertirse, un poco después, en estrella de los “Foxes”, entregándole, a punta de goles, su primer título en la élite del fútbol británico en sus 132 años de historia.

Mas, la historia más romántica y novelesca que recuerde el fútbol mundial, sobre  jugadores que tuvieron que mezclar la pelota con diversos trabajos u ocupaciones para ganarse el pan, y, además,  tocar la gloria con el fútbol, fue el IFK Göteborg de Suecia, campeón de la Copa UEFA 1981/82.

El fútbol en Suecia, está dominado por el Malmo FF y el IKF Göteborg. El primero, ostenta

23 ligas de aquel país y dos finales que le hicieron rasguñar la gloria a nivel internacional: una final de la Copa UEFA el 78/79, y un vicecampeonato de la Copa Intercontinental, trofeo que disputó porque el Nottingham Forest, el campeón de la Champions League de aquel año, se negó a viajar a Sudamérica para dirimir con Olimpia del Paraguay, al mejor equipo del Mundo.

Y el segundo, le pisa los talones a los “Blåe”, con 18 campeonatos suecos, pero que sabe de victorias fuera los fiordos nórdicos, vanagloriándose de, nada más y nada menos, que dos Copas UEFA,  las del 1981/1982 y del 1986/1987, siendo la primera, una oda a la entrega, el pundonor y el coraje.

La temporada 82’, tenía un claro objetivo para el el IFK Göteborg: volver a gritar campeón, tras 12 en los que se contó con pasos por segunda división, inclusive, y con años viendo como sus clásicos rivales, y hasta equipos de menor cuantía, se quedaban con la liga, negándole la gloría que hacía sólo unos años les había metido en el Olimpo del fútbol sueco, y que le hacían batallar, junto al Malmo FF, el IFK Norrkoping y al AIK, como el cuadro más popular de todo Suecia.

Con un raigambre popular, emanado del fuerte vínculo que generó con los trabajadores de la industrializada ciudad de Gotemburgo en sus inicios, los “Kamraterna” (Compañeros), como se le conoce al Göteborg en Suecia, forjó un lugar entre los grandes de aquel país a principios del 1900, cuando, y por 6 temporadas consecutivas, venció a todo al que se le pusiera por delante, quedándose con 6 campeonatos al hilo y perdiendo apenas 7 partidos entre 1912 y 1918.

Luego, aunque no volvió repetir la hazaña de sus inicios, siempre se mantuvo animando el torneo sueco, levantando, de tanto en tanto, la copa como el mejor del país, y entregándole a Suecia figuras del balompié, que participaron en las mayores conquistas del fútbol sueco, como las medallas de bronce conseguidas en los JJOO de Paris y Helsinki, la presea de oro en los Olímpicos de Londres, y el vicampeonato mundial el año 58’, cuando sucumbieron a la magia de Pelé, Garríncha y Vavá, y entre los que destacan Björn Nordqvist, Gunnar Green, Reino Börjesson, o más actualmente, Thomas Ravelli, Niclas Alexandersson o Kennet Andersson.

Sin embargo, para fines de los años setenta, el IFK Göteborg no pasaba por su mejor momento.Al contrario, tal vez vivía el capítulo más oscuro de su historia: en 1969, abrochaban un nuevo título y sólo doce meses después se marchaban a la segunda división, serie de la que no lograron librarse durante largos siete años. Valdría la pena toda esa espera.

La extensa estadía en la división de ascenso, mermó las arcas del club, por lo que se les volvió imposible competir con los números que manejaban sus rivales en primera. Los dirigentes del Göteborg, conscientes de que aquello ocurriría, volcaron el dinero que les entraba en potenciar las series menores, quienes serían la base de los torneos que se venían y de la gloria que los estaba esperando, y desde donde emergieron nombres como los de  Conny y Jerry Karlsson, Glenn Hysén y Glenn Strömberg, quienes fueron la base en el retorno a la máxima división del fútbol sueco.

