1932 fue un año convulso para Chile, desde todo punto de vista. En abril, el volcán Descabezado entró en erupción, una de las más violentas en su historia, generando un hongo de gases tóxicos y una gigantesca columna de humo que cubrió prácticamente todo el Cono Sur de Sudamérica, generando un caos sanitario sin símil en años.
En el ámbito económico, los coletazos de la debacle del salitre y el crac de Wall Street del año 29’, seguían causando estragos, sobre todo en los estratos más pobres de la población, por lo que la cesantía y el hambre hacían mella entre los poco más de 4 millones de habitantes que vivían dentro de estas fronteras.
Hermanado a esta última situación, el alboroto político también decía presente en el precipitado devenir del país: entre el 26 de julio de 1931 y el 2 de octubre de 1932, siete personajes distintos habían ostentado el título de Presidente de la República, luego de un par de golpes de estado e, incluso, la instauración de la República Socialista de Chile, que tuvo un efímero devenir durante un centenar de días.
Ante todo este caos, la única alternativa que tenía el Pueblo para desatenderse de los aciagos días era el fútbol, un deporte que ya se había ganado un lugar en el corazón de los hinchas y que al año 32' ya ostentaba la participación de Chile en una Copa del Mundo (Uruguay 1930), la disputa de 12 Sudamericanos de Selecciones, y exhibía 5 torneos de clubes, organizados por las 4 asociaciones que desarrollaban oficialmente la práctica del balompié.
Sin embargo, el balompié también escribiría su capítulo del 32' con un final infausto, acorde a los tumultosos tiempos que se vivian.
El Último Torneo Amateur
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Plantel Audax Italiano 1932
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La Asociación de Football de Santiago, a la sazón, la liga más importante de entre las que se desarrollaban en el país, llevaba casi tres décadas celebrando campeonatos entre los distintos clubes que nacían a raudales en la capital y, para 1932 se viviría uno de los campeonatos más apasionantes que recordara el novel balompié chileno, competición que marcaría el último capitulo del fútbol amateur, pues los dirigentes de las distintas instituciones habían acordado que a partir del año que se venía, se profesionalizaría la práctica de este deporte, dando inicio a la Primera División Profesional, tal y como la conocemos hoy.
Así, los ocho clubes que animaron dicha temporada, bregaron porque la última copa de la Asociación de Football de Santiago quedara para siempre en sus vitrinas, teniendo en Audax Italiano, Colo Colo, Santiago Bádminton y Unión Deportiva Española, como los principales candidatos para quedarse con dicho trofeo, que se disputaría entre mayo y diciembre de 1932, sin embargo, al poco andar, la lucha por el primer puesto se ciñó a "Albos" e "Itálicos".
Colo Colo abrió los fuegos precisamente ante los "Tanos" quienes, en un reñido encuentro, se quedaron con el triunfo con un sufrido 2 a 1, situación que no amilanó al "Popular" que con 10 triunfos al hilo, con 55 goles a favor, apenas 16 tantos en contra, y donde destacaron las goleadas por 6 a 1 a Magallanes, 7 a 2 al Liverpool Wanderers y el 9 a 2 a Green Cross, presentó sus credenciales pars el título.
Audax Italiano, en tanto, repitió la misma dosis que los colocolinos, pero enredo puntos en las primeras fechas, cayendo 5 a 1 ante Unión Española y 4 a 3 frente a Santiago Bádminton, mas dicha situación no fue impedimento para enmendar el rumbo con victorias tan contundentes como el 8 a 2 que le propinó a Santiago National, o el expresivo 12 a 2 con que vapuleó a Magallanes.
Todo se definiría en la última fecha, la que, curiosamente, y por esos azares que sólo entrega el fútbol, enfrentaría a Audax Italiano y a Colo Colo, escuadras que llegaban al lance final empatados en 22 puntos.
La Final y La Tragedia
El partido se jugaría en el Stadio Italiano, uno de los reductos más modernos que exhibía la capital a esa época (había sido inaugurado en 1928 con una capacidad para 10 mil espectadores, levantado aprovechando las instalaciones del reducto que años antes había albergado los eventos deportivos de la Academia de Humanidades), ubicado a un par de kilómetros de la Plaza de Armas de Santiago, en el corazón de la actual comuna de Independencia, y a sólo cuadras del Estadio Santa Laura, por lo que esto, y el día del match, fijado para el jueves 8 de Diciembre, jornada festiva en el país (Día de la Inmaculada Concepción), junto al los precios populares de las entradas, aseguraba una gran concurrencia de público.
