(Artículo aparecido en
www.futbolypasionespoliticas.com)
Su
talento futbolístico era indudable. Su carácter controvertido inclasificable.
Sin duda uno de los grandes iconos de los 70. Nacido en Baviera en la década de los 50, creció en una Alemania dividida. Desde muy pronto destacó en el fútbol y ya con
19 años formaba parte del equipo del Bayern
Munich. Empezó jugando atrás, un lateral defensivo que se incorporaba con
peligro. Pero su participación sumaba. En 4 años hizo 17 goles y ganó tres Bundesliga y la primera Copa de Europa del conjunto alemán. Ese
año, coronó su espectacular campaña participando en el Mundial que se celebraba
en su país y venciéndolo. Breitner agrandó su leyenda y su personalidad, cuando
perdiendo 0-1 frente a la Holanda de
la naranja mecánica liderada por Cruyff, sin estar entre los lanzadores
habituales, cogió el balón y convirtió el penal que establecía el empate. No
era su primer éxito internacional, dos años antes, con apenas 20, había ganado
también la Eurocopa.
Pero
ese año 1974, un Paul Breitner que
ya se definía como maoísta, mostraba interés por ideas progresistas y se
declaraba admirador del Che Guevara
o de Ho Chi Minh, a la vez que lucía
un peinado a lo afro y una frondosa barba, sorprendía de nuevo por salirse de
la normalidad. Anunciaba que abandonaba Alemania para fichar por el Real Madrid y renunciaba a la Selección
Alemana. Además se despedía del Bayern con duras palabras... y encima recalaba
en el Madrid. El club blanco, al que siempre se asoció con Franco, que todavía
gobernaba el país pese a su frágil salud acogía un maoísta en sus filas.
Breitner daba muestras de su excentrismo.
Bajo la Mirada de Mao |
En
la capital de España cambió su juego
convirtiéndose en un futbolista de centro del campo con llegada. Y el Real Madrid también salió beneficiado
conquistando dos ligas. Aún así, en un régimen autoritario como el franquista,
ese futbolista rebelde, librepensador resultaba incomodo. Más cuando se hizo
público que Breitner aportó 500.000 pesetas de la época a unos obreros que se
encontraban en huelga.
El
tercer año su juego se resintió y la directiva blanca siguió acogiendo con
estupefacción y desconfianza al Kaiser
Rojo... en plena Transición, con una situación todavía confusa de hasta
donde llegaría, con terrorismo, partidos y sindicatos en fase de legalización,
ruido de sables, el Madrid tildó a Breitner de conflictivo y prefirió
rescindirle el contrato y darle luz verde a regresar a Alemania.
Tras
un año en el modesto Eintrach
Banchweisgg, volvió a su casa al Bayern
de Munich donde actuó 5 campañas más antes de colgar las botas aquejado de
una lesión. En ese tiempo, agrandó su palmarés con dos ligas más. Y agrandó su
fama de conflictivo, nadador contra corriente y rebelde del fútbol. Aceptó
regresar a la Selección y volvió a renunciar a ella. Se autoexcluyó de
participar en el Mundial de Argentina,
pero si tomó parte en el de España.
La Alemania Federal alcanzaría la
final frente a Italia, pero esta vez el triunfo se escaparía. Aún así Breitner
anotó en la Final, y pasaría a ingresar en un reducidisimo club de futbolistas
que han marcado en más de una final del Mundial junto a Pelé, Vavá y Zidane.
Defendiendo a Alemania Federal en España 82` |
En
su despedida, la FIFA organizó un homenaje que enfrentase a un combinado de
jugadores mundiales. Sin duda, algo reservado a los grandes. Pese a que su vida
dentro y fuera del campo siempre fue considerada como inclasificable.
Sorprendió su marcha a la España
franquista, sorprendieron sus continua idas y venidas de la Selección,
sorprendió cuando aceptó 150.000 marcos por afeitarse su prominente barba para
un anuncio de espuma de afeitar...
Paul Breitner
nunca logró deshacerse de esa etiqueta de pensador extraño, impredecible,
inclasificable, siempre sorprendiendo, siempre nadando a contracorriente...
Incluso en 1998 la Federación Alemana llegó a anunciar su contratación como
Seleccionador, pero, según se comenta, una revuelta de los propios trabajadores
federativos acabó haciendo que se revocase su nombramiento a las pocas horas.
Ahora,
Breitner, desde una posición más envejecida, con un mundo bastante diferente al
de los 70, no oculta aunque si suaviza su discurso, ocupa su tiempo como
ojeador del Bayern Munich y ejerce
de columnista en Alemania. Sin duda,
un espécimen de futbolista ya extinto y muy difícil de recuperar.
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