En la temporada 78’  terminaron la liga en tercer lugar, meritorio para haber pasado siete
años en la B, pero bastante lejos del Östers IF, que terminó con 7 puntos de ventaja sobre los “Blåvitt”. Esto, les permitió volver a copas internacionales, jugando Recopa de Europa 79/80’, alcanzando los cuartos de final, luego de dar cuenta del Waterford United irlandés y del Panionios griego, y donde sucumbieron ante el Arsenal por un global de 5 a 1. Todo un mérito, pensando que solo unos meses atrás, los “Kamraterna” desplegaban su juego en segunda división.

La billetera de “Los Ángeles”, como también se conocía al IFK Göteborg, no repuntaba al ritmo de  como lo hacían sus triunfos deportivos, situación que no le permitía, aún, ofrecer grandes sueldos y, por ende, atraer a las figuras del fútbol sueco. El mal trance económico era tal, que el plantel  combinaba su labor como futbolistas con trabajos como cocineros, obreros o bomberos, y, es más, cuenta la leyenda que la gran figura de aquel plantel, el delantero Törbjorn Nilsson, era el único que tenía un contrato que le permitía dedicarse cien por ciento a su labor como futbolista, sin embargo, se fastidiaba tanto haciéndolo solo, que también se buscó un trabajo.

Para el año siguiente, la dirigencia volvió a asestar en el blanco, abrochando como director técnico a un novel Sven-Göran Eriksson, un adiestrador que hacía sus primeras armas como tal en el fútbol, y que había hecho una notable campaña con el Degerfors IF, elenco de la tercera división sueca que venía haciendo notables campañas y con rumbo claro hacia la primera división.

Eriksson, implantó un novedoso estilo de mecanismo basado en la utilización de paredes, de combinaciones cortas y juego a ras de suelo, algo bastante más exquisito al que estaban acostumbrados en Suecia. Un juego que se conocía como el fútbol champán, por haberlo comenzado a implantar el Stade de Reims francés en los años 50’.

El fútbol de los “Obreros de Göteborg” comenzó a llamar la atención de inmediato. Con sendas victorias en la Copa de Suecia, trofeo que ganaron por nocaut el 79’, comenzaron a hacerse un nombre dentro de tierras suecas. En la Liga de aquel año, la performance también fue positiva, pues pelearon palmo a palmo el torneo junto al Halmstads BK, sin embargo, tan sólo un punto de diferencia le impidió revalidar el mismo título que había cosechado hacía diez años, teniendo por consuelo la clasificación por primera vez a la Copa UEFA 80/81’, donde, lamentablemente, no pudieron avanzar más allá de la primera ronda, pues cayeron ante el FC Twente de Holanda, por un global de 3-5 ( 1 a 5 en Enschede y 2 a 0 en Gotemburgo).

Al año siguiente, el tercer puesto en la Liga le permitió clasificar, por segundo año consecutivo, a la edición 1981/82’ de la Copa UEFA, versión que llevaría al IFK Göteborg a las páginas lindas del fútbol, sueco, europeo y mundial.


(Continuará...)

domingo, 17 de mayo de 2020

Jorge Robledo, Una Estrella Olvidada (Quinto Capítulo)



El notable desempeño de Jorge Robledo, le abrió nuevamente las puertas de la Selección Chilena, combinado que, por primera vez, tenía que ganarse en cancha su clasificación a la Copa del Mundo, torneo que se disputaría en 1954 en Suiza. En encuentros de ida y vuelta, y que se desarrollaron entre mediados de febrero y fines de marzo, Brasil, Paraguay y Chile, deberían dirimir al acompañante de Uruguay en la nueva cita mundialista, mas la tarea era titánica, pues enfrente tenía a “Guaraníes”, últimos campeones de América el año anterior, y a Brasil, subcampeón de dicho torneo, y que metía miedo con Gylmar, Djalma Santos, Nilton Santos y Zezinho, entre sus filas.