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Plantel Colo Colo 1932
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Asimismo, el hecho de que fuera Audax Italiano, el mejor equipo durante los últimos dos años en los torneos de la capital, campeón de la División de Honor de la Asociación de Football de Santiago en 1931, finalista del Campeonato de Apertura de la AFS ese mismo año, y el mejor de todos en el Apertura del 32’; junto a Colo Colo, un elenco que desde que se dio a conocer acaparó las preferencias del público (sobre todo de las capas más populares) a raíz de su vistoso juego, del espectáculo que ofrecían en la cancha y de los 5 títulos que ya exhibía a esa fecha, lo que lo colocaba entre los cuadros más ganadores del fútbol capitalino.
La expectación era tal, que la Asociación, a fin de evitar desconfianzas de parte de cualquiera de los dos cuadros, decidió que el juez de la brega fuera Benjamín Puente, árbitro oriundo de Valparaíso, y que su labor fuera auxiliada por dos asistentes que estarían ubicados cerca de la línea de gol de cada arco, a modo de advertir al referí a validar o no cualquier gol.
Según cuenta Sebastián Salinas en su libro “Por Empuje y Coraje: Los Albos en la Época Amateur, 1925-1933”, el valor de las entradas también motivó una gran afluencia de hinchas, los que temprano comenzaron a rondar por las inmediaciones del reducto, ubicado entre las intersecciones de calle Guanaco y General Saavedra, con la intención de hacerse con uno de los casi 10 mil boletos que se pusieron a la venta. Así, la multitud fue tal, (lo que evidenciaba una grosera sobreventa de tickets), que a un par de horas de que se iniciara el duelo, Carabineros decidió cerrar las puertas del recinto y prohibir la venta de boletos, pues la capacidad del estadio ya estaba sobrepasada.
El público que quedó fuera no se resignó a quedarse sin presenciar el partido, por lo que muchos intentaron empujar las puertas de entrada para “colarse” hacia las tribunas, mientras que otros, creando verdaderas torres humanas, se encaramaban unos sobre otros a modo de poder acceder a las galerías, escalando los enormes muros del coliseo, situaciones que significó que alrededor de 2 mil personas más ingresaran “a la mala” al Estadio. La suerte estaba echada.
A las 17:30, Benjamín Puente dio por iniciado el encuentro. El local, dirigido técnicamente por Francisco Torres, saltó a la cancha con Vittorio Steffani en portería; Max Fisher y Guillermo Corbari en defensa; un mediocampo compuesto por Guillermo Gornall, Guillermo Riveros y Enrique Araneda, para dejar en ofensiva a Óscar Bustos, Enrique Sorrel, Moisés Avilés, Carlos Giudice y Tomás Ojeda. El “Cacique”, en tanto, y adiestrado por Guillermo Saavedra, saltó al gramado del Estadio Italiano con Eugenio Soto bajo los tres palos; Víctor Morales y Togo Bascuñán como zagueros; Francisco Sánchez, el propio Saavedra y Óscar González en el centro del campo, para dejar en delantera a Carlos Schneeberger, Guillermo Subiabre, Iván Mayo, Eduardo Schneeberger y José Olguín.
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Iván "Chincolito" Mayo
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Según grafica la prensa de la época, fueron los “Albos” quienes se hicieron con el control de las acciones apenas iniciado el juego. Los embates de José “Cantimplora” Olguín y Carlos Schneeberger, buscando la cabeza de alguno de los cañoneros “blancos”, no dejaban de llevar peligro a la zaga “Itálica” y así, tanto va el cántaro al agua que… Ivan Mayo decretó la apertura de la cuenta a los 13’ minutos de juego, luego de conectar espléndidamente de cabeza un certero pase desde la derecha de “Montón de Letras” Schneeberger, desatando el júbilo en la parcialidad de Colo Colo y la incredulidad de los “Tanos”.