Lamentablemente, los peores augurios se hicieron realidad: Chile no ganó ningún partido, fue vapuleado por Paraguay 4 a 0 en Asunción y 1 a 3 en Santiago, y perdió por la mínima en el Maracaná y 0 a 2 en el Nacional;  encajó 10 goles y apenas marcó un tanto, gol que para esta historia al menos es positivo, pues fue marcado por Jorge Robledo, cuando, y con un soberbio cabezazo, abrió los fuegos para la “Roja” en el encuentro ante los “Guaraníes”.

Terminaba así la aventura con la Selección de Chile durante ese año para “George” y se
abrían los fuegos de un nuevo campeonato nacional, donde Colo Colo debía revalidar el título y Jorge seguir demostrando que su talle era el de un súperclase. El año tendría de todo.

El campeonato, esta vez presentaría un formato distinto: los 14 equipos que participaban del torneo jugarían una ronda ida y vuelta. Tras eso, los 7 primeros jugarían una rueda para definir al campeón, y los 7 últimos harían lo propio para dilucidar quien descendería. Las fichas estaban puestas en Colo Colo, Everton y Audax Italiano, más el destino futbolístico diría otra cosa.

En una lucha cerradísima  y que se extendió durante todo el campeonato, el “Cacique” y Universidad Católica animaron uno de los campeonatos más entretenidos, reñidos y apasionantes que recuerde el fútbol chileno. “Combo” a  “Combo”, victoria a victoria, gol a gol. No se daban tregua ni se sacaban ventaja. Colo Colo ganaba dos partidos y la UC hacía lo propio. Los “Cruzados” enredaban puntos y los “Albos” no aprovechaban la ventaja.

Tan ajustada era la lucha, que hasta en los partidos que lo enfrentaron a ambos el resultado fue el mismo, pero con un triunfo para cada uno. Colo Colo venció a Católica en la primera rueda, y la UC dio cuenta de los “Albos” en la segunda ronda, los dos por idéntico marcador: un estrecho 2 a 1.

Al final, todo se decidió en el último encuentro que, por esos azares del destino, enfrentó a ambos cuadros. Católica llegaba a la justa con un punto sobre Colo Colo y quien ganara el encuentro, se quedaría con el título. Así, el 9 de enero del año del 55’, y ante un Estadio Nacional que convocó a 57.234 espectadores, los dos mejores equipos del campeonato definían al nuevo campeón del fútbol chileno.

Según consigna Revista Estadio, el encuentro fue igual de disputado como fue la brega durante el año. El primer tiempo fue completamente para la UC, con los embates de Miguel Ángel Montuori y Romualdo Moro amenazando con batir en cualquier momento la portería de Escuti. Por el contrario, el lapso final fue para el “Cacique” que, con ataques de Juan Aranda y Jaime Ramírez, quien, con un zapatazo que se estrelló la contra el palo en los minutos finales, bien pudo haberle dado el triunfo a Colo Colo. Finalmente, el encuentro terminó igualado sin goles, lo que a la postre significó que los laureles cayeran sobre Universidad Católica. Robledo cortaba así un racha de 3 años seguidos levantando copas, sin embargo, no todo fue en vano.

Aquella temporada, fue el jugador que más apariciones tuvo con la camiseta de Colo Colo,

defendiendo la enseña alba en los 33 partidos con los que contó el campeonato. Asimismo, y por tercer año consecutivo, se quedaba con el honor de ser el máximo goleador del campeonato (1952 del Fútbol Inglés con Newcastle, y el año anterior con el propio “Cacique”), anotando 25 goles (3 goles más que su más cercano perseguidor en la tabla de artilleros, el argentino de la UC, Miguel Ángel Montuori; y superando en 13 goles a Manuel Muñoz, el segundo jugador colocolino que más goles anotó esa temporada). Finalmente, “George” se convertía en el primer chileno en convertirse en Bigoleador del torneo nacional, toda una peculiaridad, pues, los únicos que ostentaban ese logro en el fútbol local hasta esa época, habían sido jugadores foráneos: el costarricense, Hernán Bolaños, con Audax Italiano el 36’ y 37’, y  el uruguayo Ubaldo Cruche, con Universidad de Chile, el 45’ y 46’.

A pesar del traspié en el campeonato, Jorge Robledo confirmaba, una vez más, que estaba hecho con madera de ídolo. En apenas 6 años como futbolista profesional, ya podía exhibir más de 300 partidos como jugador de elite; ostentar ser el goleador en los últimos cuatro campeonatos que había disputado (English División One, FA Cup y Primera División de Chile 1953 y 1954), y, lo más admirable de todo: en los últimos 3 campeonatos disputados, “George” había jugado 94 partidos y convertido 84 goles. Todo un récord y había más.

El año 55’, se presentó como una temporada de dulce y agraz para Jorge Robledo. Con el “Cacique” debía reverdecer laureles, luego de perder el campeonato anterior a manos de la UC y en la última fecha. Tenía equipo y basaba su juego en su poderoso ataque y en una columna vertebral que no había sufrido mayores variaciones en los últimos dos años, sin embargo, Palestino, en silencio, y trabajando sin descanso dijo otra cosa:de la mano de dos goleadores de fuste, Juan Manuel López y Roberto Coll, argentinos ambos, con pasado glorioso en el fútbol transandino, y quienes marcaron la friolera 38 goles entre los dos, los “Árabes” no tuvieron rival aquel año, quedándose con el trofeo 5 fechas antes del final, con 19 victoria,apenas 6 derrotas, marcando 91 goles, entregándole con eso la primera estrella al cuadro “Tetracolor”.

Colo Colo tuvo que conformarse con el segundo lugar  y “George” con ser uno de los jugadores con más presencias en aquel año con el  “Cacique”, jugando los 31 partidos de los 33 que disputaron los “Albos” y marcando 19 goles, quedando en el cuarto escalón de la tabla de goleo de aquella temporada. Asimismo, se encaramaba por tercer año consecutivo como el máximo anotador del “Popular”, cosechando 77 dianas en el último trío de torneos que habían disputado los de Macul.

Punto a parte fue su actuación en la Campeonato Sudamericano de Selecciones que se disputó en nuestro país a inicios de ese año, y en el que participaron, además de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú y Ecuador. Jorge, participó en los cinco partidos que disputó la “Roja”, siendo pieza fundamental del combinado que terminó como subcampeón del torneo, marcando 3 tantos y llegando a 5 goles en su participación con el “Equipo de Todos”


A punta de buen juego y sobre todo de goles, Jorge Robledo Oliver, también se hacía un lugar en el panteón de los grandes futbolistas que han defendido a la Selección de Chile también, y todavía quedaba tela por cortar. 

lunes, 4 de mayo de 2020

Jorge Robledo, Una Estrella Olvidada (Cuarto Capítulo)




El objetivo, ahora, era Chile, aquella extraña y distante tierra a la que intempestivamente habían dejado y de la cual poco y nada sabía. No hablaba bien el castellano, pero tenía las ganas de forjar un nombre en estas tierras.

Su arribo provocó un revuelo desconocido para la época y las revistas y periódicos se peleaban una exclusiva con la nueva estrella que traía Colo Colo a revolucionar el fútbol chileno. En diálogo con la mítica Revista Estadio, tal vez una de las primeras que entregó a su llegada, aseguró apenas y hablar el idioma, tener pocos recuerdos de Chile y, lo que más eco generó, a pesar de haber vivido casi toda su visa en Inglaterra, no sentirse como tal: “Nunca me he sentido enteramente inglés”.