El vistoso juego del “Cacique” no se detuvo con el primer tanto y siguió machacando la portería defendida por Steffani, una y otra vez, a fin de hacerse con un título que les era esquivo . Subiabre abría con Olguín, “Cantimplora” desbordaba y sacaba un centro venenoso que era rechazado por el fondo de los verdes. Schneeberger se juntaba con Saavedra y el “Negro” metía un pase a las espaldas de la defensa local que el “Chato” Subiabre no podía conectar de manera correcta. Colo Colo era una máquina y el juego de los “Itálicos” parecía no interponerse en el camino de un nuevo título de los “Albos”, tras dos años de fracasos, y, más aún, luego de que “Chincolito” Mayo recibiera libre un pase de José Olguín, se sacara la marca, eludiera al portero de Audax y enfilara en solitario para cruzar la línea de meta con el balón, decretando el 2 a 0 parcial y a sólo 23’ minutos de que iniciara la justa.
La algarabía, el jubilo que desató la segunda estocada colocolina, enloqueció a |
Moisés "La Chancha" Aviles
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gran parte de los más de 10 mil espectadores que, con y sin entrada, se habían congregado en el Stadio Italiano y en medio de las celebraciones, un crujido estremeció las tribunas, pero nadie le tomó el peso a lo que se vendría. Es más, según relatan a la prensa espectadores que estuvieron aquella jornada en el reducto de “La Chimba”, la gente confundió el estrépito con un temblor. Lo peor estaba por venir.
En la cancha, los dirigidos por Francisco Torres, sacudidos por el buen juego de los visitantes, echaron mano al amor propio y, sobre todo, al empuje de Carlos Giudice, el “Gran Capitán”, un exquisito centrodelantero que había paseado sus goles en Uruguay, defendiendo la camiseta de Peñarol, y que Audax Italiano había logrado hacerse con sus servicios, luego de ganarle la pulsada al Peñablanca FC de Valparaíso, club desde donde había surgido el artillero.
Así, y amparados en el juego de Giudice, los “Tanos” comenzaron a nivelar el juego, acercándose peligrosamente a la valla blanca, defendida por Eugenio Soto. Primero fue el “Tigre” Sorrel, después el propio Giudice. “Vitoco” Morales y Togo Bascuñan no daban abasto intentando aplacar las embestidas verdes, hasta que la Moisés Avilés acercaría los números en el tanteador.
La “Chancha”, como motejaban a Avilés, recibió destapado y se preparó a fusilar a Soto. Morales intentó cerrarle el paso, sin embargo, el ariete “Itálico” logró zafarse de la marca y disparó, mandando la pelota al fondo de las redes y decretando el descuento de Audax Italiano. Avilés giró para celebrar con sus compañeros, sin embargo un ruido ensordecedor y una polvareda infernal impidieron los festejos “Tanos”: el espectáculo, la felicidad y la alegría, daban paso a la tragedia, la fatalidad y la tristeza.
La tribuna norte, construida toda de cemento, al igual que el resto de las gradas (las galerías estaban hechas de madera), no aguantó el exceso de público que había ingresado, y se desplomó sobre el palco de aquel sector, desde una altura aproximada de 7 metros, arrasando con todo lo que se interpusiera a su paso.
Según consigna la prensa, se vivió una situación caótica: mientras parte del público que logró zafar del infortunio, asistía a quienes se encontraban bajo los escombros, hubo una gran parte que, presos de pánico, intentó salir de lo que quedaba del estadio, generándose tumultos en los accesos que dejaron unos cuantos heridos más. A la par, otro grupo las emprendió contra las aposentadurías, quemando las tribunas de madera y rompiendo todo lo que encontraban a su paso, lo que le sumó otro ingrediente más al espectáculo dantesco que se vivía, dando paso a la acción policial para intentar contener a los canallas, ayudar en las tareas de rescate y coordinar el llamado a nuevas ambulancias que pudieran trasladar a los lesionados, pues la única que había en el reducto no daba ya abasto.
Lamentablemente, más de un centenar de espectadores resultaron heridos, varios de ellos de extrema gravedad. Nunca se pudo precisar el número exacto de fallecidos, pues algunos periódicos hablan de 3 y otros se centran en solo 1, el caso es que, y tal como describe Sebastián Salinas, haciéndose eco de informaciones aparecidas en los Diarios La Nación, El Ilustrado y El Mercurio, bajo los escombros, se encontró, lastimosamente, el cadáver de un niño que, para darle un halo de mayor tristeza, fue recogido por su madre.