El "Cacique", venía de rotundos fracasos en los últimos 5 años, y el campeonato inmediatamente anterior, había tenido que resignarse con el segundo lugar, viendo como Everton levantaba la copa. Esta situación convulsionó el ambiente con los hinchas y, sobre todo, al interior de la dirigencia, hecho que provocó que Pedro Foncea, presidente durante los últimas tres temporadas, dejara su cargo en favor de Antonio Labán.

Labán, empresario textil, llegó con el objetivo de que Colo Colo alcanzara su sexta estrella,

así como de capitalizar los réditos económicos del “Cacique”, adquiriendo una antigua casona en Calle Cienfuegos, en pleno centro de Santiago, y que se transformaría en la sede del Club y, lo más importante de todo, la compra de 28 hectáreas al sur de Santiago, en la comuna de Macul, donde se inició la construcción de lo que después se conocería como el Estadio Monumental David Arellano.

En el plano netamente futbolístico, Antonio Laban se propuso crear un equipo estelar para devolverle la gloria perdida a Colo Colo. Para ello, le arrebató a Unión Española su gran figura de los últimos 10 años y parte esencial de los 2 títulos y los 3 subcampeonatos que habían conquistado los “Hispanos” en aquella época: Atilio Cremaschi, quien se sumaría a los Hermanos Robledo, y que serían dirigidos por un histórico del fútbol mundial, que ya había sido campeón con el “Cacique”, y que venía de ganar el campeonato argentino con River Plate el año 52’. Francisco Platko.

Colo Colo exhibía un equipazo para dicha temporada. Mantuvo la base que el 52’ terminó como subcampeón, con Misael Escuti bajo los tres palos, José Campos, Caupolicán Peña y Arturo Farías en defensa, Osvaldo Sáez en mediocampo, y Manuel “Colo Colo” Muñoz en delantera, quien en el torneo anterior había sido el goleador del “Cacique” con 18 tantos, por lo que la adición de los Robledo y Cremaschi, más la dirección técnica de Platko ponían a los Colocolinos como claros aspirantes al título.

Así, desde el primer momento, todas las miradas se volvieron hacia Colo Colo y, por ende, a lo que pudieran hacer los Hermanos Robledo, con Jorge a la cabeza. En el libro “Los 11, los Mejores Jugadores en la Historia de la Roja”, de Ignacio Morgan y Diego Figueroa, los autores dejan de manifiesto una anécdota contada por Charles Villarroel, volante de los “Albos”, y que gráfica el profesionalismo con que los hermanos se tomaban su labor y, por el contrario, evidenciaba la poca seriedad con que se llevaba el fútbol en nuestro país: “La práctica estaba agendada para las 9 de la mañana y nosotros llegábamos recién a las 9 y media, sin embargo, a las 8 y media, los Robledo ya se encontraban en la cancha, equipados y trotando”, aseguró “Charli”.

El debut de Jorge Robledo con la camiseta de Colo Colo, se dio en la cuarta fecha del torneo, cuando el “Cacique”, que venía de empatar en el debut ante Green Cross, y de sendos triunfos ante Palestino y Rangers, recibía a Ferrobadminton en el Estadio Nacional, como único puntero del campeonato y con la clara opción de escaparse en la cima.

Según datos de la Revista Estadio, aquel 31 de Mayo de 1953, llegaron 37.275 espectadores al Estadio Nacional para ver el debut de “George”, con un Colo Colo que saltó a los pastos de Ñuñoa con Misael Escuti en el arco; Caupolicán Peña, Rogelio Núñez y Arturo Farías en defensa; Osvaldo Sáez y Antonio Valjalo en mediocampo, y una delantera temible: Juan Aranda, Atilio Cremaschi, Mario Castro, Manuel Muñoz y Jorge Robledo.

Según describe el célebre periodista nacional, Edgardo Marín, en su ya mítico libro “La Historia de los Campeones (1933-1991)”, Jorge Robledo comenzó el encuentro con un nerviosismo poco propio en él y muy desubicado dentro de la cancha, pero “en el segundo tiempo expone una clase en la que sobresalen la exactitud del centro retrasado y la frialdad para enfrentar al arquero”, características que terminarían deseando el vendaval de goles que tenía preparado el “Cacique” y con “George” a la cabeza.

Y así fue. A los 2’ minutos del complemento, Arturo Farías cambió por gol una falta penal, abriéndole la senda del triunfo al equipo de Platko. Robledo se sacudió del temor que, tal vez, le infundieron las 40 mil personas que se apiñaron en el Nacional para ver su estreno, y fue el mismo que se había llenado de gloria en Inglaterra. Con un tiro magnifico, anotó el 2 a 0, y cuando el reloj marcaba el minuto 71’, elevaba las cifras y se anotaba con su segundo personal en el partido. Finalmente, Mario Castro ponía el definitivo 4 a 0 con el que Colo Colo derrotaba a Ferrobadminton y “George” abrochaba un debut soñado con su nueva camiseta.

En la sexta fecha del torneo, el 13 de junio de 1953, los Hermanos Robledo hacen su
Jorge y Ted posando para los gráficos
estreno jugando juntos en Colo Colo. En un partido perfecto, el “Cacique” vapuleó a Iberia por un expresivo 6 a 1. A los 3’ minutos, Jorge ya abría la cuenta para los “Albos”, ante la algarabía de los 20 mil espectadores que llegaron al Nacional. Luego, Juan Aranda, a los 12’ y a los 16’, estiró las cifras. En el Segundo tiempo, Manuel “Colo Colo” Muñoz puso el 4 a 0 a los 49’, y a los 84’, nuevamente “George” dijo presente el tanteador, sumando su segundo gol en el partido, y el cuarto en tan sólo tres fechas. Cerraba la goleada Atilio Cremaschi a los 89’. El “Popular” era una tren imparable hacia el campeonato y Jorge Robledo, sin ninguna duda, era el maquinista de aquella locomotora.

Colo Colo apabulló a sus rivales y de  26 partidos jugados, venció en 18 ocasiones, empató en otras 5, y cayó en sólo 2. De las 18 victorias, el “Cacique” goleó a ocho rivales: al propio Bádminton e Iberia, 6 a 0 a Audax Italiano, 5 a 2 a Universidad Católica, 4 a 1 a Santiago Morning, 4 a 0 y 6 a 1 a Universidad de Chile y 8 a 3 a Magallanes en la vigésimo tercera fecha, y “boleta” que le dio el título a lo “Albos”, tres fechas antes de que concluyera el torneo. ¿El factor común de todas las goleadas? en absolutamente todas Jorge Robledo se matriculó con goles, marcando 18 goles en esos ocho encuentros.

Punto a parte fue las goleada a Magallanes (8 a 3). En ella, “George” la descosió. Colo Colo sería campeón si derrotaba a los “Carabeleros” y así fue: a los 3’ minutos, Juan Aranda abrió los fuegos y luego vino el festín del mayor de los Robledo, marcando en cinco ocasiones, a los 9’, a los 35’, a los 44 y 65’ de penal, y a los 85’. Era la guinda de la torta y la consagración de “Pancho” en el fútbol chileno. Mario y Castro a los 79’  y Atilio Cremaschi a los 81’, completarían una de las victorias más apabullantes que registre el fútbol chileno.