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La tragedia en la prensa
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A la jornada siguiente, cuando la luz del día permitió evidenciar la tragedia en su máxima amplitud, la prensa, las autoridades y el público en general dirigió sus dardos a Audax Italiano y a los responsables de la edificación del estadio, sindicando como principal responsable a Héctor Davanzo (que entre sus obras se cuenta el Teatro Italia), sin embargo, el arquitecto se desligaba de las acusaciones, aduciendo que el solamente había confeccionado el anteproyecto y que no había intervenido en los cálculos de resistencia de las instalaciones. “En vista de que en el curso de los trabajos mis opiniones técnicas no eran respetadas y el plano sufrió modificaciones que lo transformaron completamente, dejé la dirección de las obras”, le aseguró el profesional a diario El Mercurio.
Desde la directiva del cuadro “Tano”, en tanto, también se sacudieron de las culpas, aduciendo que, tal vez, los errores de cálculo venían de la estructura anterior, sobre las cuales se había edificado el estadio, como intentando endilgarle la responsabilidad a la Academia de Humanidades, institución dueña de las instalaciones antes que Audax Italiano las comprara.
El caso es que el tiempo fue diluyendo las responsabilidades y al día de hoy no hay claridad sobre los procesos judiciales que se llevaron a cabo. La única oficial que se tomó fue la clausura del recinto por parte de la Municipalidad de Santiago, que a 1932 tenía jurisdicción sobre los terrenos donde se emplazaba el estadio, organismo que aseguró que el coliseo ni siquiera contaba con recepción de parte del Departamento de Obras Municipales del municipio.
Nunca más se volvió a jugar fútbol allí, y al poco tiempo las instalaciones fueron ocupadas como aparcamiento de los tranvías que en aquella época circulaban por la capital eso, hasta que transcurrido algunos años, la edificación fue completamente demolida para dar paso a la Población Las Rosas, del arquitecto Luciano Kulczewski, manteniendo sólo la casona que hasta el día de hoy se puede apreciar en la intersección de Guanaco con General Saavedra.
En el plano futbolístico, y al haber sido suspendido el encuentro, la Liga de la Asociación de Football de Santiago quedó sin un campeón claro (en la Football Association of Chile de Valparaíso, que reunía a equipos tanto del puerto, como de Viña del Mar, el campeón había sido el Sportiva Italiana), toda vez que Audax Italiano y Colo Colo estaban empatados en puntaje a falta del trágico encuentro del 8 de diciembre, y el reglamento de la AFS establecía que en caso de igualdad, se debía recurrir a un nuevo cotejo, sin embargo, este nunca se pudo llevar a cabo.
Colo Colo tenía una apretada gira a Perú, -pactada meses atrás- país hacia el cual se embarcaron tres días después del malogrado partido ante Audax, tierras desde las que no regresó hasta mediados de enero (Venció 7 a 0 a Atlético Chalaco, 2 a 1 a Sporting Tabaco, y cayó 2 a 4 ante Universitario, y 3 a 1 y 5 a 1 ante Alianza Lima), por lo que las esperanzas de definir al campeón los últimos días de diciembre del 32’ se esfumaron.
Asimismo, y debido a que la reglamentación de la época impedía que se desarrollaran partidos de fútbol durante el mes de enero, debido a las altas temperaturas, tal como sugiere Sebastián Salinas en “Por Empuje y Coraje: Los Albos en la Época Amateur, 1925-1933”, unido a que Audax Italiano también iniciaría un periplo internacional (que lo llevó a disputar encuentros en Perú, México, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Cuba, Estados Unidos y Canadá, con 34 triunfos, 13 empates y 12 derrotas), y que lo tuvo fuera del país entre mediados de enero de 1933 y fines de noviembre del mismo año, por lo que no hubo posibilidad de zanjar el título.
Aún cuando jamás se definió y en lo que se alcanzó a jugar en cancha fue Colo Colo quien se estaba quedando con el partido por un estrecho 2 a 1, Audax Italiano exhibe, al día de hoy, el trofeo del 32’ como suyo entre su palmarés oficial, el último campeonato que se jugaría de forma amateur en Chile, pues a contar del año siguiente, se daría inicio al fútbol profesional, inaugurando el Campeonato de la División de Honor de la Liga Profesional de Football de Santiago, y que quedaría en manos de Magallanes.
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El único vestigio que se mantiene hasta hoy de lo que fue el Stadio Italiano
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