En apenas siete meses, Jorge Robledo escalaba al Olimpo de Colo Colo, con un juego vistoso, un ímpetu brioso, profesionalismo a prueba de balas y una capacidad goleadora como pocas veces se había visto. Con 22 partidos jugados, “George” se alzaba como el máximo goleador del torneo con 26 tantos, cinco goles más que su más cercano perseguidor (Aquiles Caviglia de Green Cross), se transformaba en pieza fundamental de su equipo (tal como en el Newcastle el 51’ y 52’),  levantaba su tercer trofeo consecutivo, las 2 FA Cup con las “Urracas” y el Torneo Nacional con el “Cacique”, y, lo más relevante de todo, volvía a meterse en la historia linda de los “Albos”, tal y como lo había hecho con los “Magpies”.

viernes, 1 de mayo de 2020

Jorge Robledo, Una Estrella Olvidada (Tercer Capítulo)






La temporada 51/52 fue la que, finalmente, consagró a Robledo con la camiseta blanquinegra del Newcastle. Con 47 partidos disputados en tres campeonatos (League División One, FA Cup y FA Charity Shield, Jorge Robledo Oliver se alzó como el goleador exclusivo de la primera división británica, marcando 33 goles, superando en un tanto a Ronald Allen del West Bromwich Albion.

Lo sufrieron 16 de los 21 equipos a los que se enfrentó. Le marcó a 5 de los 6 grandes: 4 al

Tottenham Hotspurs, 2 al City, 1 al Arsenal, 1 al Chelsea y 1 al United (al Liverpool lo dispensó por los 3 que le había hecho en un sólo partido el año anterior); y le asestó 4 al Burnley. El resto de las estocadas se desglosan así: 1 al Fulham y Portsmouth; 2 al Charlton Athletic, Blackpool, West Bromwich, Sunderland, Huddersfield y Derby County; y 3 al Stoke City y al Preston North End.

Lo hecho por “Pancho” aquella temporada, no fue cualquier cosa dentro del fútbol inglés. Tuvieron que pasar 47 años para que un que un jugador nacido fuera de las islas británicas (Inglaterra, Irlanda, Escocia o Gales), se alzara como máximo goleador del torneo, registro hecho por Dwight Yorke, futbolista originario de Trinidad y Tobago, que marcó 18 tantos en la temporada 1998/99 con la camiseta del Manchester United; y, lo que agranda aún más la leyenda de Robledo, hubo de pasar casi 60 años para que otro sudamericano pudiera hacer lo que hizo “George”, cuando, y en la temporada 2010/11, Carlos Tévez se alzara como el as del gol, marcando 21 dianas con la camiseta del Manchester City.

La guinda de la torta de aquella temporada, sin dudas, fue la FA Cup, trofeo que nuevamente levantó el Newcastle. Jugó absolutamente todos los partidos que disputaron las “Urracas” en dicho campeonato, compartiendo equipo con su hermano Ted, “Pancho” participó de los siete partidos que llevaron al Newcastle a coronarse campeón, y por segundo año consecutivo, marcando 6 tantos (Aston Villa, Tottenham x2, Portsmouth, Blackburn y Arsenal).

El gol que le convirtió al Arsenal en la final, tanto que le daría el título a los “Magpies”, pasaría a la historia, no sólo porque consagró al Newcastle como uno de los equipos más goleadores de las últimas temporadas, exhibiendo la friolera de 307 goles en 4 campeonatos, sólo en la League División One, y sin contar la FA Cup y la FA Community Shields; mantuvo a las “Urracas” disputando el título inglés en 3 de esos 4 campeonatos, situación que no volvería a repetirse hasta 40 años más tarde, cuando en la temporada 96/96 y 96/97 los “Toon” pelearon palmo a palmo el primer lugar ante el Manchester United (teniendo que conformarse con un meritorio segundo lugar en ambas campañas); y, por último, el exhibir como goleador del balompié británico a un jugador de entre sus filas, hecho que sólo se repetiría 42 años después, cuando el histórico  Andy Cole se quedará

con ese rótulo, en la temporada 93/94, y cuando el campeonato ya se conocía como English Premier League.

Sin embargo todo lo anterior, lo que más notoriedad le dio a ese gol de Robledo fue el hecho de que John Lennon, figura indiscutida de The Beatles, el grupo más grande en la historia de la música, haya hecho alusión a ese tanto en la portada de uno de sus discos, cuando ya desarrollaba su carrera en solitario: Walls and Bridges.

La imagen del tanto, tomada en el momento exacto en que la pelota traspasa la línea de meta y se transforma en el gol que le da el triunfo al Newcastle, fue la portada de todos los diarios ingleses en la jornada siguiente y John Lennon, que a ese 3 de mayo de 1952 cargaba con 11 años, se inspiró en ella para hacer un dibujo que pasaría a la historia cuando, en Octubre de 1974, lanza el disco Walls and Bridges, el cuarto álbum del músico británico como solista, y para el cual, junto a otros dibujos que también había hecho en su infancia, eligió el dibujo del gol de Robledo, contribuyendo, también, en inmortalizar para siempre la hazaña de “Pancho”.

El buen cometido de Jorge con la camiseta de Chile en el Mundial de Brasil del 50’, motivó a que varios clubes chilenos tentaran a "George" para que jugaran tras Los Andes,  y el sentimiento era mutuo, pues, tanto él como su hermano Ted querían probar suerte en la tierra que los vio nacer, primero, por la curiosidad de volver al país del que se habían marchado hacía tanto tiempo, y, además, porque los dineros que le ofrecían por venir a jugar a estos parajes eran bastante más elevados de los que se estilaba en Inglaterra por esos años.

La directiva del Newcastle puso el grito en el cielo cuando se enteró de la idea de los hermanos Robledo de marcharse a jugar a Chile y la primera medida que tomaron fue separarlos del plantel, una apuesta arriesgada, toda vez que la temporada anterior ambos habían sido pieza fundamental del equipo, con Jorge alzándose como el goleador del torneo, jugando 39 de los 42 partidos de la liga y dándole el gol en la final de la FA Cup; y Ted había participado en 32 cotejos, transformándose en un inamovible de la oncena titular.

Sin embargo, el error de la dirigencia de las “Urracas” fue garrafal: De los 45 partidos que disputó el Newcastle ese año (FA Charity Shields, FA Cup y League División One), Jorge apareció en 28, mientras que Ted apenas lo hizo en 2, lo que le significó al Newcastle enredar puntos en en 9 encuentros (2 empates y 7 derrotas), y que se reflejó en la posición que ocuparon en la tabla final, con un deslucido octavo puesto, bastante lejos de lo que había hecho en las últimas temporadas.

Esto, motivó al Newcastle, finalmente, a dejar partir a los chilenos. El primero en hacer las maletas fue Ted, quien jugó su ultimo encuentro con la camiseta blanquinegra de las “Urracas” en la caída por 4 a 2 ante el Manchester United, en el marco de la FA Charity Shields, el 24 de septiembre de 1952. Jorge, en tanto, se mantuvo hasta fines de marzo de 1953, fecha en que emigró hacia Colo Colo, para unirse a su hermano Eduardo y venir a
dejar una huella también en el fútbol chileno.

Para la historia quedará que los últimos goles de Jorge Robledo con la enseña del Newcastle United fueron el 21 de marzo de 1953, en la victoria como visitante de los “Magpies” por 2 a 0 ante el Derby County, en el marco de la 34º fecha de la League División One, y donde se anotó con los dos tantos; el último gol en St. James Park, el 14 de marzo del 53’, cuando le dio el empate definitivo a 2 tantos a las “Urracas” frente al Arsenal; y el último partido con la camiseta de los “Toon”, el 28 de marzo de aquel, año, en la derrota por la mínima ante el Blackpool.

Jorge Robledo cerraba así, un brillante paso por el Newcastle United FC, defendiendo su camiseta en 166 oportunidades, marcando 127 goles y levantando dos copas, convirtiéndose en el primer jugador sudamericano (junto a su hermano Ted) en jugar por un equipo profesional inglés, el primer americano en levantar un trofeo en un campeonato británico y el primer latinoamericano en ser goleador del fútbol del Reino Unido, marca que mantuvo por casi medio siglo.

Ahora era el turno de ser profeta en su tierra.